En el lenguaje de aquellas mariposas

Acuarelas porteñas

 

Dos acontecimientos trascendentes fueron eje de la semana para los porteños, más allá que sucedieran u originaran, lejos de Buenos Aires. Todo comenzó con un wahtsapp que envíe por el recordatorio del comienzo de la Guerra de las Malvinas. 

"Es re "milico" pa", respondió el hijo millenial en ese extraño idioma abreviado que proponen las aplicaciones de los celulares. Se trataba de jóvenes cadetes que saludaban a un veterano de guerra con orgullo. Entonces recordé que nacido en 1992, se educó bajo la nefasta Ley Federal de Educación promovida por la menemista Susana Decibe, que inició el descalabro educativo y a la cual por suerte el distrito de la Capital Federal, no adhirió por la esforzada oposición de los denostados concejales porteños. Sin embargo la persistencia en los contenidos de la misma por los funcionarios del área se mantiene en parte, por la acotada autonomía de la ciudad, merced al patriarca peronista Antonio Cafiero, con la todavía estamos lidiando para alcanzar una libre jurisdicción en todas las materias, entre ellas, la educativa. Luego, y por los comentarios de amigos, colegas y compañeros, advertí que el tono de los mensajes de directivos escolares en el ámbito de la ciudad, mantienen el tono desmalvinizador, que con la guía del canciller que más tiempo estuvo en el cargo, Guido Di Tella, impregnó la década finisecular. 

Averiguando más, constaté que la actual ministra del área, Soledad Acuña, deja la orientación de los actos a docentes, también imbuidos en esa falsa dicotomía de ""la dictadura genocida, que mandó a la muerte a los chicos"". El mensaje se repitió en la mayoría de los colegios porteños.
Algo similar ocurrió con el Día de la Memoria, Verdad y Justicia, el 24 de marzo. Mensajes que desde la cúpula docente, lejos de comprender cada acontecimiento, fijan posiciones antagónicas que profundizan la grieta, que nace en la educación de chicos que heredan esas antinomias estériles.

Fui de los primeros en oponerme a la guerra, no por pacifista de "cotillón" a la usanza de entonces, sino porque entendí siempre que toda conflagración es un tragedia irremediable, para vencedores o vencidos. 

No fue la guerra la que nos regaló la democracia recuperada, sino esa resistencia de los ciudadanos de a pie en busca de mejores caminos para el país. Eso me recordó a una de las mas bellas películas que vinculan al cine y la educación: La lengua de las mariposas. En los albores del fraticidio español, un maestro aporta sus experiencias como servidor público y sus ideas como republicano en un perdido pueblo de Galicia, con atención indivualizada respetando a cada niño de acuerdo a su entorno y problemas. 

EL CONGRESO DE LA LENGUA

Hace pocos días que culminó el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, con sus anécdotas y secuelas sobre un José Luis Borges, que debe ser un cantaor flamenco y un par de performers chilenos, cuanto menos, peligrosos. Esta brecha que ahora llamamos grieta, se abre no sólo a nivel político, ideológico o sectorial. Es más profunda. 

No somos capaces de entendernos porque nuestro lenguaje es distinto y generacional. Lo adquirimos por nuestras experiencias, que no se remiten a redes sociales o pantallas, sino a la vida cotidiana. Desde el momento en que se comparan las formas de dos signos, o al menos, se las percibe de alguna manera comparativa, aparece cierta conciencia paradigmática. Ello define el sentido, no como el simple encuentro de un significado y significante, sino, según la bella expresión de Merleau-Ponty, como verdadera modulación de coexistencia. Quizá, debamos recurrir a aquellas mariposas cuyo lenguaje descifró el poeta Antonio Machado, para superar esta grieta que se está devorando nuestra sociedad, a fuerza de estigmatizar, o aportando sintagmas estereotipados.