Autismo: hallan un vínculo con las infecciones durante el embarazo

Un nuevo estudio sueco advirtió que el riesgo de padecer el trastorno a lo largo de la vida aumentó en casi un 80% entre los hijos de mujeres que habían padecido una infección mientras estaban gestando. Otra investigación también apunta a la vida intrauterina como clave en el comienzo de esta intrincada afección.

Entre las distintas argumentaciones de los "antivacunas" se encuentra aquella que sostiene que la vacunación de la madre durante el embarazo aumenta el riesgo de autismo en su bebé. Sin embargo, un nuevo estudio da cuenta de lo contrario: la falta de vacunación de la embarazada puede dejar al niño con una mayor vulnerabilidad a sufrir este tipo de trastorno.

El trabajo, publicado el 6 de marzo en la edición online de la revista científica JAMA Psychiatry, incluyó a alrededor de 1.800.000 niños suecos y halló que el riesgo de autismo y depresión es significativamente mayor si la madre fue hospitalizada con una infección durante el embarazo.

Los resultados apoyan la teoría de que ciertas infecciones, cuando son contraídas durante el embarazo, pueden afectar el cerebro en desarrollo del bebé, aumentando así el riesgo de que éste padezca trastornos psiquiátricos más tarde, incluyendo patologías tales como el trastorno bipolar, la esquizofrenia, la depresión y el autismo.

Pero esta nueva investigación amplía mucho más el panorama, ya que el vínculo no se halló tan solo con uno o dos tipos de infecciones graves sino que los resultados se mantuvieron iguales ya sea que la hospitalización de la madre se hubiera debido a una infección severa -de gripe, meningitis o neumonía- o a una leve infección del tracto urinario (ITU).

De modo que lo que estaría causando estos problemas no es un virus específico sino infecciones en general, y se cree que esto sucede incluso cuando los patógenos no pueden alcanzar el cerebro del feto.

"Los resultados indican que se deben tomar medidas preventivas para evitar infecciones durante el embarazo tanto como sea posible, por ejemplo siguiendo las recomendaciones de vacunación antigripal", afirma Verena Sengpiel, experta en obstetricia y ginecología de la Universidad de Gothenburg.

EL METODO 

A partir de los datos del Registro Médico de Nacimientos de casi 1.800.000 niños nacidos en Suecia entre 1973 y 2014, los autores observaron cuántas de sus mamás habían sido hospitalizadas con una infección durante sus embarazos.

Los investigadores luego rastrearon a los hijos e hicieron un seguimiento de su salud mental a través del registro de pacientes hospitalizados hasta 2014, cuando los mayores tenían 41 años.

El análisis estadístico de los datos reveló un vínculo preocupante entre la salud mental del niño y el sistema inmune de su madre.

Si bien el estudio no halló un riesgo aumentado de esquizofrenia o trastorno bipolar, los autores sí encontraron que cuando la embarazada acude al hospital por una infección, su bebé es más propenso a requerir tratamiento por depresión y autismo más tarde en su vida.

De hecho, entre estos niños, el aumento del riesgo fue del 79% para autismo y del 24% para depresión.

"En términos generales hallamos evidencia de que la exposición a una infección materna durante la vida fetal aumentó el riesgo de autismo y, posiblemente, de depresión en el niño", afirmaron los autores.

"A pesar de que el riesgo individual parece ser pequeño, los efectos a nivel poblacional son potencialmente extensos", añadieron.

No obstante, por tratarse de un estudio observacional, no es posible saber con exactitud de qué modo la infección materna impacta sobre el cerebro en desarrollo del niño.

De todas formas, estudios recientes en animales sugieren que estas infecciones pueden estar causando una reacción inflamatoria en el sistema nervioso, que altera la expresión de los genes en el cerebro y modifica su arquitectura.

Muchas de estas investigaciones científicas también advierten de la existencia de múltiples factores genéticos que entran en juego, por lo que la respuesta a este rompecabezas puede ser altamente compleja.

"Nuestros resultados no pueden excluir la posibilidad de un riesgo aumentado de condiciones psicopatológicas como resultado de un doble golpe: una lesión cerebral inflamatoria fetal que se superpone con una susceptibilidad genética", aclararon los autores del nuevo estudio.

Ante este panorama, los investigadores remarcaron que serán necesarios más estudios antes de poder determinar con exactitud qué es lo que ocurre. Mientras tanto, aconsejan a las embarazadas mantenerse saludables y respetar las recomendaciones médicas, incluyendo las vacunas indicadas por su obstetra.

¿DEFECTOS CEREBRALES? 

Una investigación previa, publicada en la revista New England Journal of Medicine en 2014, también apuntaba al momento de la gestación como clave del inicio del autismo.

El estudio, realizado por científicos de la Universidad de California San Diego sugería que ciertos defectos en la formación de áreas particulares del cerebro en personas autistas comienzan mucho antes del nacimiento.

El autismo es uno de los trastornos incluidos bajo el término Trastornos del espectro autista y se lo considera un trastorno del desarrollo neural. En general, las personas con autismo muestran dificultades para la interacción social y la comunicación y a menudo presentan determinadas conductas características.

Por el momento, es poco lo que se sabe sobre cuándo y por qué se desarrolla el autismo.
En aquel trabajo, los científicos analizaron post-mortem el cerebro de 22 niños con y sin autismo, de entre 2 y 15 años de edad. Investigaron 25 genes diferentes, algunos de los cuales eran marcadores genéticos de células en distintas capas de la corteza cerebral, a otros se los ha relacionado con autismo, y algunos eran genes de control.

Durante el embarazo la corteza cerebral desarrolla múltiples capas: los distintos tipos de células hallados en estas seis capas diferentes cumplen roles únicos en el procesamiento de la información y poseen marcadores genéticos específicos.

Los científicos hallaron que la mayoría de los cerebros autistas tenían zonas localizadas de desarrollo interrumpido en estas capas corticales.

"Este defecto indica que el paso crucial del desarrollo temprano en el que se forman estas seis capas con tipos específicos de células cerebrales -algo que comienza en la vida prenatal- se ha interrumpido", remarcó el profesor de Neurociencia en la Universidad de California San Diego, Eric Courchesne.

Y no solo eso. También hallaron que algunos marcadores específicos estaban ausentes en las células de múltiples capas de la corteza cerebral.

Las zonas de la corteza que parecían ser las más afectadas por esta ausencia de marcadores genéticos fueron aquellas que se sabe que están involucradas en la comunicación social y el lenguaje, que están impedidos en las personas autistas.

El hecho de que no sea la corteza cerebral completa la afectada sino zonas localizadas específicas, brinda al mismo tiempo esperanza y mayor conocimiento sobre el autismo, según Courchesne.
También puede ayudar a explicar por qué algunos niños pequeños mejoran con el tratamiento temprano, dado que el cerebro parece ser capaz de un recableado compensatorio.

"Este hallazgo refuerza la importancia de la identificación e intervención termpranas", afirmó el director del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, quien confió en que esta mayor comprensión del desarrollo cerebral eventualmente conduzca a una mejoría en la vida de los niños con autismo.