DE QUÉ SE HABLA HOY

Los súper chinos son sospechosos muy protegidos

 

Todos lo dicen, todos lo saben y todos se callan para ahorrarse unos pesos. Los supermercados chinos forman parte de una red mafiosa muy aceitada que tiene relaciones con distintos brazos del delito, en especial con los llamados "piratas del asfalto".

Si algo faltaba para certificar que esta sensación es una realidad fueron los operativos realizados en Mar del Plata el jueves pasado, cuando tres supermercados chinos de los más de 250 que abrieron en esta ciudad en los últimos cuatro años, fueron clausurados pero no por un motivo sino por varios: la mercadería que vendían era producto del robo de piratas del asfalto en asaltos a camiones realizados en febrero de 2018 en la autopista 25 de Mayo.

No era difícil imaginar que lo que estaban vendiendo estaba con su fecha de caducidad vencida y mire por donde se trataba nada menos que de 500 cajas de 400 gramos de leche para bebé, 300 paquetes de snacks, 50 yogures, 20 kilogramos de comida para perros, 30 paquetes de polenta y 50 sobres de salsa para pizza que fueron secuestrados.

Esa mercadería correspondía a un lote de contenedores destinados a la exportación en aquella fecha y desde entonces se comercializa por todo el territorio bonaerense.

Pero hay más, los empleados que fueron detenidos, Chen Benlong, Shi Jian Cheng y Hong Li, trabajaban de manera absolutamente ilegal, es decir no pagaban un solo impuesto ni cargas sociales. 

Este caso es sólo un ejemplo. En la calle se dice que "los vinos en los súper chinos están más baratos que en ningún otro sitio", y es verdad, a punto que personalmente comprobé que en el caso de una etiqueta muy conocida, el precio de venta en el negocio chino era más bajo que el que la bodega le vendía a sus distribuidores. 

Claramente esas botellas de vino tenían otro origen que no era precisamente su fabricante ni su distribuidor. Basta entrar a estos comercios para comprobar que la limpieza es más bien nula, que manipulan alimentos frescos de manera incorrecta sin tener en cuenta la cadena de la contaminación cruzada.

De hecho haga la prueba y pregúntele a un chino en un súper si sabe qué es la contaminación cruzada. Le dirán con ese tono que suena burlón "No entende, no entende" y ya está. 

Salvo que existan denuncias, como en el caso de Mar del Plata aquí expuesto, estos locales jamás reciben inspecciones del Ministerio de Trabajo, de Bromatología, de la AFIP, de los sindicatos, de ARBA, es como si hubieran hecho un pato de impunidad y para colmo le dan trabajo casi de manera exclusiva a sus compatriotas que tienen sin declarar y explican que son "familia, son familia ayuda un poco, nada más".

Cuál es el arreglo, dónde está el negocio, encima son una mafia organizada y el que no cumple con las cuotas previstas recibe amenaza, paliza o un balazo. Busque y dígame cuántos de los crímenes de las mafias chinas en supermercados se han esclarecido. Se asustará al saber que casi ninguno. 

Hace pocas horas, el empresario Antonio Toledo, propietario de una antigua y tradicional cadenas de tiendas y supermercados marplatenses, dijo que está harto y quiere cerrar todos sus negocios ante la situación del país a lo que se agrega el boom de los súper chinos de los que aseguró: "Allí tienes que pagar en efectivo porque no tienen un solo papel, nadie los controla". Y tiene razón Toledo, nadie los controla y nadie explica por qué. 

La policía de la provincia de Buenos Aires debería saber dónde están los depósitos en los que guardan la mercadería que compran casi regalada a los piratas del asfalto, pero es como el negocio de los desarmaderos de autos. ¿Callar es dinero?. Nadie investiga, no se hacen inspecciones nocturnas para saber si eso de que apagan las heladeras durante la noche es verdad o un mito aunque sí se han comprobado varios casos en los que desenchufan la cadena de frío para ahorrar energía aunque enfermen a la gente.

Esta situación comercial dispar tiene que terminar, nuestros pequeños comerciantes no soportan esta competencia desleal y sin control. 
Encima tenemos que oír esa fracesita tan odiosa a la hora de darte un vuelto de: "No tengo moneda, ¿queré caramelo?".

V. CORDERO