Buena Data en La Prensa

¿Pensamos en las niñas?

Por Myriam Mitrece y Carlos Ialorenzi

Tema difícil de abordar si los hay: abuso de menores, embarazo y aborto. 
Es al mismo tiempo obvio e indispensable enunciar expresamente que todo abuso a un niño es tremendo, degradante y fuertemente condenable. La instrumentalización de las personas, siempre es injusta, sobre todo si se trata de un menor indefenso.
Cuando pensamos en una niña, madre por abuso, el corazón se nos rompe, sentimos un dolor profundo mezclado con angustia, impotencia y bronca. Y casi lógicamente, se tiende a querer sacarla de esa situación sea como sea.
Siempre es necesario escuchar al corazón pero cuando el único motor para la comprensión de la realidad es el impacto, la emoción, el shock; la reflexión corre serios riesgos de tomar un camino equivocado.
Por eso, una postura equilibrada insta a escuchar a la ciencia y a quienes indagaron la realidad con suficiente profundidad como para ver más allá de lo presente. 

ESTADISTICA REVELADORA

Si bien no es frecuente que una mujer quede embarazada tras una violación callejera (por infertilidad natural cíclica, modificaciones hormonales por estrés o disfunciones del atacante), puede ser posible.
Cuando se trata de menores embarazadas, generalmente lo son por abusos reiterados más que violaciones ocasionales. Y generalmente se dan en ámbitos allegados a la víctima. Algo que no ha sido suficientemente investigado es qué sucede años después de un embarazo por violación. El libro Víctimas y vencedores de David Reardon y otros, relata uno de los pocos estudios que se hicieron sobre este tema. 
Se analizaron 192 casos de mujeres embarazadas por violacin o incesto, y 55 casos de adolescentes y adultos concebidos de este modo. Algunas abortaron, otras dieron a luz y criaron el bebé, otras lo dieron en adopción.
De las 56 mujeres que abortaron, seis prefirieron no hablar del aborto, una dijo no tener ningún remordimiento sobre su decisión; una dijo que creyó que era la decisión correcta pero ya no estaba segura, cuatro afirmaron tener remordimientos relacionados al aborto, y 44 explícitamente se arrepintieron.
De las mujeres violadas que abortaron, el 93% aseguró que sus abortos no solucionaron sus problemas y declararon que no se lo recomendarían a otras personas en su misma situación. Se dieron cuenta en carne propia que el aborto no revierte la violación.
En el caso de las mujeres que decidieron dar a luz, ninguna se arrepintió de esa decisión. En general, explicaron que los sentimientos hacia el bebé mejoran durante el embarazo y reconocen que él también es una víctima inocente igual que ellas. Más del 80 por ciento explícitamente expresó felicidad por haber permitido que sus hijos vivan. Ninguna declaró que no quisiera a su hijo ni que ahora deseara haber abortado.
En el caso de los 55 hijos concebidos por violación, algunos fueron criados por sus madres biológicas, y otros fueron dados en adopción. Ninguno respondió que hubiera preferido ser abortado. La mayoría afirmó tener vidas felices, sanas, productivas y normales, con las mismas vicisitudes de cualquier persona gestada en situaciones normales. Varios expresaron que les indignaba que haya gente que considerara que alguien concebido como ellos debiera ser abortado.

EN LA INFANCIA
Muchas veces el aborto es vivido como una continuación del abuso. De hecho, a veces lo encubre y se reitera una y otra vez.
Según un estudio del Instituto Elliot (Illinois), más del 24% de las mujeres que habían abortado, también habían sufrido violencia sexual en la infancia. Los patrones aprendidos son fuertes. Quién no recibi respeto y protección siendo frágil y vulnerable, ¿por qué habría de serlo con otro también frágil y vulnerable? Si su cuerpo fue tratado como objeto, ¿por qué no habría de serlo del mismo modo cualquier cosa que su cuerpo creara?
Todo abuso es grave, pero la violencia sexual, lo es mucho más. Hay un consenso social en que la violación es un crimen imperdonable, aún más que otras vejaciones. Se atribuye a San Jerónimo la sentencia Corruptio optimi, pessima (la corrupción de lo mejor es lo peor). Justamente, el horror a la violación nos dice que el acto sexual no es una diversión sin compromiso personal. Ese espanto es causado por la desnaturalización de una potencia naturalmente unida a la vida y al amor.

ES NECESARIO PROYECTAR

Volviendo al inicio. Cuando uno piensa en una niña que tiene que soportar nueve meses, un embarazo que no deseo, la circunscribe a lo inmediato. El dolor y el sufrimiento del aquí y ahora, pero no siempre llega a proyectar que esa niña será una mujer. Que posiblemente tendrá varios años por recorrer, pensamientos, deseos, recuerdos y que recibirá algunos de los consuelos que a casi todos les depara la vida.
El aborto nunca es la solución de nada. Es un fracaso en la contención de los débiles. Por un momento, no pensemos en el embrión o en el feto que en el aborto se juega la vida. Pensemos en la nena. Esa niña va a crecer y, si cuenta con la ayuda adecuada, podrá, quizás comprender, superar y elaborar algunas cosas, pero de otras no va a poder volver atrás.

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