La Unión Cívica Radical y las reformas constitucionales

Sería prudente conocer con anterioridad al proceso comicial de 2019 cuáles son las visiones que sobre la cuestión de las reformas que impulsa el kirchnerismo tienen los partidos políticos y coaliciones que se conformen.

POR DIEGO BAROVERO *

Cada tanto se oyen expresiones de dirigentes políticos de diversas tendencias que aluden a la posibilidad o la necesidad de abrir el proceso a una nueva reforma de la Constitución Nacional. Nuestra Constitución condensa gran parte de nuestra historia nacional en principios y valores y sus reformas (1860, 1866, 1898, 1957 y 1994), conforme al procedimiento previsto en el propio plexo la adaptaron temporalmente sin alterar su espíritu.

Recientemente se supo que desde el peronismo kirchnerista se impulsa una profunda reforma constitucional que pondría en jaque al sistema republicano de división de poderes, propio de los regímenes autoritarios y totalitarios.

Ciertos sectores oficialistas se quejan de las elecciones de medio término cada dos años de renovación parcial de las cámaras del Congreso de la Nación que a su juicio afectaría la gobernabilidad.

Ambas posturas ponen en riesgo la estabilidad del régimen constitucional argentino, ya que nuestra cultura política adolece de un defecto: cada gobierno intenta modificar el ordenamiento jurídico conforme a sus intereses y necesidades de coyuntura.

Sería prudente conocer con anterioridad al proceso comicial que se desarrollará durante el 2019 cuáles son las visiones que sobre la cuestión tienen los partidos políticos y coaliciones electorales que se conformen.


CONDUCTAS Y ANTECEDENTES

Quizá sirva como antecedente tener en cuenta cuáles fueron las conductas de las fuerzas políticas que protagonizaron nuestra historia constitucional.

En cuanto al peronismo ha tenido siempre una impronta reformista, condicionada generalmente a la necesidad de resolver la cuestión de la sucesión en el poder. Así sucedió con Perón en 1949, con Menem en 1994 y lo intentó Cristina Fernández de Kirchner antes de perder las elecciones de 2013 en la provincia de Buenos Aires.

Si enfocamos la atención en la UCR, el partido político más antiguo del país, siempre defendió la integridad de la Constitución y por ende, fue reacia a toda reforma circunstancial y utilitaria. En 1949 se opuso tenazmente a la reforma impuesta por el peronismo.

Su posterior adhesión a través del Núcleo de Coincidencias Básicas a la última reforma constitucional de 1994 le significó un alto grado de cuestionamiento en la sociedad, si bien es claro que su líder Raúl Alfonsín, procuró sin afectar el bloque dogmático liberal de nuestra Carta Magna, atemperar el presidencialismo vigente e impulsar institutos del constitucionalismo moderno.

Vale señalar que la actitud militante del radicalismo por la vigencia de la Constitución Nacional encuentra sustento en uno de sus principios doctrinarios prefundacionales, siguiendo al historiador y especialista en doctrina del radicalismo Eduardo Bautista Pondé (Doctrina de la UCR, Instituto Yrigoyeneano, 1989). Desde su surgimiento en 1891 la UCR no cuestionó la Constitución de 1853/60 sino que reclamó su vigencia y en función a ello recurrió a dos modalidades de lucha política: la revolución y la abstención electoral. El programa radical estaba sintetizado en el estricto cumplimento de la Constitución.

Uno de los artífices de la Constitución de 1853 fue Bernardo de Irigoyen, cofundador del radicalismo y primer gobernador radical de la Provincia de Buenos Aires. Otro de sus fundadores, Aristóbulo del Valle, maestro del derecho constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, fue uno de los más lúcidos exponentes del pensamiento constitucional.

Leandro Alem fue un estudioso del Derecho Constitucional, como lo muestran sus discursos parlamentarios que trasmiten su admiración por el pensamiento de Alberdi y compartía con del Valle el criterio de que la Constitución ordenaba el imperio de la democracia. Y esa fue también la prédica sostenida de Hipólito Yrigoyen, que había estudiado derecho constitucional con José Manuel Estrada y fue un devoto de la Constitución de 1853 y de la obra de uno de sus autores: Mariano Fragueiro.

Yrigoyen no vio jamás con simpatía las iniciativas tendientes a la reforma constitucional, pese a sus ideas innovadoras. Desde la oposición reclamó el cumplimiento de la Constitución y no propició reformas cuando estuvo en el gobierno, como tampoco lo hicieron otros presidentes radicales como Alvear, Frondizi, Illia y De la Rúa.

En términos generales el radicalismo no fue propicio a las reformas constitucionales. Con haber conseguido la ley del voto universal, secreto y obligatorio consideró completado el proceso de constitucionalización del país haciendo efectivo el principio de gobierno republicano y representativo basado en la Democracia.


* Presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano.