Alopecia: un camino de reencuentro con la femineidad

Tras haber quedado completamente calva, Patricia Nivelet decidió convertirse en una fuente de inspiración para muchas otras mujeres que deben atravesar lo mismo. Las dudas, los temores y la superación en primera persona.

La alopecia fue descrita por primera vez por el escritor de temas médicos Aulus Cornelius Celsus en el año 30 dC, quien caracterizó la afección como "la calvicie total en personas de todas las edades". Pero fue el dermatólogo francés Raymond J. Adrien Sabouraud (1864 - 1938) quien le puso nombre a la patología, valiéndose del término "Alopex" (zorra), que se refiere a la característica del animal de mudar su pelo dos veces al año.

Entre las alopecias más comunes se encuentra la del tipo areata (AA), en la cual la pérdida de pelo se da especialmente en la cabeza. Las placas de alopecia son asintomáticas, redondeadas u ovales sin signos inflamatorios. También pueden extenderse por todo el cuero cabelludo, dando lugar a la alopecia areata total o afectar la totalidad de la superficie corporal, lo cual se conoce como alopecia universal.

Hasta el día de hoy no existe ningún tratamiento médico consistentemente efectivo para remediar la alopecia. Se trata de una enfermedad que puede afectar en gran medida la calidad de vida de los pacientes que la sufren por lo que no puede ser considerada como una patología meramente estética sino que debe recibir la misma importancia médica que otro tipo de enfermedades.

La gran mayoría de las veces no hay una causa determinante de la alopecia y así como se presenta espontáneamente en cualquier momento de la vida, puede resolverse de la misma manera.

Esta enfermedad se produce cuando el sistema inmune repele con anticuerpos los folículos capilares de la persona. Si bien hay tratamientos para reactivar los folículos pilosos debajo de la piel, éstos no pueden considerarse una cura. 

PROFUNDO IMPACTO

La alopecia areata no es dolorosa ni amenazante para la vida pero la magnitud del cambio que genera puede ocasionar impactos profundos en el estado psicológico de los pacientes y sus relaciones.

En el caso de la alopecia femenina, las repercusiones son siempre negativas. A diferencia del varón, la sociedad no admite que una mujer pueda quedarse calva y por eso las repercusiones psicológicas son mucho mayores.

El estereotipo clásico impone que las mujeres deben tener estupendas cabelleras, sacadas de cuadros renacentistas o de propagandas de shampoo, pero en la vida real no siempre es así.
¿Cómo se lidia entonces con este cambio súbito? "No se trata de rendirse, sino de saber absorber el golpe", asegura la francesa Patricia Nivelet, fundadora del innovador movimiento "Acepta tu peluca" (www.acceptetaperruque.com).

"No sabía que una mujer pudiese quedar calva. Cuando mi peluquero descubrió mi primera placa jamás imaginé que fuera a terminar usando una peluca el resto de mi vida", recuerda Nivelet, quien optó por hacer de su experiencia un motor para inspirar y apoyar a otras mujeres que atraviesan lo mismo.

"En 1990, cuando perdí todo mi cabello, la calvicie sólo se asociaba a efectos secundarios de la quimioterapia o de otros padecimientos graves y debía vivirse como un secreto, como un tabú. No se hablaba de esta enfermedad y en esa época el Sida hacía su aparición", añade.

"Por supuesto, sin pelo me sentí muy mal. Viví mi calvicie como un castigo. Me preguntaba qué era lo que había hecho mal y pensé en esas mujeres rasuradas durante la Segunda Guerra Mundial como punición por haber convivido con soldados alemanes. Creo que sentí deseos de morir... ¿pero morir a causa de no tener pelo?", confiesa.

Tiempo más tarde, Nivelet supo que la pérdida de su cabello era considerada una enfermedad autoinmune. "Mis análisis de sangre sólo mostraban una carencia de hierro. En esa época trabajaba mucho y era una mamá joven de un pequeño hijo, muy temerosa y con poca confianza en mí misma. En mi caso, nadie encontró razones médicas o psicológicas que justificaran semejante padecimiento", rememora.

La imagen en el espejo sin cabellos, sin cejas ni pestañas, es terrible. Una se siente como un fantasma, una extraterrestre, rara... admite esta ex maestra de escuela y actual asesora de imagen.

"Al comenzar a usar mi peluca me sentí como haciendo trampa a los demás. Yo no era esa que ellos estaban viendo. Fue angustiante sentirme engañando a los otros al usar una peluca por no tener cabello y durante ese tiempo tuve la impresión de que todos me miraban y se daban cuenta. Mi comportamiento se volvió extraño y mis gestos poco naturales", narra con naturalidad para luego agregar: "Tardé mucho en lograr "aceptarla" y poder comenzar a vivir normalmente y sin miedo. Cuando por fin logré dejar de ver mi peluca como una "peluca", nadie más la percibió y dejé de prestarle atención a la mirada de los otros".

TIEMPO DE REFLEXION

Precisamente esto es lo que actualmente Nivelet busca transmitir a las mujeres que deben llevar una peluca. Para comenzar, ayudarlas sobre el "modo" de empleo de la peluca y durante ese proceso invitarlas a reflexionar juntas.

En ese sentido, hace hincapié en que usar peluca no cambiará la esencia de las mujeres que empiezan a usarla: "Cada una tiene sus talentos y ser mujer no es cuestión de cabellos. Una puede hacer de todo con una peluca y sentirse libre: enamorarse, practicar deporte, ir a nadar, ir a la playa... ahí estoy yo para darles esa seguridad y para lograrlo juntas. De esto se trata "Acepta tu peluca": dar con una peluca en el talle adecuado, con el color, el corte, el volumen y el peinado perfecto, probar juntas accesorios, gel o spray y sombreros".

Otro rasgo distintivo de esta inspiradora mujer es su humor, un ingrediente clave a la hora de salir adelante en momentos de zozobra. "Nadie mira a una mujer mal peinada -dice entre risas- pero con una peluca una está siempre perfecta. Muchas veces me preguntan quién es mi peluquero pues quisieran tener el mismo corte o el mismo color de "mis" cabellos".

La creadora de "Acepta tu peluca" no duda en compartir generosamente muchas de sus vivencias personales: "Adoro preservar los gestos que solía hacer cuando tenía mi pelo, peinarme con los dedos, recuperar esa sensación... y todo eso lo mantengo gracias a mi peluca. Con el tiempo, también se encuentra el tipo de ropa que completa el estilo capilar y una se vuelve a descubrir".

En la actualidad, Nivelet se siente orgullosa del camino recorrido al haber podido ayudar a muchas personas que se vieron obligadas a usar una peluca, por ejemplo, durante un tratamiento de quimioterapia. Las pudo inspirar.

"Ni los médicos ni los protesistas capilares conocen bien todas las respuestas, ya que no viven a diario con una peluca puesta. Yo he encontrado las respuestas pues todos los días me hice esas preguntas. Perdí 15 años de mi vida hasta volver a sentirme viva, seductora, mujer... quiero hacerle ganar tiempo de vida a todas las otras mujeres que estén pasando por esto", concluye.