EL CONTROL EFECTIVO Y TOTAL DE LA SOCIEDAD CIVIL Y POLITICA ES LO QUE REALMENTE BUSCAN LOS NEOBOLCHEVIQUES

El comunismo real

"¡Ja! Ja! ¡Estos idiotas piensan que lo que queremos es controlar la economía! Lo que queremos es controlar sus cerebros, sus corazones, sus vidas".

POR Olavo de Carvalho *

 
En los diccionarios y en la cabeza del intelectual semianalfabeto de las universidades, la diferencia entre capitalismo y comunismo es la de un modo de producción, o, más específicamente, la de la "propiedad de los medios de producción", privada en un caso, pública en el caso otra. Pero eso es la autodefinición que el comunismo se da a sí mismo: es un lema ideológico, un símbolo aglutinador de la militancia, no una definición objetiva. 

Si hasta los adversarios del comunismo la aceptan, esto sólo prueba que se dejaron dominar mentalmente por aquellos que los odian. Y ese dominio es precisamente aquello que, en el vocabulario de la estrategia comunista, se llama hegemonía.

QUIMERA

Objetivamente, la estatización completa de los medios de producción nunca existió ni nunca existirá: es una imposibilidad económica pura y simple. Ludwig von Mises ya lo demostró en 1921 y, tras unos débiles intentos, los comunistas desistieron de oponerse: sabían y saben que tenía razón.

En todos los regímenes comunistas del mundo, una parte considerable de la economía siempre se ha conservado en manos de inversores privados. Al principio, clandestinamente, bajo la vista gorda de un gobierno consciente de que la economía no sobrevivir sin eso. Más tarde, declarada y oficialmente, bajo el nombre de perestroika o cualquier otro. Todo indica que la participación del capital privado en la economía llegó incluso a ser mayor en algunos regímenes comunistas que en varias naciones consideradas como capitalistas.

Esto muestra, con la mayor claridad posible, que el comunismo no es un modo de producción, no es un sistema de propiedad de los medios de producción. Es un movimiento político que tiene un objetivo totalmente diferente y al que el símbolo "propiedad pública de los medios de producción" sólo sirve de pretexto hipnótico para el control de las masas: es la zanahoria que atrae el burro para acá y para allá, sin que él jamás llegue o pueda llegar al prometidísimo e inviabilísimo modo de producción comunista.

Sin embargo, si dejan la iniciativa privada a la suelta, por saber que la economía es por naturaleza la parte más incontrolable de la vida social, todos los gobiernos comunistas de todos los continentes han hecho lo posible y lo imposible para controlar lo que sea controlable, que no dependía de casualidades imprevisibles sino del funcionamiento de unos pocos canales de acción directamente accesibles a la intervención gubernamental.

Estos canales son: los partidos y movimientos políticos, los medios, la educación popular, la religión y las instituciones de cultura. Dominando un número limitado de organizaciones y grupos, el gobierno comunista podía así controlar directamente la política y el comportamiento de toda la sociedad civil, sin la menor necesidad de ejercer un imposible control igualmente draconiano sobre la producción, la distribución y el comercio de bienes y, servicios.

Esta es la definición real del comunismo: control efectivo y total de la sociedad civil y política, bajo el pretexto de un modo de producción cuyo advenimiento continuará y tendrá que seguir siendo pospuesto por los siglos de los siglos.

MARX REFUTADO

La práctica real del comunismo trae consigo el total desmentido del principio básico que le da fundamento teórico: el principio de que la política, la cultura y la vida social en general dependen del modo de producción. Si dependieran, un gobierno comunista no podría sobrevivir por mucho tiempo sin estatizar por completo la propiedad de los medios de producción. Al contrario, el comunismo sólo ha sobrevivido, y sobrevive aún, de su capacidad de posponer indefinidamente el cumplimiento de esa promesa absurda. Esta, por lo tanto, no es su esencia ni su definición: es el falso pretexto de que se utiliza para controlar dictatoriamente la sociedad.

Romper sus promesas no es, por tanto, una desviación del programa comunista: es su esencia, su naturaleza permanente, la condición misma de su subsistencia.

Comprensiblemente, es ese mismo carácter doble y resbaladizo que le permite engañar no sólo la masa de sus adeptos y militantes, sino hasta sus enemigos declarados: los empresarios capitalistas. Tan pronto estos se dejan persuadir del precepto marxista de que el modo de producción determina el curso de la vida social y política (y es casi imposible que no acaben convencendose de ello, dado que la economía es su esfera de acción propia y el foco mayor de sus intereses), la conclusión que sacan de ello es que, mientras esté garantizada un cierto margen de acción para la iniciativa privada, el comunismo seguirá siendo una amenaza vaga, distante e incluso puramente imaginaria. 
Mientras tanto, van dejando al gobierno comunista ir invadiendo y dominando áreas cada vez más amplias de la sociedad civil y de la política, hasta llegar al punto en que la única libertad que queda -para unos pocos ciertamente- es la de ganar dinero. Con la condición de que sean buenos niños y no usen el dinero como medio para conquistar otras libertades.

A la primera señal de que un empresario, confiado en el dinero, se atreve a tener sus propias opiniones, o a dejar que sus empleados las tengan, el gobierno trata de hacerle recordar que no pasa del beneficiario provisional de una concesión estatal que puede ser revocada en cualquier momento.

Es así que un gobierno comunista va dominando todo en torno, sin que nadie desee admitir que ya está viviendo bajo una dictadura comunista. Por detrás, los comunistas más experimentados se ríen: 

"¡Ja! Ja! ¡Estos idiotas piensan que lo que queremos es controlar la economía! Lo que queremos es controlar sus cerebros, sus corazones, sus vidas".
Y ya controlan.

* Filosófo y escritor brasileño, hombre de consulta del presidente electo Jair Bolsonaro. El lector podrá encontrar más artículos de opinión del profesor De Carvalho en http://www.olavodecarvalho.org