"Hoy la izquierda es el statu quo"

Entrevista a Nicolás Márquez y Agustín Laje, símbolos de la nueva incorrección política. Gracias a un libro que apareció en el momento justo, el dúo lleva dos años dando conferencias por toda América contra el feminismo y la ideología de género. Aquí definen sus ideas e identifican a adversarios y posibles aliados.

Por fuera de la atención de los grandes medios, pero con notable presencia en las redes sociales, Nicolás Márquez y Agustín Laje terminaron por encarnar en los últimos años una forma de resistencia visible a la ola progresista que promueve causas como el aborto, el feminismo extremo o la ideología de género. La excusa fue El libro negro de la nueva izquierda, que publicaron a fines de 2016. Pero el fenómeno trascendió la obra y convirtió a los autores en los abanderados de un movimiento heterogéneo pero con objetivos comunes.

El dúo lleva casi dos años ofreciendo conferencias por toda Hispanoamérica (sólo en 2018 dieron unas 300 charlas). Su oratoria desafiante, provocadora, cautivó a un público mayormente joven, muy diferente del que solía seguirlos cuando sus libros trataban sobre temas como el relato tendencioso de la década de 1970 o la vida de Evo Morales. Ahora incluso los tientan con la política y ya empezaron a despertar la curiosidad -casi siempre maliciosa- del periodismo tradicional.

En esta entrevista Márquez (Ramos Mejía, 1975) y Laje (Córdoba, 1989) hablan del fenómeno que representan, pero también definen sus ideas y delimitan el alcance de la "batalla cultural" que se proponen seguir librando.

-¿Se puede explicar parte de su éxito a partir de lo que se conoce como "incorrección política"? ¿Se vinculan con otros fenómenos similares en el extranjero como Trump, Salvini en Italia o ahora Vox en España?

-Márquez: Creo que las redes sociales desafían a los medios tradicionales y ahí hay una masa poblacional que no se siente representada por los medios que son todos más o menos iguales. Entonces abreva en las redes. Nosotros las usamos constantemente, y son el vehículo por el que podemos manifestar esa incorrección.

-Laje: El fenómeno de la corrección o de la incorrección política tiene que ver con un tipo de práctica de las izquierdas, que de alguna forma abandonan los discursos propiamente políticos y se meten en una moralina social. Las izquierdas hoy ofician de nuevos inquisidores. Ellos son los que establecen lo que está bien y lo que está mal. Esta agenda lleva ya varios años y hay gente que explota. Dice: "Cuánto tiempo más me sigo sometiendo a esta policía del pensamiento".

-Márquez: Los fenómenos políticos que ustedes señalan ocurren porque la gente se harta y ve una especie de pelea entre Coca-Cola y Pepsi donde todo tiene más o menos el mismo gusto. Esto sucede porque los partidos tradicionales de centroderecha, por cobardía, por pereza o por ignorancia, le han cedido a la izquierda cultural todo. Total, la izquierda ya no expropia latifundios, ya no va más por la lucha de clases y la estatización de los medios de producción, sólo te impone una agenda cultural.

EL TONO

-Hay un público de diferentes extracciones que se siente representado en ese tono desafiante, provocador, que ustedes usan. ¿Lo ven así?

-Laje: Y esa es la receta del éxito. Hoy en día en cada conferencia que damos, el 80% del público es sub-30. Y eso es por el estilo. Porque se puede hablar exactamente de lo mismo pero en un tono conciliador, hiper-amable, correcto políticamente, pero los jóvenes buscan otra cosa. Los jóvenes siempre han buscado eso. El motor de la izquierda siempre fue la pasión, la épica, la rebeldía, la idea de cambiar el mundo. Ahora la izquierda está perdiendo la fuerza en ese plano. Porque es ilusorio pensar que uno está dándole una lucha al statu quo cuando recibe plata de la ONU, de Planned Parenthood, de Open Society de George Soros, cuando habla igual que todos los partidos políticos organizados y que todos los grandes medios de comunicación, cuando sus ideologías se ven manifestadas en la producción de Hollywood, de Netflix. Hoy, culturalmente, la izquierda es el statu quo. Y ser el statu quo para un joven es un poco incómodo.

-¿Y cómo explican ustedes esa contradicción, la de una izquierda que defiende el statu quo?

-Márquez: Porque son el statu quo. Como la lucha ya no es más de clases, es una lucha meramente cultural. No quiero dar nombres, pero ¿quién sería un representante del progresismo? Luis Novaresio. Un tipo que tiene un programa en los canales centrales, hace radio en los lugares centrales...

-Laje: Es homosexual...

-Márquez: ...tiene una tendencia que él mismo asume como tal. Entonces, un tipo progresista, ¿se va a rebelar? El tiene además todos los medios a su disposición, todos los argumentos a su disposición, y nosotros somos los leprosos del siglo XXI.

-Laje: El progresismo puede ser culturalmente hegemónico hoy porque no tiene la capacidad para socavar las estructuras económicas actuales. Es decir, si los ultracapitalistas, digamos, le dan al progresismo la concesión de ser los representantes de la cultura y pedir por una sociedad sin sexos, que eso es la ideología de género, "nos salvamos de que sigan rompiendo las pelotas con una sociedad sin clases en las cuales nos atacan a los que tenemos plata". Hay ahí también un negocio, digamos. "Ustedes son los dueños de la cultura, pero con la cultura, por lo menos a corto plazo, no van a poner en jaque al sistema económico de mercado".

-Dirían que son usados.

-Laje: Son usados y les inyectan mucha plata. Hay una simbiosis entre los grandes capitales y el progresismo actual, sin lugar a dudas. Son inofensivos para las estructuras, digamos... económicas. No es igual la revolución del feminismo que la revolución de Lenin. La revolución del feminismo es peligrosa en la medida en que atenta contra instituciones de la civilización como la familia, atenta contra la vida, atenta contra la libertad, pero económicamente no tiene al sistema como su blanco número uno.

-O incluso lo favorece porque al haber menos población...

-Laje: Sí, incluso hasta lo favorece. Hoy toda la publicidad es LGBT. ¿Por qué? Porque ya se confirmó que vende. Tenemos un nuevo mercado que es el de las hormonas, que nos compran los Estados para sus políticas de género, vendemos los abortos legalizados. Hay toda una revolución cultural que a corto plazo es rentable. A mediano y a largo plazo puede generar algunos conflictos, como ya está viéndose en España, donde importan gente de otras culturas, fundamentalmente islámicos.

DEFINICIONES

-Entre sus seguidores hay liberales, conservadores y nacionalistas. Y ustedes, ¿cómo se definen?
-Márquez: Yo me defino como una persona de derecha liberal. Porque estoy en contra de la limitación de la libertad. Una derecha liberal, que para simplificar sería la de un conservador.
-Laje: Doctrinariamente, yo diría un liberal clásico. Derechista en la medida en que considero interesante, necesario y fructífero el diálogo con las otras ramas de la derecha. Me asumo políticamente derechista y doctrinariamente liberal clásico.

-Y en un sentido religioso. ¿Los dos son católicos?

-Laje y Márquez: Católicos.

-¿Son creyentes, practicantes?

-Márquez: Somos practicantes del pecado (risas). Sí, somos creyentes... La religión es algo que está muy presente, y que vivimos, cada uno de nosotros, de manera individual. A pesar de que nunca argumentamos con la religión. Nosotros no vamos a decir: "Esto es así porque así lo dice una carta de San Pablo a los Corintios".

-Laje: Tenemos público de iglesias que tienen la idea de que nosotros escribimos este libro porque estábamos viendo los ataques contra la religión y como somos muy religiosos entonces quisimos hacer un libro contra eso y para defender a la Iglesia y al dogma católico...Y la verdad es que llegamos acá por lo mismo que hicimos todos los otros libros anteriores. Todos esos libros tienen un hilo conductor que es el ataque intelectual hacia las izquierdas. Y veíamos que la izquierda tomaba este sendero, entonces atacamos ahí. Ahora, tres años más tarde, en mi caso, y hasta donde sé en el de Nicolás también, hemos tenido alguna cercanía mayor con la religión, probablemente por estar cada vez más en contacto con grupos religiosos y también por las presiones propias de esta lucha.

-Márquez: Muchos dicen que esta lucha es política, es ideológica pero que también es espiritual. Y yo siento que es espiritual también. Yo siento la carga.

"MARXISMO CULTURAL"

-Lo que ustedes llaman "marxismo cultural", ¿qué es lo que ataca?

-Laje: "Marxismo cultural" es un concepto políticamente interesante pero académicamente inexacto. Es inexacto porque pensar que Marx hubiese pensado en una revolución cultural, es un contrasentido en la medida en que la filosofía de Marx no era idealista sino materialista. La idea de Marx era justamente que las revoluciones no son culturales, las revoluciones son de clases, materiales, al nivel de la base social, de las estructuras económicas. Eso es Marx. Entonces, adjuntarle la idea de una revolución cultural sería quizás un tanto injusto académicamente con Marx. Ahora, políticamente resume muy bien el espíritu de los nuevos intelectuales, de las nuevas izquierdas, porque habiendo partido de Marx, trastocan tanto a Marx, le dan tanta vuelta, lo repudian en muchas cuestiones, (que) terminan postulando la idea de una revolución ya no al nivel de las clases sociales sino de los grupos que se definen en la esfera cultural.

-La pregunta apuntaba a que todas estas iniciativas tratan de socavar o subvertir un orden social dado. Ahora, ¿cómo definen ustedes ese orden?

-Márquez: Nosotros decimos que esta civilización, con matices, con imperfecciones, con diferentes características locales, es occidental y cristiana. Para hacer una revolución cultural lo que hay que atacar es la tradición cultural de una civilización.

-El interrogante se relaciona con este otro: si uno corre del medio a la religión, ¿qué queda? ¿Por qué habría alguien de molestarse de que hubiera sociedades conformadas por grandes grupos de homosexuales, por ejemplo?

-Laje: Porque para hacer eso lo que necesitás es la intromisión de un Estado cada vez más autoritario. Occidente se ha regido en general por la idea de organizar un orden social que avance de forma espontánea. Esto es, que no haya ninguna cúspide, que no haya ninguna cabeza rectora que diga "acá tenemos que hacer esto" sino que las cosas se vayan dando conforme las interacciones libres de los seres humanos. Un caso es el lenguaje. El lenguaje no es un invento de nadie. Es el fruto de la libertad humana, de la acción comunicativa de todos los días de los seres humanos. Y ahora resulta que tenemos que edificar un nuevo lenguaje porque el que edificamos libremente excluye a la gente y ahora un grupo de iluminados nos enseñan que somos tan tontos que no nos dimos cuenta que estábamos hablando mal cada vez que hablábamos. Y entonces tenemos que pagarles a esos iluminados para que tengan su programa de televisión, como este programa "Todes", o sus cursos en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para reeducar a la gente a hablar. No hay ideología de género sin estatismo.

PAPEL DEL ESTADO

-Es cierto que la intervención del Estado ayuda y fomenta eso. Ahora, hay otras formas de hacerlo. El aborto, por caso. Nació fomentado por diversos factores no estatales, y va de abajo hacia arriba. La debilidad del sistema está en que cuando esas individualidades, por moda, por financiación extranjera, por lo que fuera, son mayoritarias, pueden imponerse al Estado. Y habiendo quitado del medio a la religión, no hay razones para poner un límite. Es decir, ¿por qué no concederle a una mayoría de abortistas que el aborto sea legal? ¿Por qué no conceder a una mayoría, tal vez inexistente, que el matrimonio homosexual sea legal?

-Márquez: Pero también hay estructuras supranacionales que presionan. Entonces la clase política está metida en un brete, entre las manifestaciones bulliciosas y el poder supranacional. O sea, no es solamente un clamor popular. O en todo caso es un clamor popular artificial porque hay mucha financiación que le da mucha plata a estas organizaciones de base.

-Laje: Aun así, si fuese algo solamente de abajo hacia arriba...tomar el extremo del ideal de la democracia, consistente en "vox populi, vox dei", ha llevado a Hitler al poder, por ejemplo. Entonces los límites tendrían que estar antes de aquello de que "lo que las mayorías establecen es lo bueno, es lo correcto, es lo cierto". Para eso existen límites constitucionales, por ejemplo.

-Pero eso es variable.

-Laje: Sí, pero es más complicado de hacer variar que una ley común y corriente. Aun así, es peligroso para la libertad del ser humano tener una democracia en la cual la mayoría digita absolutamente todo por el peso del número, puede poner en juego la vida, la libertad, la libertad de opinión de la gente. Por eso el sistema democrático es bueno como metodología pero no como ideal.

-La duda es si no hay cosas que son intrínsecamente malas o intrínsecamente buenas...al margen de las constituciones, al margen de la ley. Porque como ley puede aprobarse cualquier cosa.
-Laje: Ha habido varias interpretaciones sobre eso. Primero una interpretación más bien medieval, digamos, en que lo bueno y lo malo tenía un fundamento duro que era Dios. La modernidad socava a Dios y deja al hombre en un estado de confusión tal que tiene que apelar a la razón para reestructurar todo el sistema moral, y más o menos lo puede hacer. Y después va a venir la posmodernidad, donde se dice que lo bueno y lo malo no existe. Y así es hoy. Lo bueno y lo malo en verdad no existen. Todo depende de cómo el discurso construye lo bueno y lo malo. Entonces esto termina siendo una guerra cultural por el discurso público.

-Márquez: Volviendo a Novaresio (risas). Cuando fue a disertar sobre el aborto dijo que la vida o la muerte son construcciones culturales. No son verdades objetivas.

-La pregunta es cuáles son realmente los dos bandos...

-Laje: Bueno, acá se ha perdido todo punto de referencia a partir de lo cual podamos especificar qué es lo bueno y qué lo malo. Y eso es uno de los frutos perversos de la...posmodernidad, en la cual estos grupos se circunscriben en sus teorías y sus prácticas. Para ellos, un feto es un "saco de células". ¿Y qué rigor científico tiene eso? Ninguno, pero no importa. Lo que importa es la posverdad. Y sin verdad no hay moral.