Los fantasmas del pasado

El nacimiento de la democracia argentina

Uno de los episodios más conocidos y conflictivos de la historia argentina se gestó al poco tiempo de la Revolución de Mayo. Fue, naturalmente, el decreto de supresión de honores al presidente de la Junta de Gobierno, elaborado por el secretario Mariano Moreno al día siguiente del escándalo en el cuartel de Patricios.

Si bien el documento fue producto de un episodio circunstancial, ha quedado, sin embargo, como una base constructiva sobre la cual se edificó el lento edificio de la democracia argentina. Si se relee la parte sustancial de su texto, fácil es apreciar tanto el temperamento fogoso de su autor como la ardiente inspiración patriótica de algo que bien podría conceptuarse como una oración cívica.

"Se prohíbe todo brindis -rezaba-, viva o aclamación pública en favor de individuos particulares de la Junta. Si éstos son justos, vivirán en el corazón de sus conciudadanos: ellos no aprecian bocas que han sido profanadas con elogio de los tiranos"."No se podrá brindar sino por la patria, por sus derechos, por la gloria de nuestras armas, y por objetos generales concernientes a la pública felicidad".  "Toda persona que brindase por algún individuo particular de la Junta, será desterrado por seis años".


"Habiendo echado un brindis don Atanasio Duarte, con que ofendió la probidad del presidente y atacó los derechos de la patria, debía perecer en un cadalso: por el estado de embriaguez en que se hallaba, se le perdona la vida; pero se le destierra perpetuamente de esta ciudad; porque un habitante de Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener impresiones contra la libertad de su país".

EL BANQUETE

Es curioso que los contemporáneos de los hechos no concuerden en sus respectivos testimonios. Según Ignacio Núñez -celebérrimo autor de las Noticias Históricas, originalmente Entretenimientos-, el 5 de diciembre de 1810 por la noche se realizó un banquete en el cuartel de Patricios, con el objeto de celebrar el triunfo de Suipacha verificado el mes anterior. ""...la concurrencia fue tan extraordinaria como marcada su composición -acataba Núñez-, notándose en ella principalmente los amigos y partidarios del presidente: los centinelas de la portada no dejaban entrar al paisanaje sino ciertas y determinadas personas, mientras que la portada estaba libre para todo el que vestía uniforme militar". 

Cabe aclarar que el autor de esas líneas era conocido por su morenismo militante y su antipatía hacia el presidente Saavedra, lo cual puede explicar parcialmente algunos de sus conceptos.
Cuenta seguidamente Núñez que Mariano Moreno "trató de penetrar sin pedir permiso al centinela", y no pudiéndolo hacer, se retiró, enterándose a las dos horas del brindis de Duarte: "Entre las aclamaciones y los brindis que se prodigaron al presidente, se distinguió el de don Atanasio Duarte, capitán de húsares, natural de Montevideo, hombre de una vida licenciosa y de un carácter insolente, el que tomó del ramillete que cubría la sala principal del cuartel una corona de dulce. Llamó la atención del concurso a un brindis que quería proponer, colocó la corona en la cabeza de la señora doña Saturnina, esposa del presidente, y gritó: ¡Viva el emperador de América!".