Grandes temas de la historia

La derecha y la izquierda como categorías religioso-políticas

Por Francisco García Bazán *

Se suele recordar a menudo el episodio histórico que dio origen a las denominaciones políticas de "izquierda" y de "derecha" en el París revolucionario.
En la sesión del 25 de setiembre de 1792, día también muy próximo a las tristemente evocadas como "matanzas de Setiembre", la Cámara de la Convención Nacional proclamó la República Francesa. Entre los miembros que predominaban en la ocasión, sobresalían los representantes del club o grupo de los jacobinos, designados como montagnards o izquierdistas, y que ocuparon el ala izquierda de los lugares altos del Parlamento. Los diputados de la Gironda, los girondinos, sin embargo, se sentaron a la derecha. En el centro se acomodaba el nucleamiento llamado de Plaine o Marais.

Aquélla fue una fecha memorable, en la que se suprimieron los tratamientos, se adoptó el tuteo entre los convencionales y todos se consideraron como ciudadanos. La medida alcanzó a Luis XVI, quien de este modo pudo ser juzgado como el ciudadano Luis Capeto, condenado a muerte y ejecutado más tarde. El régimen del Terror prosiguió implacable, pese a las tentativas moderadoras de los girondinos. Tan demócratas en lo esencial eran los jacobinos como los girondinos, pero sus comportamientos diferentes hicieron que sus respectivos apelativos, pronto se consideraran como sustantivos antónimos. Pero no sólo debe advertirse el hecho, sino que asimismo puede sospecharse que las designaciones opuestas y valorativas de "izquierda" y "derecha" que se les adscribieron a los respectivos grupos, no eran la obra del simple azar, sino que respondían a dictados de una caracterización cualitativa que correspondía relativamente a cada una de las facciones y que, por lo tanto, más allá de las circunstancias se adaptaba a los tipos de significado contrapuesto que simbolizan la "izquierda" y la "derecha": el jacobino como una síntesis del individuo extremista y radicalizado, a causa de su carácter demagógico, exaltado y sanguinario; el girondino igualmente propulsor de los derechos y progresos libertarios, pero apoyando su postura sin hostilidad hacia el pasado y con estudiada mesura.

LA IZQUIERDA Y LA DERECHA HEGELIANA
Cuando cuatro décadas después de la anécdota histórica referida, David Strauss con su crítica a la filosofía de la religión de Hegel en "La vida de Jesús", echa los cimientos de la polémica que promoverá la aparición de los hegelianos ortodoxos (Bruno Bauer) y los Jóvenes hegelianos (el mismo Strauss, L. Feuerbach, F. Engels, C. Marx), estaba permitiendo la canalización de la distinción reanimada en la Convención francesa, dentro del pensamiento filosófico alemán.
Sólo que la adaptación se operaba ahora amoldándose al momento histórico de una sociedad que había ingresado sin transiciones en la era industrial y que había recibido las ideas del socialismo saintsimoniano.

Por ese motivo la resultante de la mezcla ideológica llega a ser bastante familiar para el lector e intérprete politizado de nuestros días: la derecha hegeliana, como sostén del sistema del filósofo, conservadora de este modo del valor absoluto de la religión cristiana y del Estado prusiano, lo que leído en clave socio-económica venía a ser la representación mental del bloque reaccionario del capitalismo (nobleza, clero y burguesía); y la izquierda hegeliana, adherida, por su parte, al desarrollo dialéctico de la historia y al devenir incesante y continuo, o sea, el rostro intelectual del proletariado.

F. Engels, dócilmente influido por la lectura de Strauss, lo expresaba así moviéndose todavía en el plano de la especulación: "La doctrina de Hegel, tomada en su conjunto, dejaba abundante margen para que en ella se albergasen las más diversas ideas prácticas de partido; y en la Alemania teórica de aquel entonces había sobre todo dos cosas que tenían una importancia práctica: la religión y la política. Quien hiciese hincapié en el sistema de Hegel podía ser bastante conservador en ambos terrenos; quien considerase como lo primordial el método dialéctico, podía figurar, tanto en el aspecto religioso como en el aspecto político, en la extrema oposición" (L. Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana).

ESQUEMA COSMOVISIONAL
Se comprende, entonces, que tampoco es incoherente clasificar a los escritores franceses de la Restauración en la derecha, así como a los políticos de l"Action franaise y a los partidarios de las ideologías nacional-socialista, fascista y falangista.

En realidad, se trata de diversas especies de un género o esquema cosmovisional común, que se distingue y opone a su visión antagónica, la izquierda, y que se torna explícito en principios como los siguientes: No es posible que lo alto venga de lo bajo, como resulta sin sentido que lo interior proceda de lo exterior, el centro de la periferia, lo superior de lo inferior, la forma de lo informe, el espíritu de la materia, etcétera. En resumen, hay lo firme y lo mudable, y lo primero razonablemente no puede estar subordinado a lo segundo.

En el concluido siglo XX, la obra de un pensador que se coloca en una perspectiva que está claramente por encima del horizonte político, René Guénon, ha sido un brillante modelo expositor de esta disposición cultural de derecha, desbordando inclusive con su concepción de la tradición perenne y universal las estrechas fronteras de Occidente e influyendo en pensadores de directa gravitación política, como Julius Evola, el que escribe, en consecuencia: "Es estimado como verdad no tanto el proceder de arriba, sino el venir de abajo, no ya la nobleza de los orígenes, sino la idea de que la civilización surge de la barbarie, la religión de la superstición, el hombre del animal y toda forma espiritual de la "sublimación" o trasposición de una materia original constituida por los complejos salvajes del instinto o de la líbido, etcétera".

* Investigador Superior ad honorem del Conicet, académico correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas y académico titular de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires y Provincial de Ciencias y Artes de San Isidro. Doctor honoris causa de la UCEL. Sobre el tema desarrollado en esta serie de artículos puede obtenerse mayores datos en su libro "Presencia y ausencia de lo sagrado en Oriente y Occidente" (Biblioteca Nueva, Madrid, 2001).