El estrés de diciembre ataca de nuevo

El concepto se ha convertido en una realidad que casi todos sufren. Planificación de vacaciones, fiestas religiosas o de fin de año y el cierre de los informes laborales suman sobrecarga a las emociones cotidianas.

 

El mes en curso suele traer un invitado no deseado: el estrés. Y no es de extrañar. Es el momento donde se cierran informes, se revalúan la metas cumplidas o postergadas, culmina el año escolar, llegan las fiestas y las vacaciones...
"Coordinar con mi esposo las actividades de los chicos y nuestros cierres laborales es una tarea que se complejiza el doble en diciembre. Hay actos escolares a los que tenés que ir y no podes faltar porque los chicos te lo reclaman. Además, definir dónde vamos a pasar las fiestas y las vacaciones me desgastan", dijo a La Prensa la economista Jorgelina Murao que junto a su esposo Daniel crían a sus hijas Maite y Martina mientras desarrollan sus carreras.

El estrés moderado es algo habitual que activa y ayuda a reaccionar ante diversas circunstancias de la vida, pero cuando la demanda supera las capacidades de una persona se convierte en una sobrecarga con la que no es fácil convivir.

"Resulta casi inevitable sentirse estresado, en parte por la vertiginosidad que adquieren especialmente esos días, y, además, por el cansancio acumulado del año. Hay aspectos culturales que influyen en esta sobrecarga, entre ellos, el querer llegar a cumplir con todo y todos; la exigencia interna o ajena de cerrar temas que requerirían mayor tiempo; alcanzar metas comerciales; incertidumbre acerca de la renovación de contratos; la sensación de que, si no lo hacemos ahora, mañana será tarde; y, por debajo, el hilo invisible de los balances en las distintas áreas de la vida", enfatizó a La Prensa Daniel Colombo, especialista en comunicación y coach de alta gerencia.

TALLERES
Organizar el tiempo es el principal consejo que desde el Servicio de Medicina del Estrés, dictados en el Hospital Central de San Isidro, le dan a las personas que se acercan a participar de sus talleres. El servicio, totalmente gratuito, funciona cada jueves por la mañana y, actualmente, asisten más de 200 personas.
"Es clave la organización de tiempo para manejar el estrés y el tiempo libre ayuda a tener una mayor resistencia. Hacer mucho en un día es más estresante", resaltó a La Prensa la psicóloga Celeste Maddaleno, quien trabaja en el Servicio de Medicina del Estrés.

Este programa de salud municipal es único en su estilo en el país y viene desde hace años dictando talleres que a través de 12 encuentros dan herramientas generales para saber cómo manejar el estrés. "Estos consejos que damos en los encuentros se refieren a un aspecto médico y a otro conductual sobre la resistencia que cada uno tiene al estrés. Abarca la filosofía de vida que la persona tiene, como se adapta. Hay cargas a las cuales no se puede escapar y otras que sí se manejan. Estas primeras se refieren al tránsito, las fiestas, problemas familiares. No se pueden modificar las conductas de los demás pero sí las tuyas frente a estas cargas", afirmó la psicóloga.

Luego de varios años de dictar los talleres, la especialista destacó que: "Lo que notamos es que el estrés surge principalmente por problemas de percepción de la persona y cómo cada uno lo vive más allá de lo que pasa a su alrededor. Cada uno tiene su propia resistencia sea natural o aprendida. En realidad, no hablamos de nada nuevo al mencionar al estrés. Es un tema de estrategia de cómo enfrentar a los estresores de cada uno y saber cómo manejarlos".

Además de los encuentros semanales también se realiza un Perfil Psicobiológico del Estrés de cada participante para evaluar la vulnerabilidad a este síndrome. El estudio no determina ni diagnostica si la persona lo presenta, sino su susceptibilidad a sufrirlo, tanto en aspectos fisiológicos y psicológicos. El diagnóstico incluye un estudio instrumental poligráfico denominado "Psicoescanner", que mide la reacción física frente a pruebas de estrés simulado y una serie estandarizada de tests y cuestionarios psicológicos cognitivos.

La determinación de estas vulnerabilidades individuales permite informar convenientemente al paciente de su situación particular, determinando sus fortalezas y debilidades personales y así trabajar en ellas mediante el Programa de Manejo del Estrés (PROMES). "Usamos un polígrafo para detectar variables del estrés. También realizamos un test que evalúa la personalidad y su calidad de vida. Con este perfil la persona sabe cómo manejarse más lo que utilice de las herramientas generales de los talleres", subrayó la psicóloga quien destacó la apertura de nuevos horarios para el dictado de los talleres en el 2019.

Por otra parte en el sitio web del servicio, www.serviciodemedicinadelestres.com.ar se divulgan herramientas (ver recuadro) y consignas para desarrollar una estrategia frente al estrés. Una de ellas es la meditación, que cumple un rol clave para equilibrar la percepción personal del problema y lo que sucede alrededor. Actualmente algunos colegios incluyen unos minutos de meditación en sus jornadas escolares para ayudar a los alumnos a canalizar sus sobrecargas emocionales.

LAS FIESTAS
Lograr que todas las actividades encajen para cumplir con el cronograma familiar y laboral es un rompecabezas donde cada pieza debe ser planeada y colocada en un perfecto orden para que el mes de diciembre concluya favorablemente. Pero muchas veces estas piezas simplemente no encajan y la celebración de las fiestas termina sumando más estrés a lo que ya se tenía. Los conflictos familiares y las ausencias, entre otros factores, son estresores que terminan agotando a cualquier persona.
"Inicialmente las festividades religiosas inherentes al cristianismo, en particular la Navidad, pero también el paso del "año viejo" al año nuevo, se implantaron en nuestra cultura como un momento de grupalidad festiva... casi obligatoria, de manera independiente de la condición de creyente. Si en algunas ocasiones se produce estrés o incluso un pasaje depresivo, es quizá porque se ha idealizado dicho momento, en el cual se supone que las familias se reúnen en paz y sin conflictos, como si debiera alcanzarse una armonía perfecta, más próxima a la Sagrada Familia que a las familias reales. Algo que obviamente no se logrará, dado que los vínculos nunca son sin conflictos", destacó a La Prensa Juan Eduardo Tesone, Médico psiquiatra de la Universidad de París XII y Miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

Según el especialista, la presión cultural del gran momento de felicidad que deberían ser las fiestas "no deja de ser una forma de imperativo angustiante: ¡tenés que ser feliz en las fiestas!. Y esta presión comienza desde principios de diciembre. Como si un momento de felicidad, algo tan inmanente y subjetivo, pudiera alcanzarse de manera voluntarista en una fecha predeterminada".
Luego agregó que "Para aquellos que la Navidad no tiene un valor religioso sino meramente cultural no parece necesario plegarse a dicho festejo colectivo. La vida merece que uno tenga la disposición de festejar no tanto de manera instituida sino de manera espontánea a lo largo del año".

Por otra parte, las fiestas de fin de año, en particular el tránsito del año viejo al año nuevo, suele ser un momento de balance, de evaluación de aquello que se logró, pero también de frustación por las metas que no se pudieron cumplir en el curso del año. "Así surgen proyectos de cambio y propósitos loables, como si el fin del año marcara en la persona un momento bisagra en sus deseos. Los proyectos y deseos están pautados por tiempos internos y no por fechas de calendario. Es como si el fin del año pusiera en relieve aquellos proyectos que no pudieron ser cumplidos. Sensación de insatisfacción inherente a la condición humana. Nadie es pleno. Una cierta insatisfacción es el motor para seguir activo y creando", destacó el miembro de APA.

Consultado sobre los grupos más vulnerables de padecer estrés, Tosone apuntó a quienes viven en soledad. "Puede generarse en ellas un sentimiento de exclusión de las festividades colectivas y por ende de la vida en sociedad que incremente su vivencia de aislamiento de manera angustiante. Pero también los niños en situaciones precarias de vida, momento en el cual las carencias, ya sean afectivas, económicas o ambas, se ponen en relieve. Puede ser un momento de generosa empatía para con el otro que quisiera festejar y no tiene con quién, acercarse, compartir. En ese caso puede ser una magnífica oportunidad de festejar el encuentro solidario", recalcó el especialista.

Sobrellevar el estrés de diciembre puede ser posible aunque requiera replantearse los balances de fin de año. "Lo ideal es hacerlos durante el año, cada cierto tiempo; y no esperar a que transcurra un año completo para tomar dimensión del camino recorrido, sea cual fuese el resultado subjetivo que nos produzca", explicó Colombo.
Luego concluyó que "es fundamental no perder los espacios personales, ni de descanso, con tal de llegar con el trabajo acumulado o los compromisos. Esto es clave para mantener el sentido y propósito del disfrute de la vida".

Claves para sobrevivir a la tensión y seguir funcionando

 

En el Programa del Servicio de Medicina del Estrés, dictados en el Hospital Central de San Isidro, se brindan herramientas para manejar las tensiones. A continuación algunos consejos o abordajes para que el estrés no impacte en su vida.
Existe un personalidad autoestresora que tiende a sobrecargarse de mayor cantidad de tensiones. Hay características de personalidad que generan mayor vulnerabilidad frente al estrés. Conocerlas permite identificar cuáles de ellas se tiene para trabajar en su modulación.
En los talleres se aborda como un exceso de pasado o futuro genera estrés: culpa, resentimiento, tristeza, ansiedad, preocupación, miedo, inseguridad, etc. Los especialistas aconsejan a aprender a vivir el momento presente para mejorar la calidad de vida.
El estrés muchas veces proviene de la percepción que se tiene de la realidad más que de lo que sucede realmente alrededor. Detectar como se la percibe e interpretarla es un elemento clave a la hora de enfrentar el estrés.
Otro factor es la alimentación, que es crucial para que el estado físico se encuentre bien. El estrés y la nutrición se interrelacionan en forma directa. Según los especialistas del PROMES la tensión condiciona hábitos alimentarios inadecuados y a su vez la mala alimentación produce enfermedades relacionadas con este síndrome. A esto se le suma la necesidad de una buena calidad de sueño ya que un adecuado descanso funciona como un antídoto antiestrés. También sumar a la actividad física aeróbica, como caminar, correr, nadar o andar en bicicleta, permite generar una válvula de escape de todas las tensiones acumuladas por el estrés.
Muchas veces ante las propias frustraciones surgen momentos de ira. A través de su manejo se busca comprender el funcionamiento de la ira en el ser humano. Conocer un poco más sobre esta emoción nos ayuda a transformar la reacción de ira impulsiva en una respuesta eficiente y sana, y disminuir de esta forma los efectos nocivos asociados al estrés.
Más allá de la asistencia brindada en los talleres, al estrés no se lo combate en soledad. Las relaciones afectivas tienen un efecto amortiguador ante situaciones vitales estresantes. Descubrir el impacto biológico de nuestros vínculos puede ayudarnos a mejorar nuestra sensación de bienestar. Aquí también se agrega la comunicación asertiva que permite transmitir un mensaje de forma clara y respetuosa, sin caer en la pasividad o en la agresividad. Aprender a decir "NO" mejora nuestros vínculos interpersonales y reduce nuestro nivel de estrés. Además, la capacidad de resiliencia es un factor clave para afrontar al estrés.