Vidas modernas, sin arraigos

Tres monedas
Por Jorge Consiglio
Eterna Cadencia. 112 páginas

En esta nouvelle, Jorge Consiglio (Buenos Aires, 1962) se propuso indagar en la muy interesante incidencia que los pequeños acontecimientos pueden tener en una vida, hasta llevar a torcer el destino de una persona. Es la tan humana deriva, atribuida aquí al azar, pero que más bien es el resultado de ese estado de angustia y desorientación que comparten los personajes y que son tan propios del hombre moderno.

Son precisamente estos sentimientos, además de la voz del narrador en tercera persona, los que dan unidad a los tres personajes centrales de Tres monedas, cuyas historias se cuentan en paralelo. Dos de ellas están más entrelazadas que la tercera, que corre independiente hasta que podría confluir.
Carl y Marina viven juntos desde hace diez años. El es un músico de orquesta alemán; ella, una meteoróloga atractiva y resuelta. Tienen un hijo de seis años. Por otro lado está Amer, un taxidermista obsesionado con dejar de fumar. Todos ellos viven de algún modo en soledad, incluso estando en pareja. Los dos primeros casi no se cruzan durante el día a pesar de compartir el mismo techo. Se alternan para cuidar a su hijo.

Mientras esa relación se deteriora, y Marina se involucra con un biólogo, Amer conoce a Clara, casi veinte años menor que él y separada.

El ocaso de la primera pareja está contado desde los dos puntos de vista. Uno lo sufre en silencio; la otra, por primera vez pierde la fe en sí misma ante su nuevo romance.

Se diría que en ningún caso hay amor. Solo la búsqueda de una compañía. Nadie da importancia a lo que hace. Lo consideran un hecho aislado. Aun los amantes, cuando se hablan, están distantes, indiferentes al otro.

Insatisfechos con lo que dejan atrás, inseguros con lo que inician, tratan de despejar sus dudas consultando el horóscopo, el I Ching o el tarot.

Los tres personajes se nos presentan como suspendidos en un momento crucial de sus vidas. Poco sabemos de sus pasados.

Consiglio se demora en sus actos cotidianos, casi intrascendentes, para prolongar esa idea de un presente continuo donde todo está por definirse. En el fondo, mientras caminan, asoma la geografía de la ciudad, con su bullicio, sus olores y sonidos, los anticuarios de San Telmo, las vidrieras de Palermo, y los bares y bodegones, lugares de deseos, de encuentros y desencuentros.

Hay un punto en que ninguno se reconoce ya a sí mismo, y les parece estar viviendo vidas ajenas.
Las tres historias, mínimas, quieren ser una reflexión sobre hasta qué punto está trazado el destino y qué peso tiene lo eventual, lo casual. Pero es, más que nada, sobre seres sin arraigos, desorientados, que se dejan llevar por lo repentino del momento. Seres que necesitan aferrarse a algo que dé sentido a sus vidas.