El Senado ha traicionado al país productivo

En lugar de declamar federalismo, los representantes de las provincias deberían exigirle al Poder Ejecutivo un tipo de cambio alto y estable.

Un tipo de cambio alto favorece las exportaciones. Un tipo de cambio bajo, las desestimula. El tipo de cambio (1) es el precio de la divisa extranjera. Cuanto más alto es, menor costo en dólares tiene un producto local. Facilita su colocación en mercados externos.

La producción argentina sufre una serie de dificultades que han sido repetidamente detalladas desde esta columna. Estas trabas son impuestas por los diferentes gobiernos municipales, provinciales y nacional, lo que impide a los argentinos prosperar con su trabajo.

Este estado de cosas es posible gracias a la distracción permanente (desde 1930 a la fecha) del Poder Judicial (2) que hace caso omiso a las innumerables imposiciones que hacen los políticos a las personas que trabajan, con impuestos confiscatorios, adelantos impositivos e innumerables trabas burocráticas, verdaderas cargas públicas no votadas por el Poder Legislativo. Las horas que los burócratas de la AFIP, ARBA, SENASA y otros organismos nos fuerzan a pasar frente a los sitios informáticos para doblegarnos a sus caprichos son violatorios de los arts. 17 y 52 de la CN “Ningún servicio personal es exigible, sino en virtud de ley o de sentencia fundada en ley” y “A la Cámara de Diputados corresponde exclusivamente la iniciativa de las leyes sobre contribuciones…”.

OBSTACULOS

Los obstáculos que los productores deben enfrentar y que impiden el progreso de la Nación son conocidos pero corresponde enumerarlos: a) los altos impuestos, b) los abusos de la burocracia impositiva; adelantos, retenciones, percepciones, trámites disparatados, c) el costo del flete, d) la ausencia de crédito, e) los impuestos laborales - la diferencia entre lo que el empleador abona y lo que el trabajador percibe - , f) la inestabilidad del tipo de cambio.

Un tipo de cambio alto permite sortear todas estas vallas que empeñosamente crean los gobernantes. No lo hacen de ignorantes. Cada barrera, cada estorbo es una oportunidad de soborno o de generar un quiosco para la casta política.

La Argentina necesita imperiosamente resolver estos seis puntos. Mientras éstos se mantengan, mientras la presión fiscal sea insostenible, mientras el transporte (3) sea un negocio de los miembros del Club de la Obra Pública (casi todos ellos procesados por el Juez Bonadio), todo lo que hagamos serán paliativos y en el peor de los casos placebos. 

EL MODELO CHINO

Pero mientras resolvemos las cuestiones de fondo, debemos exportar. Y para hacerlo, es imprescindible tener el tipo de cambio alto. No es una novedad. China sostiene un tipo de cambio alto como política económica y política de Relaciones Exteriores desde hace décadas. Alemania se adueñó de la Unión Europea y tiene saldo de comercio exterior positivo con todos los otros estado-miembro de la UE gracias a su política de tipo de cambio alto. Estados Unidos tiene un crónico déficit de balanza comercial por su política de tipo de cambio bajo.

Hay productos de exportación que toleran tipos de cambio bajos, transportes malos, inseguros y caros e impuestos confiscatorios. Por ejemplo: el poroto de soja, sus derivados, pellets, aceite y biodiésel. Pero para el resto, todo el resto, su rentabilidad depende de todas las variables enumeradas y en particular, del tipo de cambio. 

En resumen, la productividad total del país depende del tipo de cambio. 

Un tipo de cambio bajo combinado con altos impuestos y fletes puede volver inviable la producción de ajo de Mendoza, del aceite de oliva de Catamarca, de los maníes cordobeses, de los porotos y garbanzos salteños, del algodón formoseño o de la madera correntina. Y por supuesto, todo producto industrial.

Un tipo de cambio bajo condena a la pobreza y/o a la miseria a millones de argentinos. ¿A cuáles? A los del interior. Los políticos luego hacen demagogia repartiendo planes entre las mismas personas a las que someten - arbitrariamente - a la imposibilidad de generar su propia prosperidad.

EL QUID

¿Por qué los políticos reiteradamente buscan un tipo de cambio barato? Desde Martínez de Hoz con la Tablita todos los gobiernos (Alfonsín, Menem, De la Rúa, Kirchner, Fernández, Macri) comenzaron con un tipo de cambio alto, que les permitió exportar y llenar de dinero el Tesoro para lentamente - o no tanto - deslizarse a un tipo de cambio artificialmente bajo. ¿Por qué lo hacen? Porque el tipo de cambio bajo favorece a las personas que viven en las grandes urbes, en particular al Conurbano bonaerense y a la ciudad de Buenos Aires.

El tipo de cambio bajo es una transferencia brutal de riqueza desde el interior del país a los centros urbanos. Como los que toman decisiones en la Argentina son justamente los receptores de ese dinero, se regodean en su propio poder, la codicia los ciega y terminan convirtiendo en inviables actividades productivas y lucrativas.

PROPUESTAS

1 - Requerir a los gobernantes un tipo de cambio alto y sostenido. 

Por décadas. Los políticos aducirán que un tipo de cambio alto implica alimentos caros y que así se sumirán millones de compatriotas en la pobreza. Es una mera excusa para convalidar sus exacciones. El retruque es sencillo: la mitad del precio de los alimentos son impuestos. El segundo gran costo es el flete (3). El tercero en magnitud es provocado por la cartelización de la comercialización minorista. Para que los alimentos sean accesibles hay que: eliminar todos los impuestos a los alimentos (IVA, IIBB, tasas de seguridad e higiene), al combustible y eliminar los peajes . 

Las autoridades del BCRA son elegidas por el presidente pero deben ser aceptadas por el Senado. El interior debería tener injerencia fundamental en la política cambiaria ya que es el principal perjudicado si ésta es errónea. Asimismo es el Congreso (y no el Poder Ejecutivo) el responsable de la estabilidad monetaria - la inflación -. Por lo tanto los senadores deben exigir al Poder Ejecutivo el nombramiento de autoridades del Banco Central que protejan un tipo de cambio acorde a los intereses del interior. Es lo que la Constitución Nacional prevé. La prescindencia de los gobiernos provinciales y de los senadores es incomprensible e inaceptable.

2 - Instaurar mecanismos para que el tipo de cambio sea alto y estable. 

Lo primero que debe hacer el BCRA es no intervenir en el mercado por ninguna razón. En ese caso todos los que deseen poseer dólares (o cualquier otra divisa) deberán comprárselo a quienes estén dispuestos a venderlas, básicamente adquirírselos a los exportadores, a los turistas que visiten la Argentina, y a quienes - por alguna extraña razón - deseen traer sus ahorros del exterior. Sus compradores serán: los importadores, quienes viajen al exterior, quienes ahorren en dólares y quienes giren dinero al exterior, ya sea para enviar dinero a sus familias o que depositen su dinero en cuentas en el extranjero. El BCRA no debe comprar o vender dólares de sus reservas. Por definición, dado que es un esquema que se compensa por sí sólo, entre compradores y vendedores decidirán cuál es el tipo de cambio que iguale las cuentas. Esto se denomina tipo de cambio de equilibrio. Para que sea alto, debe ser por encima de ese valor. La solución es sencilla en lo técnico y difícil en lo político: que el estado no tome más créditos externos (que aumentan la oferta de divisas) y sí comience a repagar la deuda pública con ingresos genuinos - no con emisión -. Esto aumentará la demanda de dólares y mantendrán el tipo de cambio alto.

Con estas medidas se logrará la reactivación de todas las economías regionales y comenzará un camino de prosperidad de las provincias argentinas. Nuestra Constitución es federal. Quien primero debe exigirlo es nuestra Cámara de Senadores.

El federalismo no se declara, se ejerce.