Malos presagios en Colombia

POR WALTER MOLANO *

Hay un aire de descontento en Bogotá. A pesar de tener una economía que crece a una tasa moderada el 3% interanual, del auge del precio del petróleo y de la victoria del candidato de centroderecha, Iván Duque, una sensación de pesimismo se siente en el aire. A diferencia de los vecinos Panamá y Perú, dos países preocupados por la moderación en la actividad económica, el freno de Colombia no fue tan significativo.

Por lo demás, la sensación de malestar no se vincula con los más de dos millones de venezolanos que cruzaron la frontera en busca de una vida mejor. Hay un espíritu afín entre los dos países, y la mayoría de los colombianos reconoce que Venezuela aceptó a sus hermanos andinos cuando sufrieron su largo episodio de violencia y agitación.

El ánimo sombrío apunta en verdad al legado del ex presidente Santos y al acuerdo de paz con las FARC. La mayoría de los colombianos temen que el pacto se haya cerrado con mala fe. No sólo conducirá a más delincuencia y disminución de la seguridad, ya que los ex guerrilleros volverán a la vida delictiva que gozaban en la selva; la mayoría de los colombianos sienten que llevará a un fortalecimiento de la izquierda política. Por otra parte, rechazan la posibilidad de que Gustavo Petro, el alcalde destituido de Bogotá, se imponga en la próxima elección presidencial. Ex combatiente guerrillero, genera repudio de la mayor parte de las clases medias y altas de Colombia.

En consecuencia, muchos opinan que sólo es cuestión de tiempo para que el país se embarque en una trayectoria al estilo venezolano.

MAS COCAINA

El incremento geométrico del cultivo de cocaína es uno de los factores que alimentan la ansiedad. Alegando inquietudes ambientales, el presidente Santos cesó la fumigación aérea de los campos de cocaína y la reemplazó con erradicación manual. Colombia es un país grande, con terreno montañoso y grandes franjas de tierra donde el acceso es difícil. Por eso la erradicación se torna muy difícil (y peligrosa).

De ahí que la producción de cocaína haya explotado. Según la Oficina de Drogas y Delito de Naciones Unidas (Unodc), la producción subió un 31% interanual en 2017 hasta llegar a las 1.400 toneladas, cultivadas en 171.000 hectáreas. Esto significó un incremento de 25.000 hectáreas de tierra para cultivo de la coca. El valor local de la cosecha de cocaína en 2017 fue de 2.700 millones de dólares. Lo que equivale al 8% de todas las exportaciones colombianas de bienes y servicios, y es apenas superior a los envíos de granos de café, el segundo principal producto de exportación del país.

El problema es que eso aumenta los enormes recursos de los elementos delictivos de la sociedad. Las bandas de delincuentes están creciendo, y hay partes disidentes de las FARC que dejaron el proceso de paz y regresaron a la selva. No hay dudas de que algunos de esos fondos se usarán en campañas políticas. Y eso es lo que no deja dormir de noche a tantos colombianos. En virtud de la enorme cantidad de dinero que genera la industria de la cocaína, las FARC, con Petro como candidato, podrían triunfar en la próxima elección presidencial, especialmente porque Iván Duque no puede ser reelegido.

Mientras tanto, el nuevo gobierno afronta varias dificultades importantes. La primera es la debilidad del frente externo. Aunque el déficit comercial se achicó un 20% el año pasado, aun así carga con un rojo de 4.100 millones de dólares. Esto a pesar de una devaluación de la moneda del 40% y de la duplicación del precio del petróleo. Parte del motivo del déficit es la continuidad de las importaciones de bienes intermedios. El problema es que la apreciación del peso agravará el faltante. Con el precio del petróleo en torno de los 80 dólares, el peso colombiano tendría que orillar los 2.000 por dólares en vez de los 3.000. La única razón de eso es la suba de las tasas de Estados Unidos, aunque una eventual distensión de la política monetaria estadounidense podría llevar a una rápida apreciación del peso.

Otra preocupación importante es el déficit fiscal del gobierno central de 4% del PBI. A principios de este mes, el Congreso aprobó otra reforma fiscal para ampliar la base del IVA, subir las alícuotas de impuestos personales, imponer condenas a prisión para los evasores y aliviar los gravámenes empresarios. Las medidas deberían generar unos 14.000 millones de pesos en ingresos adicionales. Todas ellas ayudarán a mantener a la economía en la línea de flotación. De ahí que haya buenos motivos para que los colombianos se preocupen por la situación política, pero en el aspecto económico las cosas no están tan mal.

* Economista de BCP Securities.