La ardua y contagiosa tarea del investigador

Hitos escondidos de la cultura occidental

Por Francisco García Bazán
Acad. de Cs. y Artes (S. Isidro). 155 páginas

Con una trayectoria de casi medio siglo como investigador en temas de filosofía y de historia de la religión, Francisco García Bazán presenta esta nueva obra dedicada a develar algunos de los hitos de la cultura occidental.

Partiendo de la base de que la investigación científica debe ser siempre un diálogo con los fenómenos, aborda diferentes hechos clave de nuestra cultura cristiana antigua que marcaron un antes y un después en el ámbito del conocimiento sin olvidar el contexto en el cual se desarrollaron.

Llevando a la práctica los valores epistémicos que plantea como necesarios para la tarea del investigador -como la precisión y el rigor, la claridad del discurso, la objetividad o imparcialidad en la búsqueda de la verdad, y la creatividad- García Bazán desarrolla, por ejemplo, sus conclusiones acerca de las aproximaciones entre la teoría de las pulsiones sexuales de Freud y el mito del eros andrógino referido por Aristófanes en el Banquete de Platón. "La atención dirigida por Freud a la figura del macho-hembra en el Banquete de Platón es injustificada", advierte.

En otro apartado, trata la fenomenología de la religión como el estilo para pensar la religión y describir los hechos religiosos en sí mismos. Resulta atractiva la parte dedicada al estudio de los restos del hombre prehistórico y el culto de los muertos.

Capítulo tras capítulo va descifrando, con la misma pasión científica, los diferentes acontecimientos culturales ocurridos durante los primeros siglos del cristianismo como, entre otros, sus primeras bibliotecas (Aelia Capitolina, Cesarea de Palestina, Nag Hammadi y Roma); el significado e historia de la heresiología católica a partir de la figura de Flavio Casiodoro senador (490- 587); o el sentido del Limbo para la doctrina católica en cuanto a las posibles situaciones post mortem.

Estas investigaciones que despliega García Bazán, autor de más de 35 libros, sorprenderán al lector interesado en los orígenes del cristianismo y dejarán un mensaje alentador para los jóvenes estudiosos, pues como él mismo subraya: la investigación, su actividad y sus arduos hábitos, más que enseñarse se contagian, y en ese contacto fecundo en el medio de los cursos, seminarios y proyectos de investigación en equipo, será donde se despertarán las vocaciones para la investigación científica, y cuando se advierte ese despertar difícilmente los jóvenes se traicionan y desertan.