Si no abaratamos los fletes el país no arranca

Urge acabar con las concesiones viales y volver a contar con una flota fluvial y marítima.

La Argentina es un país extenso. Actualmente los fletes constituyen un componente gravoso de los costos.

Son caros por:
1 - La alta carga impositiva en los combustibles y rodados.
2 - La ausencia de opciones. Al destruirse el ferrocarril y el transporte fluvial estamos todos sometidos al monopolio vial y a un errático sistema aéreo.
En nuestro territorio el transporte debería ser preferentemente ferroviario y marítimo/fluvial para largas distancias y grandes cargas, aéreo reservado para mercancías de alto valor unitario y el vial complementario de los anteriores en medianas y cortas distancias.

FERROCARRIL

Los ferrocarriles constituyeron el gran salto a la modernidad de la Argentina en el siglo XIX. Existe el mito urbano de que fueron hechos por los ingleses a su pérfido designio. Lo cierto es que la mitad del tendido estuvo a cargo del Estado y el resto fueron concesiones estatales a inversores ingleses y en menor medida, franceses. 

El objetivo de los tucumanos Avellaneda-Roca fue mayormente geopolítico (integrar el país), y justo es decirlo, poder mover tropas con agilidad.

Cuando se estatizaron los FFCC, las concesiones estaban todas próximas a vencer. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial los ingleses no habían podido invertir: 

1) Porque giraban todas sus ganancias a Inglaterra para financiar la guerra. 

2) Porque los ingleses necesitaban cuanto hierro y acero tuvieran para fabricar pertrechos. 

3) Porque próximos a finalizar la concesión ningún licenciatario quiere reinvertir. 

La estatización fue prácticamente un mero acto administrativo publicitado como una epopeya tanto por el oficialismo como por sus detractores.

Desde el gobierno de Frondizi a la fecha se lo ha destruido sistemáticamente, por razones que no están del todo esclarecidas.

A partir de ese momento comenzó un boicot permanente de todos los gobiernos, que contaron con la inestimable ayuda de una burocracia gerencial corrupta y un sindicalismo miope. Siguió con ramal que para, ramal que cierra de Menem y terminó en el estrago de Once.

Queda pendiente -algún día se sabrá- si la desafectación del FFCC, tan solicitada por el Banco Mundial durante la negociación del Plan Brady, fue o no un requerimiento de Gran Bretaña luego de que perdiéramos la guerra de Malvinas.

El FFCC es el alma de la Nación. Sin él somos carne engangrenada.

FLOTA

La Argentina actualmente depende de flotas extranjeras para su -magro- comercio exterior con un costo de u$s 6.000 millones anuales. Al final de la Segunda Guerra Mundial gran parte del volumen comerciado se hacía con la propia flota. 

El Paraná servía para transportar mercaderías y personas. Ahora no. Actualmente los argentinos gastamos millones al año en mantener la Hidrovía para que la usufructen otros.

En agosto, el dueño de la concesión confesó ante un juez federal que había pagado sobornos para obtener la renovación del contrato. Entiendo que es causal de nulidad.

El Procurador General del Tesoro o los fiscales del fuero contencioso administrativo federal deberían pedir la nulidad de la concesión, en defensa de los intereses de la Nación. A la fecha ninguno lo hizo y si actuó, no fue dado a publicidad.

Ahora, el Gobierno quiere privatizar dragado y balizamiento para: 

a) Conceder el trabajo que actualmente efectúa el Estado a alguna empresa que, probablemente, nos cobrará el doble del costo actual. 

b) Vender los terrenos públicos ubicados a los márgenes del Paraná y del Río de la Plata. 
No debe prosperar este desguazamiento de nuestro patrimonio.

Durante décadas las provisiones de la Patagonia se hicieron por vía marítima, más barata que la terrestre. Onganía comenzó a vender la flota del Estado. Cavallo dio el golpe de gracia.

Actualmente las poblaciones patagónicas están rehenes del transporte en camión, de los micros (para bultos menores) y de las concesionarias viales.

Habrá que revisar la ley recientemente votada. Los armadores deben tener un negocio rentable, lo que es imposible con la actual codicia tributaria.

Por último es deseable que el combustible a usar sea el biodiesel, por abundante y barato.

CARGA AEREA

En un país extenso como el nuestro es imprescindible recuperar la carga aérea, sistema que funcionó hasta la privatización de Aerolíneas Argentinas.

CAMION

Uno ve a cientos de penosos 1114 hacer cola en el Puerto de San Lorenzo o Campana, con su cosecha de soja a cuestas. El precio excepcional de la soja de la Década Ganada no alcanzó, aparentemente, para que los esforzados transportistas argentinos pudieran renovar su flota. Contrastan con los portentosos camiones que vienen de Bolivia. 

Esa falta de inversión es la consecuencia de tener que darle de comer a demasiadas bocas. Las cubiertas, los camiones, cuestan el doble en Argentina porque la mitad son impuestos. 

Los robos de piratas del asfalto, los accidentes viales provocados por rutas angostas, aumentan el costo de las primas de seguros. Todo conspira para que el negocio de fletero sea poco rentable y por lo tanto haga ilusorio renovar la unidad.

¿Cuánto cobra un productor por su cereal u oleaginosa? Simple: el costo internacional menos los impuestos, menos el flete. Más lejos del puerto, menos recibe. Más rotos los caminos, menos recibe. Más asaltos a la carga, más caro el costo del seguro, menos recibe. Malos servicios de estiba en destino -largas colas para descargar en las cerealeras-, menos dinero recibe.

EL CLUB

Dentro de la red vial hay un agente que no se puede despreciar: el de los contratistas del Estado.
Cuando, a instancias del Banco Mundial, Cavallo privatizó las rutas, usó como excusa bajar el costo de Vialidad Nacional. Seguimos con impuestos internos al combustible para financiar Vialidad y además, pagamos peaje. No sé cómo sucede pero nosotros siempre perdemos.

Durante el affaire de los cuadernos, varios empresarios, entre ellos el Sr. Roggio, admitieron haber sobornado autoridades federales con un porcentaje de la recaudación bruta de las cabinas de peaje, a cambio de continuar la concesión. 

Una de las primeras acciones del actual Gobierno fue aumentar las tarifas de peaje y prorrogar las concesiones. En ese entonces, el propio presidente de la Nación era accionista de Autopistas del Sol. Por ese acto están denunciados ante la Justicia Federal él y su ministro Dietrich.

Los números de las concesiones viales tanto para Autopistas del Oeste como para Autopistas del Sol (Norte) fueron dadas a conocer esta semana. Son violatorios del principio de ganancia razonable propia de un monopolio dado en explotación privada. Las concesiones deben ser revisadas. 

Urge replantear si los sobornantes confesos pueden o no continuar como contrapartes del Estado para brindar un servicio público. 

No sólo eso, se debe evaluar si debemos seguir con el sistema de peajes, ya que abonamos los impuestos a los combustibles para financiar Vialidad Nacional. En varios estados norteamericanos, Kentucky, por ejemplo, se eliminaron las autopistas por peaje.

Hay personas que le endilgan al gremio de camioneros la responsabilidad por el mal funcionamiento del FFCC. Fue uno de los beneficiarios, pero de ninguna manera es el promotor o actor intelectual del deterioro.

No hay duda que los más favorecidos fueron los concesionarios viales -y los políticos que recibieron sobornos-.

Durante la instrucción del estrago de Once y el asesinato de Ferreyra (FFCC Roca) se demostró el fraude en las concesiones ferroviarias.sin que ningún empresario, con excepción de Cirigliano, fuera procesado, a pesar de ser una práctica generalizada.

El affaire de los cuadernos mostró la corrupción en las concesiones viales y la Hidrovía, aún así la investigación no se extendió a los FFCC. Es una de las deudas -una más- de la Justicia Federal para con el Pueblo de la Nación.

PROPUESTAS

Si queremos mejorar los márgenes de los productores, aumentar las exportaciones y contar con mercaderías baratas en las ciudades, habrá que abaratar los fletes. Para ello urge reactivar los FFCC, contar con una flota fluvial y marítima, volver a ocuparse de la carga aérea y acabar con las concesiones viales por peaje.