DE QUE SE HABLA HOY

Cómo nos gusta jugar al suspenso con las tragedias

Tenemos una extraña pasión por prolongar las dudas cuando de tragedias se trata. Es como si nos regodeáramos en el dolor, en la permanencia de las dudas como un siniestro juego de adivinanzas y enigmas. No hace mucho que dejamos de discutir si Gardel había muerto quemado o de un tiro. Recién ahora, dieciocho años después, se conocen detalles de la noche en la que se mató el cantante Rodrigo Bueno. Dudamos sobre la forma en que falleció el ex presidente Néstor Kirchner y seguimos especulando con teorías más de imaginación novelística que de realidad alguna.

Convertimos en casos casi cinematográficos el destino de los cadáveres o parte de ellos de JuanDomingo Perón y de Eva Duarte. En enero se cumplirán cuatro años del asesinato del fiscal Alberto Nisman y seguimos dando vueltas sobre el tema, especulando, hasta usando el crimen políticamente. Nuestra propia historia está llena de tragedias sobre las que aún se duda su verdadero desenlace. Le doy algunos ejemplos de los que usted seguramente se acuerda muy bien: Carlos Menem Junior el hijo del ex presidente; Lourdes Di Natale, secretaria de Emir Yoma y testigo de la causa armas; Marcelo Cattaneo, tenía datos sobre el caso de corrupción IBM-Banco Nación; Alfredo Yabrán, aún algunos sostienen que está vivo; Rodolfo Etchehoyen, titular de Aduanas y un suicidio cargado de sospechas; Juan Castro y las acusaciones cruzadas sobre la forma en que murió. La lista es enorme y seguramente la mayoría de estas dudas jamás serán aclaradas.

Ayer se cumplió un año de la desaparición del submarino ARA San Juan y el caso no avanzó ni un metro en cuando al verdadero motivo del incidente. Certezas e incógnitas se cruzan, testigos con pistas que era secretos guardados por miembros de la propia Armada, dudas sobre malformaciones técnicas de algunas piezas; un ataque enemigo; avisos y advertencias no escuchados y por otro lado una búsqueda que uno imagina seguirá siendo infructuosa. Mientras tanto los familiares y amigos de los 44 marinos desaparecidos, siguen recibiendo homenajes, palabras de aliento, promesas de un Gobierno que no comprometió a una de sus Fuerzas Armadas como debió hacerlo en su momento y una jueza. Marta Yañez comprometida con la causa, pero metida en medio de una cantidad de información no toda confiable.

Ayer dijo conocer que el capitán del ARA San Juan, había alertado tres meses antes del fallo de una válvula, la E19, que la magistrada no le consta que haya sido reparada. Seguimos manteniendo viva la leyenda del submarino y me temo que será por mucho más tiempo. Hay 44 muertes que explicar y alguien tendrá que hacerse responsable mientras el buque encargado de buscar la nave en el fondo del mar, navega al parecer, con rumbo incierto. Como los grandes casos oscuros de nuestra historia reciente, es posible que jamás sepamos qué le pasó a la nave desaparecida, como tampoco quién y por qué asesinó a Nisman. En el tiempo mantenemos vivas estas cuestiones como si lo prefiriésemos a su esclarecimiento definitivo, a la verdad. Pienso que a veces nos da la morbosa sensación de que no queremos que la novela se termine. 

V. CORDERO