Irónicas lecciones de una Nobel

Correo literario

Por Wislawa Szymborska
Nordica libros. 170 páginas

Durante poco más de dos décadas, entre los años "60 y "80, Wislawa Szymborska fue una de las responsables del Correo literario, una sección del semanario polaco Vida Literaria destinada a contestar a los autores que enviaban sus obras. Con la concesión del Nobel en 1996 a esta poeta, ensayista y traductora polaca, se revalorizó también este intercambio epistolar, que es una suerte de "consultorio para escritores". Una pequeña recopilación de esas cartas vio la luz en Polonia en el 2000 y ahora llega al español gracias a Nórdica libros.

Las respuestas de Szymborska (1923-2012), breves y anónimas, rebosan de ironía y humor, aunque no tienen demasiadas contemplaciones con los corresponsales, que en su mayor parte eran jóvenes aprendices. Con la lectura de las primeras, queda un sabor amargo ante lo que parecen verdaderas "ejecuciones". Personas que, sin más, son invitadas a dedicarse a otra cosa.

Esa sensación luego se va disipando, a medida que aparecen también unos pocos estímulos y reconocimientos, y se va conectando con el humor, como si de un juego se tratara.

No es que algunos corresponsales no merecieran el sarcasmo. En particular, aquellos que quisieron tender una trampa al plagiar a Thomas Mann, a Kafka, o a los escritores polacos Kazimierz Przerwa-Tetmajer o Jan Stoberski, y fueron descubiertos. Pero también despiertan una sonrisa las bromas a quienes enviaron manuscritos repletos de tachones y manchas, o al que se escudó en el apuro para justificar sus faltas de ortografía.

En otros casos es imposible saber si la aspereza se justificaba, toda vez que la compilación hecha por Teresa Walas, amiga de la escritora, sólo presenta las respuestas de la poeta, no así el texto original que las motivaba. Por tanto nada sabemos de los remitentes, identificados apenas por iniciales y lugares de origen.

De lo que más tratan las 236 cartas aquí reunidas es del talento o falta de talento para escribir, y de la sobreexcitación escritora. Muchas veces dicho así, para clausurar un anhelo, en un tono que parece despiadado. Aunque a veces la escritora admita que el talento puede ser guiado.

En una entrevista que abre el libro, donde se revisa retrospectivamente su labor en esa revista, Symborska defiende el efecto terapéutico de un buen jarro de agua fría. Pero también dice que su idea era enseñar nociones elementales, animar a los autores a reflexionar sobre el texto recién escrito, a ser mínimamente críticos consigo mismos.

Y lo cierto es que los veredictos chispeantes vienen acompañados también por pistas sobre cómo concebía ella la literatura. Detrás de los reproches se asoman sus ideas sobre cómo se forma un escritor, la necesidad de una mínima sensibilidad estética, la preocupación por el contenido y por la forma, la energía e imaginación que requieren los textos o las pautas para la construcción de personajes.

Divertir, sobre todo, señalar errores y sólo después brindar algún consejo, es el espíritu que sobrevuela estos textos. Se nos anticipa que Szymborska evitaba emitir juicios sobre literatura, por lo que esta es una magnífica oportunidad para conocer de forma directa algunas de sus ideas sobre la materia.

No es un manual ni una escuela para escritores, de los que ella descreía. "La literatura no tiene ningún misterio técnico; en todo caso, ningún misterio que no pueda descifrar un profano con algo de talento", dice en una de sus cartas. Este libro podría ser una ayuda para descifrarlo.