Desayunar como rey: ¿un consejo con sustento?

La relevancia de la primera comida del día fue puesta en duda en los últimos años. ¿Es realmente beneficiosa para la salud o es un invento de la industria alimentaria? Una serie de estudios realizados en niños y en adultos ofrece algunas pistas.

"No te vayas con el estómago vacío", es una frase que seguramente todos hemos escuchado alguna vez a primera hora de la mañana y que no hace más que reflejar la genuina preocupación de una madre o una abuela que intuitivamente perciben la importancia de contar con la energía necesaria para encarar el día.

Sin embargo, la trascendencia del desayuno ha dado lugar a la controversia a partir de la sospecha de que sus postulados beneficios para la salud son una mera cuestión de marketing de la industria alimentaria, que necesita vender su amplio portfolio de productos pensados para este momento del día. Así es que vale la pena preguntarse qué dicen los estudios científicos al respecto.

El más reciente, publicado la semana última en la revista "Nutrients" destaca que la calidad del desayuno es tan importante como tomarlo o no tomarlo. Tal es así que un desayuno con pobre calidad nutricional tiene un efecto negativo sobre la salud cardiovascular en la infancia.

Los autores de la investigación hallaron que los niños que tomaron desayunos con menor calidad nutricional y mayor densidad energética (es decir, más calorías por gramo de comida) tuvieron niveles más elevados de colesterol y ácido úrico y mayor insulinorresistencia.

Por este motivo, los investigadores concluyeron que los programas de educación nutricional para mejorar la salud cardiovascular en la población pediátrica deben incluir recomendaciones específicas enfocadas en la reducción del consumo de alimentos con alta densidad energética durante la primera comida del día.

 "El desayuno no solo es la primera comida del día sino la que puede ser considerada como la más importante", afirmó la doctora Idoia Labayen, profesora del departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Navarra y autora del estudio.

"A pesar de eso, muchos niños van al colegio sin haber desayunado, lo que significa que para la hora del almuerzo están más hambrientos y pueden terminar comiendo más de lo que deberían. La ausencia del desayuno se ha relacionado previamente con exceso de grasa y otros trastornos asociados, por lo que promover el desayuno ya se está utilizando como estrategia para prevenir la obesidad infantil", añadió la especialista.

 El foco de este nuevo estudio estuvo puesto sobre la calidad de la primera comida del día. "Evaluamos los hábitos alimenticios a la hora del desayuno en un total de 203 niños con sobrepeso de entre 8 y 12 años de edad", detalló Labayen.

 "Con estos datos observamos que el 13% de los niños que no desayunaba todos los días y que tomaba desayunos con menor calidad nutricional y mayor densidad energética tenía niveles de colesterol y ácido úrico en sangre más elevados y mayor insulinorresistencia. De hecho, una mayor ingesta de calorías en el desayuno tiene repercusiones negativas sobre el metabolismo de la glucosa, incluso en aquellos niños que cumplían las recomendaciones diarias de 60 minutos de actividad física de intensidad moderada a vigorosa", prosiguió.

Por ello, la investigadora hizo hincapié en la necesidad de reducir el consumo habitual de alimentos de alta densidad energética, tales como "los productos ultra procesados, a menudo presentes en el desayuno de los niños".

SALTEARLO, NO CONVIENE

Un segundo estudio realizado también entre niños por investigadores del King's College de Londres halló que aquellos que se saltean el desayuno habitualmente pueden no estar consumiendo las cantidades diarias recomendadas de nutrientes clave para el crecimiento y desarrollo.

El trabajo, publicado en agosto del año pasado en el "British Journal of Nutrition", reveló que los niños que tomaban el desayuno todos los días tenían perfiles nutricionales superiores en comparación con aquellos que no lo hacían.

 "Este estudio aporta evidencia de que el desayuno es clave para que los padres puedan asegurarse que sus niños están obteniendo la nutrición que necesitan", subrayó la doctora Gerda Pot, profesora de Ciencias de la Nutrición en el King's College y autora del trabajo, que también mostró que solo el 6,5% de los niños de entre 4 y 10 años se salteaba el desayuno todos los días, mientras que la cifra trepaba al 27% entre los de 11 y 18 años.

Asimismo, observaron que las niñas eran más propensas a no tomar el desayuno y que los ingresos familiares eran mayores en las familias de los niños que tomaban el desayuno todos los días.

¿Y EN ADULTOS?

En la misma línea, pero realizado en adultos, un estudio publicado en octubre del año pasado en la revista del "American College of Cardiology" desaconseja saltearse el desayuno por aumentar el riesgo de ateroesclerosis (endurecimiento y estrechamiento de las arterias que se produce por acúmulo de placa).

Mientras trabajos anteriores ya habían establecido una relación entre el hecho de evitar la primera comida del día y el peligro de padecer enfermedad cardiovascular, esta investigación fue la primera en evaluar el vínculo entre el desayuno y la ateroesclerosis subclínica (es decir, sin síntomas).

 "Las personas que se saltean regularmente el desayuno en general tienen estilos de vida menos saludables", sentenció el doctor Valentín Fuster, director del Mount Sinai Heart y autor del estudio.

"Nuestros hallazgos aportan evidencia de que abstenerse del desayuno es un mal hábito que las personas pueden cambiar proactivamente para reducir su riesgo de enfermedad cardiovascular", añadió el reconocido cardiólogo catalán.

Asimismo, los marcadores de riesgo cardiometabólico fueron más prevalentes entre aquellos que se salteaban el desayuno y los que consumían un desayuno poco energético. En concreto, los participantes del estudio que no hacían la primera comida del día tenían mayor circunferencia de cintura e índice de masa corporal, y niveles más elevados de presión arterial, lípidos en sangre y glucosa en ayunas.

También se constató que los que no desayunaban eran más propensos a tener un estilo de vida general menos saludable, con una peor dieta, consumo frecuente de alcohol y tabaquismo. Además, eran más proclives a padecer hipertensión, sobrepeso u obesidad.

 "Más allá de la asociación directa con los factores de riesgo cardiovascular, saltearse el desayuno puede servir como un marcador para una dieta general o estilo de vida insalubres que, como contrapartida, están asociados con el desarrollo y progresión de ateroesclerosis", apuntó el doctor José L. Peñalvo, profesor de la Universidad Tufts y otro de los autores del estudio.

 "Nuestros hallazgos son importantes para los profesionales de la salud y pueden utilizarse como un mensaje simple para poner en práctica intervenciones en el estilo de vida y desarrollar estrategias de salud pública, además de ser tenidos en cuenta por las recomendaciones y guías nutricionales", agregó Peñalvo.

Por su parte, el doctor Prakash Deedwania, profesor de Medicina de la Universidad de California, remarcó que "entre el 20 y el 30% de los adultos se saltean el desayuno", y que "estas tendencias reflejan la creciente prevalencia de obesidad y anomalías cardiometabólicas asociadas".

Los investigadores remarcaron que las elecciones nutricionales erradas, en general, comienzan a temprana edad y que, de mantenerse en el tiempo, pueden conducir a la enfermedad cardiovascular en la adultez.

Una de las paradojas que señalan los autores es que muchos de los que se saltean el desayuno están intentando bajar de peso, pero a menudo terminan comiendo más y eligiendo alimentos menos saludables más tarde en el día.

"Saltearse el desayuno puede provocar desequilibrios hormonales y alterar los ritmos circadianos.  A la luz de esta evidencia, queda probado que el desayuno es la comida más importante del día", finalizó Deedwania.

ANTES DEL EJERCICIO

En tanto, otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bath puso de manifiesto que tomar el desayuno antes de realizar actividad física puede "preparar" al cuerpo para quemar carbohidratos durante la práctica y digerir más rápido los alimentos luego del entrenamiento.

Los autores del estudio, publicado en agosto último en el "American Journal of Physiology: Endocrinology and Metabolism", descubrieron que desayunar aumentaba el ritmo al cual el cuerpo quemaba los carbohidratos durante el ejercicio físico y que incrementaba la velocidad en que se digerían y metabolizaban los alimentos consumidos luego del ejercicio.

"Este es el primer estudio que examina las formas en que el desayuno antes del ejercicio físico influye sobre nuestras respuestas a las comidas después de ejercitarse. Hallamos que, en comparación con los que se saltean el desayuno, los que lo toman antes de hacer actividad física aumentan la velocidad en que se digieren, absorben y metabolizan los carbohidratos que son ingeridos tras el ejercicio", precisó el doctor Javier González, profesor del departamento de Salud de la Universidad de Bath y autor del trabajo.

Rob Edinburgh, estudiante de Medicina del departamento de Salud y coautor del estudio agregó: "También encontramos que tomar el desayuno contribuía a quemar más carbohidratos durante el ejercicio y que estos carbohidratos no solo provenían del desayuno sino también de los almacenados en nuestros músculos como glucógeno. El aumento del uso de glucógeno muscular puede explicar por qué había una limpieza más rápida del azúcar en sangre luego del almuerzo cuando se consumía el desayuno antes del ejercicio".