Inolvidable experiencia mística

"Sagrado bosque de monstruos" Dirección: Alejandro Tantanian. Texto: Inés Garland, Santiago Loza. Concepto: Oria Puppo, A. Tantanian. Escenografía y vestuario: O. Puppo. Iluminación: Miguel Morales, O. Puppo. Canciones interpretadas por Julieta Venegas. Música y diseño sonoro: Nicolás Varchausky. Coreografía: Diana Szeinblum. Video: Maxi Vecco. Actores: Diego Benedetto, Rodolfo de Souza, Ernesto Donegana, Cristián Jensen, Marilú Marini, Juan Gabriel Miño, Iván Moschner, Hugo Mujica, Matías Pisera Fuster, Camilo Polotto y Eugenio Schcolnicov. En el Teatro Nacional Cervantes.

 

Monja española conocida como Teresa de Jesús, Teresa de Cepeda y Ahumada tuvo una vida de literatura y religión, donde su misticismo se encarnó en la literatura y el hacer pareció una asombrosa puesta en obra de voluntad y energía. Modificaciones en la Orden, retorno a la austeridad y pobreza, nuevos conventos en sucesión constante, parecieron formar parte de su fiebre de ser y hacer en comunión con el Dios de su creencia. Devota de las cuestionadas novelas de caballería, su vida fue un viaje interminable hacia la divinidad arrastrando un cuerpo lacerado por la enfermedad y el autoflagelo penitente que no le impidieron construir diecisiete "castillos en honor al Amado" en forma de parroquias en territorio español.

"Sagrado bosque de monstruos" se inicia con una charla reveladora entre Hugo Mujica y Marilú Marini sobre la protagonista evocada. "Ella entendió la misión última de la realidad: ser libre"". Y siguen su intercambio de pensamientos hasta la luminosa conclusión de que así como la Santa va con su cuerpo a la muerte mientras su alma lo hace a la vida, "el actor ofrece su cuerpo para dar vida". En ese instante de la conversación se produce lo inesperado, el público, hasta ese momento en una platea frente al escenario, gira en su totalidad a través de un dispositivo móvil (conmoción entre los espectadores) y se enfrenta a lo que fuera patio de plateas, ahora levantado y transformado en nuevo escenario donde se desarrolla la historia.
Allí, con la magia escenográfica de Oria Puppo y efectos sonoros y lumínicos que transforman el dispositivo escénico en poesía, se replican la biblioteca de Teresa, la historia de la mano de la Santa escondida en el Cervantes y la ronda de artistas en acción. Si la decisión escénica elige a las monjas representadas por hombres, su disonancia efectista del comienzo se diluye en la secuencia ritual del acto de vestir a Teresa para lo que vendrá.
El vestido como "cuerpo del cuerpo" (al decir de Erasmo) preanuncia la transformación final de la Santa.

FINAL CONMOVEDOR
Luego de haber pasado por la intimidad en la biblioteca con los amados libros que testimonian su vocación por la lectura, y por los avatares de los desfallecimientos de la Santa, el espectador está listo para un verdadero milagro final del que será testigo: los últimos momentos de Teresa de Avila, el personaje amado por Marilú Marini desde los lejanos días del Instituto Di Tella, con Roberto Villanueva como mentor de ese conocimiento iniciático.

Marini se transforma en escena y encarna como una poseída la transverberación de la Santa. Esa experiencia mística en que un ser, en unión íntima con la divinidad, se incendia con un fuego sobrenatural asombra. Y esta increíble actriz, luego de pintar a lo largo de la obra su imagen de curiosidad ante el mundo, de sabiduría en los textos, de desfallecimiento en la enfermedad, sola ante los espectadores, cae en éxtasis. Y es Santa Teresa.
Como se aludió racionalmente al comienzo, un cuerpo tanático que va a la muerte y un alma que en gozo y sufrimiento se eleva a la vida. Una experiencia escénica inolvidable.

Calificación: Muy bueno