Secretos que pugnan por salir

"La quietud" (Argentina, 2017) Dirección y guion: Pablo Trapero. Fotografía: Diego Dussuel. Arte: Cristina Nigro. Sonido: Fede Esquerro. Música: Papamusic. Actores: Martina Gusmán, Bérénice Bejo, Graciela Borges, Edgar Ramírez, Joaquín Furriel. Duración: 117 minutos. Calificación: apta para mayores de 16 años.

Noveno largometraje de un renovador del cine argentino, Pablo Trapero ("Mundo Grúa", "El bonaerense", "Carancho", "El clan"), "La quietud" incursiona dentro de la línea del melodrama, combinando el tono intimista y la denuncia social.

Casi una guía del relato será Mía (Martina Gusmán), una joven mujer de fuerte personalidad que es la acompañante del padre en una intempestiva ida hacia un juzgado capitalino, luego de que las voces airadas de su madre, Esmeralda (Graciela Borges), preanuncien complicaciones. El ataque cerebral del anciano durante la entrevista desata la historia. Después vendrán nuevos personajes y situaciones. La hermana que regresa de Europa, donde vive, posteriormente la llegada de su marido (el venezolano Edgar Ramírez); las circunstancias y relaciones se entrecruzarán, en tanto, alrededor de ellos, en la estancia familiar, imponente y lujosa. El escribano Esteban (Joaquín Furriel) y la servidumbre presidida por la criada de confianza Fermina rodean el circuito familiar.

Mientras "La quietud" es el nombre de la elegante estancia, lo que sucede entre los personajes es exactamente lo contrario del bucólico nombre. Viejos nombres de la mitología y el universo shakespeariano pueden revivir en las complejas relaciones familiares. Las edípicas entre Mía y su padre que ha quedado reducido a un vegetal en la casona familiar, las relaciones que incluyen referentes sáficos entre las hermanas y una Lady Macbeth pampeana notablemente interpretada por la mejor Graciela Borges.

FICCION Y REALIDAD
Filme de protagonistas femeninas, los varones hacen lo que pueden, luego que el herido "rey familiar" (destacada y breve aparición de Isidoro Tolcachir como Augusto) quede knock out en espera de un desenlace imprevisible.
"La quietud" intenta concentrar cierta densidad dramática en el comienzo, perdiéndose en los altos y bajos de una historia desigual, con fuertes intermezzos eróticos y peleas entre la matriarca familiar y su hija Mía, su eterna opositora.

La maravillosa casa enquistada en el centro de una cuidada alfombra vegetal, según comentó su director, fue alquilada a la familia Moneta, cuyo padre, escribano, ocupó, luego de sufrir un ACV, el mismo cuarto destinado al Augusto del filme. Como en "La casa" de Mujica Láinez, ficción y realidad se mezclan en la historia de esta finca, llamada "La Quietud" por Trapero; "La Chocita" por el banquero Guido Guelar, su dueño original, y "La República" por sus actuales dueños.

El filme une un impecable diseño audiovisual a interpretaciones destacadas de Martina Gusmán ("Leonera"), Bérénice Bejo ("El artista"), sorprendentemente parecidas, y de Graciela Borges, en la mejor interpretación de su carrera.

Calificación: Muy buena