Es la estrategia de adecuar las funciones estatales a la recaudación de dinero para fines personales

El negacionismo y la corrupción en el Estado

A poco de cumplirse un mes de la detención de Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta y autor de los cuadernos de las coimas, el silencio y los discursos negacionistas sobre los hechos de corrupción detallados parecen aún brotar desde algunos sectores de la política y la sociedad.

"En un país libre y democrático, cualquier persona tiene derecho a opinar lo que quiera sobre cualquier tema. Y no se debe menospreciar, ni mucho menos escrachar, a nadie por decir su opinión, por más aberrante que nos parezca. El negacionismo es negar un hecho que se considera probado por la ciencia (incluyo a la historia) o los tribunales. Nadie puede ser negacionista respecto de, por ejemplo, si es mejor que el dólar esté barato o caro, o si es bueno o malo eliminar barreras a la importación de bienes, porque esos puntos no son hechos sino preferencias. Además, cuando alguien niega un hecho puede querer decir cosas distintas. Por ejemplo, decir que un hecho no existió es distinto a decir que ocurrió de una manera diferente", destacó a La Prensa Martín D´Alessandro, presidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP) sobre la postura negacionista que ha imperado en los últimos días en algunos sectores políticos y sociales respecto a los casos de corrupción destapados por los cuadernos de Oscar Centeno.

"Es muy difícil entender cómo todavía se pone en foco la validez de los cuadernos del chofer Centeno, afirmando hasta que están muy bien escritos, más allá de que ya hay varios ex funcionarios y empresarios que vienen demostrando que las coimas existieron. Negar la corrupción no ayuda a la sociedad pero tampoco es mejor condenar a un persona sin que hubiera un debido juicio", dijo a La Prensa la constitucionalista Beatriz Linares.

La corrupción se volvió visible por la dimensión de lo robado como nunca antes en el país. Pese a las denuncias de periodistas y políticos opositores, el negacionismo entorno a las coimas u "aportes de campaña" continuaba siendo una triste realidad.
"Los hechos de corrupción, sean "coimas" o de otra denominación e igual sustancia delictiva, son ciertos y comprobados; y ya se conocían con antelación a la aparición de los "cuadernos". La descomposición moral ha sido grande y han participado de ella tanto algunos gobernantes y funcionarios cuanto todos aquellos que se prestaron a la corruptela en las áreas de obras públicas, construcción, transportes, etc. Para bailar un tango "hacen falta dos": de igual manera, acontece con quien da y quien recibe...", afirmó a La Prensa Jorge Vanossi, diputado del Parlasur por el Frente Renovador.

NEGACION
En cada nuevo detalle revelado sobre la estructura de corrupción del Kirchnerismo persiste, como una constante, el interrogante sobre por qué algunos se oponen a reconocer y discutir la magnitud económica de la corruptela política.
"Negar un crimen no necesariamente es corrupción. Podría ser, por ejemplo, una legítima estrategia de defensa judicial. Ahora bien, también es cierto que el kirchnerismo ha negado hechos como parte de su estrategia política. Cuando decía "no hay inflación de más del 2 por ciento" o "no hay más pobres que el 5 por ciento", negaba hechos y mentía abiertamente. Eso es muy dañino para la democracia. Pero no creo que Cristina o ningún imputado en la causa sean corruptos por el hecho de negar los cargos en su contra", enfatizó Martín D"Alessandro.

Luego agregó: "Que hubo corrupción es un hecho, pues lo han confesado sus autores. La existencia de las coimas, los aportes ilegales y los bolsos con billetes en efectivo son indiscutibles y creo que son aceptados incluso por todos los funcionarios y los defensores del gobierno anterior. Lo contrario sería como negar la ley de la gravedad. Lo que algunas personas están cuestionando es un proceso judicial que podría terminar condenando a la ex presidente Cristina como jefa de una asociación ilícita. Parece estar reuniéndose prueba suficiente, pero todavía no podemos de ninguna manera tomarlo como un hecho".

EL RELATO
La estrategia de adecuar las funciones estatales a la recaudación de dinero para fines personales, lamentablemente, no es una situación nueva que sucede en el país ni en el mundo. Y para continuar ese accionar, el relato se convierte en una herramienta crucial para sostenerse en el tiempo.
"Lo que pasó con el kirchnerismo es una corrupción de Estado. Es un gobierno pensando al Estado en función de la corrupción. Con una continuidad de un relato muy desarrollado que se montaba en conjunto con la sociedad, en la provincia, con los funcionarios, etcétera", destacó a La Prensa el historiador Esteban Piliponsky.

En sus últimos trabajos de investigación, el historiador de la Universidad de Tucumán analizó la similitud del negacionismo entorno a la corrupción del Estado tanto en época de Democracia como fuera de ella. "Los principales autores del terrorismo de Estado en Argentina y sus defensores, como ha sucedido en otros regímenes análogos, han intentado generar una fuerte corriente negacionista de sus principales crímenes. Algo similar es lo que intenta hacer el kirchnerismo con su inmenso sistema delictivo. Los argumentos y las estrategias en ambos casos tienen similitudes y pueden ser cotejados", describió Piliponsky en su ensayo.

El historiador destacó las diferencias del negacionismo ya en la Democracia. "Salvando las diferencias porque estamos hablando ya de una democracia, con un gobierno elegido por voto popular, hay una metodología y organización que ya es una corrupción de Estado. Con esa idea me parece que las formas de mediación eran parecidas en cuanto a la idea de negar, después de considerar los excesos como excepciones particulares y finalmente de homogeneizar. Es decir, es cierto que todos los gobiernos tienen un caso de corrupción y violencia entonces se lo plantea como una forma intrínseca en la sociedad. Como que no hay una diferencia".

Luego agregó que "la forma de organización del kirchnerismo, sostenida más allá de un éxito o de un fracaso o de cómo superaron la crisis de 2002, está basado en un sistema de corrupción. Además tuvo una base ideológica, es decir, no era simplemente la coima sino que había una forma de sostener eso usándolo como una razón social con cuestiones revolucionarias. En ese sentido es muy caro a los valores de muchos seguidores, que es como comparar esa similitud con respecto a otra época de la historia que fue más violenta, cruda y no democrática, que sin embargo políticamente tiene este parecido".

CREENCIAS VS ESTRATEGIAS
La Justicia será el espacio donde las acciones ilícitas, ocultas por años, salgan a la luz y, principalmente, sean probadas. Sin embargo, la catarata de nuevas revelaciones entorno al sistema de corrupción sostenido por el Kirchnerismo en su "década ganada" también incide en los cientos de personas que alguna vez los votaron o de quienes aún los siguen acompañando en diversas manifestaciones y niegan la veracidad tanto los cuadernos como los testimonios de los arrepentidos.
"Hay un aspecto psicológico donde una creencia predomina sobre un juicio de realidad. Esa creencia no pasa la prueba de esa instancia. Entonces el aparato psíquico se divide en dos: la parte que sigue viviendo en la realidad y la otra parte no", señaló a La Prensa Marta Goldstein, vicepresidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Consultada sobre como las creencias pueden influir en un seguidor aún frente un caso de corrupción, Goldstein afirmó que "Yo puedo creer que existe o no Dios. Puedo creer que va a venir el mesías o no. Cuando esas creencias no pueden ser argumentadas o confrontadas con un juicio verdadero o falso entonces queda como un valuarte cerrado y donde cierta parte del aparato psíquico se apoya y desde ahí actúa. Entonces puede desde salir a manifestar o hasta salir a matar. Porque esa creencia es el valuarte fanático. Lo mismo con una percepción como que yo puedo ver los bolsos del dinero. Pero en el fanático eso no es verdad y fue un efecto especial por lo tanto no cree que eso sea así", reflexionó la psicóloga.

Pero, ¿qué pasa cuando se ha dejado de lado la creencia y el negacionismo pasa a ser una estrategia judicial?. Varios son los argumentos usados en el mundo y en el país para sostener esta postura de la negación compulsiva. El principal es que la acusación es mentira, más allá de la evidencia. Pero también persiste el "ganó las elecciones" como un sustento legitimo del accionar.

También se acude al "Montaje y una campaña mediática" para señalar a los medios y redes sociales como responsables de las evidencias que surgen entorno a un acto de corrupción. Además, se utiliza la "persecución policial" o "Persecución judicial" como una mano oculta de la corrupción que cierna contra el destino del político sospechado de un ilícito.

Pero otras veces la estrategia muestra otra realidad de mayor alcance temporal donde la naturalización de ciertos actos termina siendo la razón por la que se acepta una coima. "Los otros lo hicieron antes","Los otros son peores", "Todos son iguales" y "No es delito" son también respuestas escuchadas anteriormente en casos o maniobras de corrupción en el Estado.

"La corrupción del Kirchnerismo no se entiende sin toda la previa que se ha desarrollado en el Estado. Y que en algunas provincias es sinónimo del peronismo histórico desde el 83 para acá. Porque ha sido el partido político con más años en el poder desde que volvió la Democracia y de allí han salido empleados públicos y judiciales que hoy todavía están ejerciendo funciones", enfatizó a La Prensa Piliponsky.

Finalmente, consultado sobre si la sociedad pudo estar resignada a ese tipo de eventos ilícitos de los últimos 40 años y la negación que ha persistido en el tiempo sobre este tipo de accionar, con sus nefastas consecuencias, el historiador fue categórico. "Ante esta negación en particular creo que hay una necesidad de autocrítica muy compleja de la sociedad y de los políticos. Pero, también, hay un factor que ha sido explotado por el peronismo kirchnerista que es el de la postverdad", enfatizó Piliponsky.

Sobre ese término, el académico explicó que: "Así como el discurso único, que imperó durante la primera época del peronismo, la post verdad vuelve a darle fuerza al que más fuerza tiene. Es decir, ningún discurso vale pero al final un sector de la gente puede llegar a creer lo que se dice. Cuando los Kirchneristas fueron gobierno lo usaron por mucho tiempo. Absolutamente nadie podía tener una envergadura absoluta y todo era discutible en esa proliferación de voces que negaba los hechos y que quedaba en la opinión. Y normalmente la voz del que tiene más fuerza para opinar suele valorarse más. Es un fenómeno que tiene que ver con el ahora".