Una reacción cultural comienza en el norte

En el reciente debate parlamentario por el aborto legal, las provincias del norte de nuestro país fueron las que terminaron inclinando la balanza en contra de ese proyecto demencial, con el aporte de 22 de los 37 votos negativos que hubo en el Senado. Salta fue uno de los cuatro distritos en los que ese rechazo fue unánime. Y de esa provincia de arraigada religiosidad y amor a las tradiciones surgen ahora las primeras señales de una reacción cultural más amplia.
Quien la encabeza es Andrés Suriani, un diputado provincial por Cambiemos que estuvo al frente del movimiento provida. El legislador, que se considera un hombre de fe, que defiende los valores que recibió con el Bautismo, es un raro caso en la coalición que detenta el poder nacional. No sólo se opone al aborto, sino que en los últimos meses también se puso de pie contra el laicismo y contra el adoctrinamiento en las escuelas mediante la infiltración de la ideología de género, a la que considera "un flagelo que pervierte el orden natural".
Con 53 años, padre de cinco hijos, uno de ellos fallecido, Suriani habla claro y dice lo que muchos piensan mientras otros políticos hacen ejercicios de equilibrismo. "Sacaron a Dios de las escuelas y ahora quieren meter la ideología de género", se lamenta. "No se puede permitir que les digan a los chicos cómo masturbarse, que decidan si son hombre o mujer, porque eso no es igualdad, son perversiones", remarca.
Ya cuando era concejal estuvo en primera fila para exigir que se restituyera el monumento que destruyó el kirchnerismo y que rinde homenaje a los héroes de Manchalá, esa decena de soldados que resistió en una escuela rural un feroz ataque de 117 hombres del ERP en 1975. Una toma de posición sobre los trágicos años '70 que contrasta con la indiferencia de su partido.
Desde el triunfo de la ola celeste, Suriani pasó a la ofensiva en la "guerra cultural". Su desafío a la corrección política sintoniza con aquellos que desde las redes sociales proponen levantar la apuesta. Los que, frente el pedido de separar a la Iglesia del Estado, replican con la exigencia de apartar la ideología de los colegios. Tal vez éste sea un punto de inflexión, el fin de un retraimiento, de un repliegue discursivo, acomplejado.
Como era de esperar, se prepara un escarmiento para su osadía. Hay quienes quieren echarlo de la Cámara de Diputados provincial por oponerse a la ideología de género.
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¿CASO EJEMPLIFICADOR?­
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En un diálogo con La Prensa Suriani, que es secretario de la Comisión de Educación de la Legislatura de Salta, comenta que ya es la segunda vez que "el Observatorio de la Mujer, que está conducido por la licenciada María Laura Postiglione, una de las feministas más radicalizadas de Salta, y Pía Ceballos, del colectivo LGTB, piden sanciones en su contra". En la primera oportunidad "por estar en contra del aborto y a favor de las dos vidas". Ahora la acusación es por "violencia simbólica" (sic) y "discriminación". La Cámara votará mañana sobre su situación.
Los medios se ensañan con él por estas horas luego de que expresara que el feminismo y la homofobia "son términos utilizados por la ideología de género para sacar provecho". Pero Suriani aclara que siempre ha estado "a favor de la igualdad de oportunidades y derechos" y que nunca negó que exista violencia contra las mujeres, como se le atribuye.
Es posible que Suriani quiera ser tomado como caso testigo. Que se lo quiera castigar para disciplinarlo o para disuadir futuros levantamientos.
Pero la causa que enarboló toca una cuerda sensible de un sector de la población que no está representada por los medios ni por muchos de los legisladores. Una primera manifestación de padres para solidarse con sus dichos fue convocada para mañana a las puertas de la Legislatura salteña.
Hay un país que despertó con el aborto y que espera que su dirigencia la escuche, que exige un cambio en serio. Salta tiene reservas morales para abonar una cauta esperanza.