Argentina tiene un gran futuro nuclear

Aunque hay temor por un posible ajuste, están en construcción los dos reactores más modernos del continente. La Comisión Nacional de Energía Atómica es hoy una de las pocas políticas de Estado del país, con casi siete décadas a la cabeza del sistema de ciencia y tecnología nacional.

En materia nuclear, la Argentina es un país raro. Muy raro. Por su desarrollo científico y tecnológico es uno de los principales productores de conocimiento para el desarrollo de la energía nuclear, pero en cuanto a infraestructura, se quedó muy atrás, con sólo tres reactores de potencia para la generación nucleoeléctrica: nos sentamos en la mesa chica en ciencia y tecnología, pero tenemos sólo las dos centrales en Atucha y Embalse.

Lo mismo pasa en su sistema productivo: mientras están casi listos dos prototipos de reactores que llevarán a la ciencia argentina a la vanguardia mundial, se anuncian recortes en contrataciones y despidos masivos en las plantas tradicionales. Además, se vuelve cada vez más difícil retener a los científicos e ingenieros por el bajo nivel de sueldos e incentivos.

En medio de estas contradicciones se mueve la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el organismo público de referencia del desarrollo nuclear, que supo construir una verdadera Política de Estado en sus casi siete décadas al servicio a la cabeza del sistema de ciencia y tecnología nacional.

"La CNEA tiene una particularidad que no tiene ningún otro organismo de ciencia y técnica: va desde la ciencia básica, con especialistas en agujeros negros y estrellas de neutrones, hasta el desarrollo de los reactores nucleares del futuro, como es el proyecto CAREM, hecho en su totalidad en el país", explicó el vicepresidente de la CNEA, Alberto Lamagna.

"Intentamos que la energía nuclear sea una política de Estado. Hemos tenido altibajos importantes, poro cuando se deja de lado la actividad, cuesta mucho retomarla. Hemos vivido momentos difíciles y todo lo que se destruye y pierde por falta de incentivo en el sector es muy difícil retomar", reforzó el gerente general de la CNEA, Enrique Cinat.

"El sistema nuclear argentino está totalmente interrelacionado y cualquier situación positiva o negativa afecta a todos los eslabones -resaltó Lamagna-. Todo proyecto de alta tecnología necesita continuidad en el tiempo, porque no se llega a la fabricación de un prototipo como el tomógrafo AR-PET -ver aparte- sin una línea de trabajo continua. Ese proyecto llevó 18 años. Incluso tiene alguna innovación que permitió generar dos licencias y, como es nacional, la reparación es más barata". 

Entre las líneas de trabajo de la CNEA se destacan la generación de energía nucleoeléctrica a gran escala; la producción de combustibles nucleares; la seguridad ambiental y gestión rigurosa de materiales radiactivos; la aplicación de la tecnología nuclear en el sistema nacional de salud; la innovación y transferencia tecnológica para el entramado productivo; la promoción de la formación de recursos humanos de alta especialización, y el desarrollo de la ciencia básica y la tecnología en materia nuclear.

El desarrollo de cada una de estas áreas fue derivando, con los años, en empresas estatales y mixtas que se alimentan de sus investigaciones. Así, por ejemplo, de la producción de combustible nuclear para las centrales de potencia, se generó Conuar (Combustibles Nucleares), que es una empresa mixta, donde la CNEA aporta la pata tecnológica -la ingeniería en combustibles- y la organización empresarial la pone el privado.

El caso más emblemático es INVAP, que nació en 1976 de la gerencia de Investigación Aplicada de la CNEA, y hoy desarrolla en sus laboratorios toda la industria satelital argentina y produce reactores como los que se exportaron a Argelia, Egipto y Australia.

"Son empresas, algunas estatales y otras mixtas que surgieron la de la CNEA como nave madre de todo este sistema nuclear. Todo nace en algún laboratorio: va pasando de la ciencia básica a la aplicada, a la ingeniería y termina en un prototipo o en un proceso", explicó Cinat.

"La CNEA es el socio científico y tecnológico, un laboratorio I+D (investigación y desarrollo) que va derivando en muchas otras áreas de trabajos, como la Medicina Nuclear, donde hoy lideramos con la más alta tecnología a nivel global de diagnóstico y tratamiento de enfermedades oncológicas y degenerativas", dijo.

"En algún momento se ha pensado en recortar la CNEA, pero sería matarla. Si cortás en alguna de las etapas -ciencia básica, aplicada, desarrollo tecnológico, ingeniería, prototipos-, la matás, porque todos los escalones se alimentan del anterior hasta llegar a la biblioteca de conocimiento, que es la ciencia básica", enfatizó Lamagna.

"El hecho de que se mezclen todos, los científicos y los técnicos en el mismo comedor de un centro atómico hace que surjan ideas innovadoras en áreas no nucleares, que terminan en patentes o pequeñas empresas", graficó.

FUTURO

"Nuestra idea en un futuro cercano es empezar a transferir tecnología genérica al sector industrial de Pymes argentino para aumentar la competitividad, con la apuesta de mejorar el empleo", dijo Lamagna, y agregó: "Queremos no encerrarnos en lo nuclear. Ya que fuimos exitosos en otras áreas, como la espacial o la medicina, por qué no ampliamos el laboratorio I+D de los tres centros atómicos para el sector de las Pymes".

"La problemática central hoy es que tenemos grandes proyectos y objetivos que cumplir, pero se nos va la gente joven", dijo Lamagna, mientras que Cinat completó: "Quedarse en la CNEA pasa más por la mística que por los incentivos concretos económicos que podemos ofrecer. El que se queda es por amor a la camiseta. Si son ingenieros jóvenes pasan por un tiempo y luego van al sector privado, porque tienen que formar una familia y los sueldo no son muy buenos, no sólo a nivel mundial sino en el propio país. Por eso hay una enorme migración de los chicos, pero también hay desarrollo y desafíos tecnológicos y científicos que hacen que valga la pena quedarse".

Tecnología para la salud, la ciencia y la industria

Uno de los orgullos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) es el reactor nuclear multipropósito RA-10, que supera a los utilizados en los centros atómicos de Ezeiza, Constituyentes y Bariloche y lleva al país al tercer lugar del mundo en la producción de tecnología para la salud y la industria.

La obra civil se inició hace dos años en el Centro Atómico Ezeiza y prometen que comenzará a funcionar en el segundo semestre de 2020. Una vez en operación asegurará el 100 por ciento del abastecimiento en materia de radioisótopos para el diagnóstico y tratamiento de diferentes enfermedades no transmisibles como el cáncer, garantizando la capacidad de producción y asegurando el suministro ininterrumpido para el mercado nacional y buena parte de América latina.

"El diseño del reactor RA-10 comenzó ya en 2010 con el fin de asegurar que haya radioisótopos para el mercado local, exportar al internacional y ampliar nuestra capacidad de desarrollo tecnológico, investigación en ciencias básicas y aplicaciones basadas en el uso de técnicas neutrónicas avanzadas", explicó Alberto Lamagna, vicepresidente de la CNEA.

"El RA-10 es un reactor de investigación y de producción de radioisótopos, que tiene varias aplicaciones, desde la medicina nuclear hasta el dopaje de cilicio para la construcción de chips", graficó.

Según el modelo de cooperación científica, el RA-10 está siendo construido por INVAP, en Bariloche, mientras que la CNEA provee los desarrollos esencialmente nucleares y forma a los futuros operadores en le Centro Atómico ubicado en Ezeiza.

"Con el RA-10 nuestro país se pondrá al tope de los desarrollos de este tipo de reactores a nivel mundial, siguiendo una línea de evolución tecnológica cuya referencia inmediata es el proyecto OPAL, el más moderno reactor de producción de radioisótopos que Argentina -a través de INVAP- construyó para Australia en 2007 y este año vendió a Holanda", contó.

En cuanto al desarrollo científico-tecnológico, las instalaciones del proyecto también son utilizadas para la formación de profesionales y técnicos y permite realizar investigación en ciencias básicas y aplicaciones tecnológicas basadas en el uso de técnicas neutrónicas para biotecnología, fármacos y materiales.