Atrayente simbiosis musical

La Orquesta Sinfónica de Jerusalén junto al violinista Itamar Zorman

Orquesta Sinfónica de Jerusalén. Programa: "Danza Hora", del poema sinfónico "Emek", de Mark Lavry; Concierto para violín y orquesta en Mi menor, op.64, de Felix Mendelssohn; y Sinfonía nº 1 en Do menor, op.68, de Johannes Brahms. Dirección: Yeruham Scharovsky. Solista: Itamar Zorman (violín). El miércoles 15, en el teatro Coliseo.


Una nueva presentación en nuestra ciudad de la Orquesta Sinfónica de Jerusalén, celebrando una trayectoria de ochenta años de vida -su fundación se remonta a 1938- tuvo lugar en el teatro Coliseo, en el marco del ciclo Nuova Harmonía, contando con el apoyo de CUJA (Campaña Unida Judeo Argentina), en una sesión que presentó en el podio a su director, Yeruham Scharovsky, nacido en nuestro país y trasladado a Israel donde comenzó a desarrollar una activa carrera.
Precisamente, hace ocho años destacamos en La Prensa su actuación en el teatro Avenida en una sesión dirigida por el mismo maestro Scharovsky, ligado desde hace muchos años a esta institución, que fuera en sus orígenes la orquesta de la radio de Jerusalén.

En esta oportunidad, el regreso del director se vio complementado con un joven y talentoso violinista de treinta y tres años, Itamar Zorman, nacido en Tel Aviv, donde comenzó a estudiar el instrumento a los seis años. Toca con un Guarneri Del Gesú de 1734 y posee antecedentes de considerable mérito.

El concierto comenzó con la "Danza Hora" del poema sinfónico "Emek", del compositor nacido en Riga, capital de Letonia, Marc Lavry (su apellido real fue Levin), que estrenó esta obra en 1937 describiendo la vida cotidiana en una planicie de la región de Galilea. La danza tiene una vivaz rítmica y fue así carta de presentación de este orgánico nutrido de sesenta músicos.

Tras esta presentación breve llegó el concierto de Mendelssohn para violín, op.64, en que impresionó favorablemente el instrumentista mencionado por su manejo y sincronía entre su violín y la orquesta, en cabal consustanciación con el romanticismo mendelssohniano.

TAMBIEN MORES

La segunda parte propuso la Primera sinfonía de Johannes Brahms, escrita en Do menor, op.68, de largo proceso compositivo, donde la orquesta visitante mostró secciones solventes y cohesionadas, tanto en las cuerdas como en los bronces, maderas y la percusión. De ahí que con la dirección alcanzó una lectura muy correcta y digna.

El entusiasta público que asistió al concierto reclamó encores que el director, con clara dicción española, fue anunciando. Primero, un arreglo sinfónico de la milonga "Taquito militar", de Mariano Mores, y luego la pieza "Jerusalén de oro", de Naomi Shemer, que calificó como segundo himno de Israel.

Calificación: Muy bueno