Discépolo, un superhéroe de otro tiempo

Luis Longhi encarna al gran poeta del tango en "Enrique", una obra en la que explora su costado más humano. Con dirección de Rubén Pires y Nicolás Cúcaro como coprotagonista, la pieza recrea un diálogo entre el autor de "Cambalache" y su asistente el día de su muerte. "Expresa, con cosas del pasado, los conflictos de hoy", opina el actor.

"¡Viví pibe, viví! Sé feliz. A toda costa. Aunque te muerdan, aunque te escupan, vos sé feliz y ayudá a los otros a que también lo sean". Esta frase sale de la boca de Enrique Santos Discépolo en la obra "Enrique, un grotesco musical", que homenajea al gran creador del tango. Va dirigida a un joven asistente en el camarín. Está dicha con mucha pasión, casi como un lamento. Proviene de alguien que va a morirse.

Luis Longhi -actor, músico tanguero, de larga trayectoria en teatro y televisión- escribió "Enrique..." hace cuatro años y unos meses atrás se juntó con el director Rubén Pires para, por fin, estrenarla. Longhi decidió que era el momento de homenajear al maestro. Convocó al joven actor Nicolás Cúcaro, una verdadera revelación, y surgió entonces una pieza que resulta una joya dentro del circuito independiente porteño.

Todos los domingos, a las 18, en el teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062), se ve "Enrique..." y se la disfruta con la emoción a flor de piel. En un bello espacio, con un gran cuidado de los objetos, el vestuario y la ambientación, aparece en escena mucho más que el autor de tangos trascendentales ("Cambalache", "Yira yira"). Surge un artista apasionado, comprometido con su tiempo, pero lejos del bronce. Es humano, con errores, contradicciones, algunas broncas.

"Hacía falta mostrarlo así y hacía falta hacerlo ahora. El se entregaba a todo lo que hacía. Esos 47 kilos que pesaba cuando murió a los cincuenta años se debían no sólo a su anemia crónica sino también al desborde emocional y la energía que descargaba en cada relación humana y en cada cosa que hacía", señala el actor y autor en el bar del teatro, donde se realiza la entrevista con La Prensa. Longhi apenas toma café, quiere hablar de su obra. Se le vislumbra una pasión similar a la de su tan querido Enrique.

-¿Qué lo llevó a escribirla?

-No es sólo Enrique como autor de tangos. El tipo me interesó como artista global: era actor de teatro y cine, director, compositor. A mí también me interesaba cómo se plantaba él como artista ante el mundo.

-¿Qué lo cautivó particularmente?

-En principio, su compromiso social con todo lo que hacía. Sus principales tangos, "Yira yira", "Cambalache", "Canción desesperada", son escritos en los años "30, es decir en plena "Década Infame". El sentó un precedente como artista comprometido con su tiempo.

GRAN QUIMICA

-Si bien la obra es un gran homenaje a Discépolo, también se pone el acento en la relación maestro-iniciado, padre-hijo.

-Eso me interesa, porque también soy padre. Tengo una hija de catorce años e inevitablemente vos empezás a reflexionar sobre esos temas. Te planteás qué dejás y qué transmitís. Quiero contar a las generaciones que vienen quién fue este tipo, como artista en un escenario o como artista frente al mundo. Porque por ahí muchos te citan versos de "Cambalache" y no saben quién los escribió.

-También se ve mucha química entre ustedes dos en escena.

-Fue un gran trabajo del director. El le dio mucho desarrollo al trabajo actoral. Básicamente, se apuntó al vínculo entre estos dos personajes. Si no hubiéramos tenido la relación en escena que tenemos, la puesta habría hecho agua. Rubén Pires es un gran director de actores.

-El registro que manejan está un poco corrido del realismo.

-Sí. Se busca el espíritu que tenían esos grotescos de Enrique y de su hermano Armando. Esa actuación grotesca que es cuna del teatro argentino y que roza lo realista pero que te hace reír a través de la tragedia. El humor a través de la exacerbación de todos los sentimientos, tal como tenía Enrique.

PERONISMO

-Su adhesión fervorosa al peronismo le trajo problemas.

-Así es. Muchos de sus viejos amigos, que eran antiperonistas, lo trataron con crueldad. Son famosas las anécdotas de que se organizaba una cena y compraban todos los lugares para que estuvieran vacíos. O le enviaban a su casa sobres con sus discos rotos. Orestes Caviglia, que había sido su compañero en el Cervantes, lo escupe en la calle. Todo eso lo iba carcomiendo.

-Es imposible no hacer un paralelo con el presente. Ese antiperonismo que se muestra tan claramente en la obra se parece mucho a la "grieta" de los últimos años.

-Es que yo creo que la obra expresa, con cosas del pasado, los conflictos de hoy. No es casual que yo elija a Enrique Santos Discépolo con los padecimientos que tenemos. Es un superhéroe artístico nacional que necesitaba traer a escena en este momento de esta grieta escandalosa.

-El consejo que le da al "pibe" también es clave.

-Tiene que ver con su modo de vida. El se desvivía por el otro. Vos la estabas pasando mal, le contabas tu historia y Discépolo te escribía un tango. La profundidad filosófica de sus letras fue inaugural dentro del tango y así lo queremos homenajear.

A través de la relación con su asistente "quiero contarle a las generaciones que vienen quién fue este tipo, como artista en un escenario y frente al mundo", sostiene Longhi.

Cúcaro, con futuro promisorio

Hijo de una profesora de teatro, a Nicolás Cúcaro le atrajeron desde muy chico el canto y la actuación. Se formó en la Compañía de Teatro Musical Juvenil de Ricky Pashkus y con Martín Salazar. Por una recomendación, Gonzalo Castagnino lo convocó tres años atrás para el que sería su primer trabajo profesional: "Saltimbanquis", el musical infantil dirigido por Pablo Gorlero.

"Gonzalo, Pablo y (la coreógrafa) Verónica Pecollo han sido mis padrinos en esta profesión", confía el actor, de veinte años. Hoy, Cúcaro se destaca como el asistente de Discépolo en "Enrique". "Trabajar con Rubén Pires fue algo impresionante", admite.

"Es muy minucioso. Nos detuvimos mucho en la primera escena de la obra y creo que eso fue clave porque después no hicieron falta demasiadas marcaciones. Ya habíamos encontrado el código".

"De Luis (Longhi) aprendí a manejarme en escena y también en la relación con mis pares. Y me abrió un panorama del teatro independiente que hasta ahora no tenía", comenta.

Para agosto, Cúcaro prepara el estreno de "De eso no se canta", dirigido nuevamente por Gorlero, con Débora Turza, Julián Rubino y Laura González, también en el teatro La Comedia.