Tres historias nuestras donde el deseo se confunde con amor

"No es amor, es deseo. Una historia en tres episodios". De Patricia Suárez y Sandra Franzen. Episodio I. Dirección: Sandra Franzen. Episodio II. Dirección: Herminia Jensezian. Episodio III. Dirección: María Laura Laspiur. En el teatro Tadrón (Niceto Vega 4802).

 

Una invitación que convocó a la prensa para el estreno de una inusual puesta teatral sumó cordialidad, una rica propuesta gastronómica y la exhibición de tres obras teatrales de la rosarina Patricia Suárez ("Las polacas", "Las 20 y 25") y Sandra Franzen.

Las tres obras están relacionadas entre sí, pero el que elija una de ellas podrá disfrutar de su mundo sin problemas y no será necesario haber visto cualquiera de las otras para comprenderla. Si se tiene acceso a las tres obras (hay distintos abonos), podrán ampliar la mirada y el mundo de personajes.
"No es amor, es deseo" es otra manera de ver teatro.

Las obras "El corazón del incauto", "El despertar de la ingenua" y "La tentación de Marta Ortíz" tienen varios temas comunes. Todas son historias de deseos que algunos confunden con amor. En todas ellas la figura de la mujer se impone y cada una, ya sea a través de algún pequeño dato o alusión, no podría haberse desarrollado en otro lugar que no sea la Argentina.

Momentos de la historia nacional, curiosidades de la "otra historia", esa que no pertenece a los libros de texto pero sí forma parte de lo popular y a veces de la picaresca de la época, integran parte de los tres textos.

ARGENTINA RURAL
"No es amor, es deseo. Una historia en tres episodios" desarrolla su primer capítulo ("El corazón del incauto") en la llamada Pampa Gringa, esa que se formó a principios del siglo pasado integrando colonias de distintos orígenes étnicos. Ciertos juegos que aluden al género en una pareja joven llevarán a uno de sus integrantes a descubrir su identidad y la incomprensión social arrastrará a la pareja a un cruel desenlace. Con una interpretación espontánea de Anahí Gadda, Nicolás Barsoff y Diego Cassere, la obra interesa y acerca al espectador a un momento de la Argentina rural.

"El despertar de la ingenua" es algo así como un vaudeville de principios de siglo (transcurre en París), donde el niño bien de los clásicos sainetes, la esposa con un pasado prostibulario, redimida por el hombre, y la recién llegada al servicio de la casa juegan una pieza macabra.

Si la mujer busca la complicidad de la más joven para mantener a un esposo donjuán en el hogar, la pretendida ingenua se toma el juego en serio y lo lleva hasta el último extremo. Victoria Reyes Benz compone con solidez a la esposa inválida, bien acompañada por el actor ecuatoriano Daniel Dibiase, exacto en el papel del esposo; a su lado Renata Marrone no alcanza a adentrarse totalmente en la tercera en discordia de la historia.

POR UN VAGO
El tercer capítulo, "La tentación de Marta Ortíz", casi un sainete, incorpora la interesante composición de dos mujeres fuertes: la primera, una veterana con mucho de doña Milagros, la dueña de la pensión de "Rosaura a las 10"; la otra, más joven y de otra clase social, que mantiene al hijo de la primera, un vago que estudia en Buenos Aires, mientras la familia lo banca en el campo.

La obra ofrece el contraste de dos caracteres femeninos muy bien diseñados por las autoras y la actuación de destacadas actrices como Mónica Felippa y Laura Castillo. Mathías Carnaghi es el vago de la familia en la que la dignidad inicial va siendo desplazada por el aprovechamiento y la hipocresía.

Las obras son dirigidas por tres sólidas directoras, Sandra Franzen Herminia Jensezian y María Laura Laspiur, que logran la atmósfera adecuada y un buen ritmo narrativo. Una escenografía cuidada a cargo del mismo teatro y Alejandro Mateo exhibe pocas pero significativas piezas que determinan con exactitud tiempo y ambiente social. Igual corrección pasa por el vestuario de Mateo y la iluminación de Herminia Jensezian.

Un espectáculo cuidado, muy nuestro y acorde con el momento de emponderamiento femenino, contó con pañuelos verdes en las actrices y directoras en un espacio que emite calidez.

Calificación: Muy buena