DE QUÉ SE HABLA HOY

Los sindicalistas argentinos son impresentables

El sindicalismo en nuestro país ha dado repetidas muestras de ser en realidad una organización unipersonal, comandada por caciques que sólo trabajaron unos pocos años, que son todos hombres ricos, machistas, violentos en su gran mayoría y cobardes también porque necesitan gorilas a sueldo que les cuiden las espaldas, un dirigente honesto no precisa custodia. No quieren ceder terreno, dejar paso a un sindicalismo más joven, más democrático, menos autoritario. Han cedido en contra de los intereses de sus "trabajadores" a costa de no perder la caja de las obras sociales, que es de donde salen los dineros que conforman sus cuantiosas fortunas personales. Maestros de la amenaza, adalides de las componendas, generales de las traiciones y sobre todo grandes genios del gatopardismo. 

Hoy mismo la Confederación General del Trabajo (CGT) es un nido de sapos y culebras y un triunvirato mandante donde cada uno obedece a sectores enfrentados entre sí. Acaban de suspender las elecciones para renovación de autoridades sin explicar muy bien los motivos, salvo que los Moyano las exigieron y ellos no quieren correr el riesgo de darle la posibilidad de que el clan camionero se haga fuerte y menos ahora que la Justicia les anda dando vueltas por temas de corrupción, no sea que alguna gota de basura los salpique o a lo mejor es el miedo a ser investigados.

Hablando de los Moyano, el jefe, Hugo, mandó a su abogado al canal donde el periodista Luis Majul en su programa anunció que daría a conocer un informe que vincula al gremialista con la causa por asociación ilícita con la barra del club Independiente. La visita legal era para impedir que esa noticia se difundiera haciéndole firmar una intimación, algo que no ocurrió. Aprietes, sustos y meter miedo no deberían ser herramientas para ser usadas por quien fuese un ciudadano honesto que no tiene nada que ocultar y si se siente perseguido ahí está la Justicia para defenderlo y castigar a quienes lo acusan falsamente. Pero algo hay debajo de las alfombras de estos representantes de los obreros y ya va siendo hora de limpiar las cosas.

Ayer se descompensó un piloto de Aerolíneas Argentinas que debía volar de Ushuaia a Buenos Aires porque sintió mucha presión por parte de un sindicalista de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas que le exigió que leyera por los altoparlantes de la nave un reclamo gremial durante el vuelo. El hombre se negó y la discusión fue tan fuerte que lo descompensó y debió suspender el viaje. Al llegar los médicos del centro clínico del aeropuerto detectaron que tenía 13-17 de presión arterial y lo derivaron a un hospital. Otros comandantes cedieron y ahora serán castigados, dicen en la empresa. Las redes sociales viralizaron algunos de estos mensajes leídos en pleno vuelo en aviones de la compañía estatal. Naturalmente desde el sindicato niegan que esta situación contra el piloto se haya producido, pero el parte médico no dejaría lugar a dudas.

De cualquier manera, el sindicalismo argentino da vergüenza, no hay ni uno solo de sus líderes que haga pública su declaración jurada de bienes o la de sus familiares directos, no pueden, van presos y lo saben.
Sin darse cuenta en sus apariciones públicas, por ejemplo, exhiben relojes que valen miles de dólares y llegan y salen de las reuniones en autos de alta gama. No hay que olvidarse que hay muchos que están detenidos por corrupción, incluso por falsificar medicamente oncológicos que mataban a sus afiliados. Son capaces de todo y si bien hay algunas excepciones que deben rescatarse, la gran mayoría deberían estar inhibidos de manejar los fondos que son quitas de los haberes de sus representados, porque los roban. Se perpetúan en el poder sin inmutarse y algunos ya llevan más de 30 años al frente de sus gremios. Negocian con todos los gobiernos y sólo protestan cuando corren el riesgo de que las bases se enfurezcan o cuando desde el poder les quieren tocar las cajas. Son, a todas luces, impresentables.

V. CORDERO