Francia se consagró campeón en una final jugada al ritmo que propuso Croacia

Los galos se impusieron 4-2 y obtuvieron su segundo título del mundo. El equipo de Deschamps no jugó un gran partido, pero se encontró con la victoria que recién justificó a partir del tercer gol. Griezmann y Mbappé fueron las caras del triunfo. Una pena que Modric y los suyos no hayan tenido recompensa para tanto esfuerzo y tanto juego.

¡Francia campeón! El festejo se instaló en las tribunas teñidas por las banderas azules, blancas y rojas que deliran por la alegría de esos futbolistas que acaban de conseguir una victoria sufrida y trabajosa más allá del 4-2 final. Por Griezmann, ese jugadorazo que se luce como los talentosos y transpira poniéndose en el cuerpo de los más sacrificados. También por Mbappé, el desfachatado jovencito que corre más rápido que el resto y que tiene la serenidad para detenerse y definir cuanta maniobra se le presente. Pero no hubo champán en la consagración gala. Apenas agua mineral sin gas. Porque el equipo de Deschamps -un DT que hay había sido campeón como jugador en 1998- ganó sin ser más que su rival. Todo lo contrario. Y queda un dejo de pena, porque perdió Croacia, un conjunto que puso el corazón y que con pases cortos y una fe inquebrantable pero terminó con las manos vacías. Pero en este juego no hay sitio para la justicia, sino para lo que pasa dentro de la cancha. Sin brillo, pero con contundencia y una gran dosis de fortuna, Francia consiguió su segunda corona.

Si el VAR no existiera… Si el árbitro no se hubiese equivocado… Las excusas siempre están a la orden día y más en un deporte que parece nutrirse desesperadamente de la polémica. Pero en cierta medida, Croacia hoy tendría argumentos para la desazón. Al mismo tiempo, si es verdad que el fútbol actual se define por detalles, como tanto suele insistirse en postular, Francia puede jactarse de que esta vez los detalles estuvieron de su lado e hicieron posible su segundo título del mundo en una final en la que nunca estuvo cómodo en el partido y en el que recién a partir del tercer gol encontró algo de tranquilidad.  

No había pasado nada, al menos no demasiado, cuando el duelo en el que a los galos les costaba hacer pie y Croacia exhibía mayor determinación y más cohesión en sus líneas empezó a cambiar drásticamente. Griezmann encaró hacia el arco de los balcánicos y cayó. Se enganchó con el césped, se patinó… se tiró… Pudo haber pasado cualquier cosa, menos que haya sido víctima de una infracción de Brozovic, que fue lo que el juez argentino Pitana sancionó. Del tiro libre cerca del área salió el centro del propio atacante del Atlético Madrid que cabeceó Varane, se desvió en Mandzukic y se metió en el arco al descolocar a Subasic. Francia estaba 1-0 sin merecerlo.

Hasta ese instante, el equipo de Deschamps no lucía compacto. Se lo notaba en un ambiente que estaba lejos de ser el ideal. No conseguía la pelota, no se lo veía con la firmeza habitual en la defensa, Mbappé parecía controlado por Strinic… En cambio, Croacia se sentía muy a gusto. Entre Rakitic, Modric, Rebic y Perisic -especialmente- manejaban el balón y hacían estéril cualquier intento de Kanté y Pogba por cortar el juego.

Podría suponerse que ese contexto tampoco se antojaba falta para los franceses, acostumbrados a esperar su momento para recuperar y salir hacia adelante a toda velocidad. Pero ni conseguía hacerse de la pelota ni era capaz de enhebrar réplica alguna. Por eso ese tanto de Mandzukic en contra era tan inesperado como inexplicable en función del trámite del cotejo.

Así y todo, los de Dalic se repusieron bastante rápido de esa situación adversa. Diez minutos después alcanzaron la igualdad a través de Perisic. El peligroso mediocampista del Inter definió con un fuerte zurdazo cruzado luego de una buena jugada nacida de un tiro libre.

Si la justicia existiera en este juego tan perfectamente impredecible, podría afirmarse que el 1-1 estaba más relacionado con lo que había pasado hasta entonces. Pero el fútbol no entiende de lógica, merecimientos ni razones. Cayó un centro en el corazón del área croata y la pelota rebotó en la mano de Perisic. Pitana marcó el córner. Los franceses rodearon al árbitro reclamando por un penal. Desde el salón del VAR le hacen notar al juez lo que había pasado. El misionero preguntó varias veces. No estaba convencido. Fue al costado de la cancha y miró la jugada por la televisión. Se termino de sacar las dudas y otorgó el remate desde los doce pasos que Griezmann transformó en gol.

Pitana acertó en esta acción.  La FIFA se decidió a abrirle la puerta a la tecnología y se terminó esa curiosa idea que decía que el fútbol era un deporte en el que el error humano formaba parte de su naturaleza. Que se equivoque un jugador y su equipo sufra un gol en contra; que no lo haga un árbitro y arruine un partido.

La ventaja de los galos era absolutamente antinatural. Croacia había sido más que su rival. Lo que generaba no encontraba recompensa. El buen trabajo de Perisic y en menor medida de Rebic no tenía eco en Mandzukic, de flojo desempeño. Y cuando volvieron del descanso esa sensación se mantuvo inalterable en los primeros minutos del complemento. Lloris le negó la igualdad a Rebic en una acción que confirmó que los balcánicos no estaban dispuestos a entregarse.

Francia continuaba sin encontrar su lugar en esta historia. Fracasaban Kanté y Pogba en el medio, la defensa no se mostraba con la solvencia de los partidos anteriores. Sólo Griezmann mantenía en alto la bandera de su equipo. Marcaba, corría, intentaba jugar. Sin deslumbrar disimulaba las carencias de su selección.

Pero de pronto los de Deschamps tuvieron su momento en la finalísima. Primero amagó Mbappé con un mano a mano que tapó Subasic y al rato estiró la cuenta Pogba. Un contraataque de esos que son marca registrada de Francia derivó en el veloz Mbappé, quien tocó para Griezmann para que aguantara la pelota y se la tocara al mediocampista para darle forma al tercer tanto con un preciso remate..

Y antes de que los balcánicos pudieran esbozar al menos una reacción, Hernández avanzó por la izquierda y sacó el pase largo para Mbappé. Este pibe letal para cualquier defensa mal parada se acomodó y cerca de la media luna estampó el cuarto.

Parecía la sentencia definitiva. Pero si algo quedó en claro en este Mundial es que jamás hay que dar por vencido al equipo croata. Siguió peleando, persiguiendo la quimera de extender su sueño de gloria. De tanto correr, Mandzukic fue a buscar un pase atrás que recibió Lloris. El delantero se encontró con la insensata intención del arquero de gambetearlo. Ese error, de idéntica naturaleza que el de Willy Caballero en el partido contra la Argentina, le otorgó una cuota de suspenso al juego.

Jamás renunció Croacia a jugar. Fue constantemente al ataque. En ocasiones sin lucidez o víctima de un apuro irreflexivo. Se expuso a las réplicas de Francia, que de pronto había encontrado un partido de las características que más le agradan. A esa altura el reloj se había convertido en el mejor aliado galo. No tenían tiempo los balcánicos para revertir la situación. Tampoco claridad. Y entonces la victoria quedó en manos de las huestes de Deschamps, que sin la firmeza que habían tenido en otros partidos, se encontraron con el triunfo más valioso. El que más allá de los merecimientos, de las virtudes o los defectos, los pone en la cima del mundo. Un lugar en el que hay lugar para uno solo, más allá de la apasionada búsqueda de los croatas.

Síntesis del partido:

Francia: Lloris; Pavard, Varane, Umtiti, Lucas Hernandez; Kante (Nzonzi, m.54), Pogba, Matuidi (Tolisso, m.73); Griezmann, Mbappe y Giroud (Fekir, m.81). Seleccionador: Didier Deschamps

Croacia: Subasic; Vrsaljko, Lovren, Vida, Strinic (Pjaca, m.82); Brozovic, Modric, Rakitic; Rebic (Kramaric, m.71), Perisic y Mandzukic. Seleccionador: Zlatko Dalic.

Goles: 1-0, M.18: Mandzukic, en propia meta. 1-1, M.28: Perisic. 2-1, M.39: Griezmann, de penalti. 3-1, M.59: Pogba. 4-1, M.65: Mbappe. 4-2, M.69: Mandzukic.

Árbitro: Néstor Pitana (ARG). Amonestó a Kante (m.27), Lucas Hernandez (m.41) y Vrsaljko (m.92).

Incidencias: Final del Mundial de Rusia 2018 disputada en el estadio Luzhniki de Moscú ante 78.011 espectadores. Lleno completo.

El presidente de Rusia Vladimir Putin encabezó la presencia de autoridades en el estadio de Luzhniki junto a los mandatarios de las dos selecciones finalista, la de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarovic y el de Francia, Emanuel Macron.