La trampa de Cambiemos llegó a su fin

Desde 2015, Sturzenegger se dedicó a vender dólares para mantener bajo su valor en el país

POR Denis Pitté Fletcher

La política económica del gobierno nacional desde que asumiera el presidente Macri en 2015, ha sido decididamente calamitosa.

Obviamente, la herencia recibida contenía una miríada de bombas de tiempo, dispersadas en todos los sectores de la economía. Y también de otras áreas como el Poder Judicial, donde el gobierno kirchnerista instaló jueces ideológica y moralmente afines con ese gobierno corrupto y totalitario. Pero Macri fue elegido presidente para desactivar esas bombas; no para posponer su explosión, y mucho menos para agravar la situación heredada.

Una de las cuestiones recibidas fue el alto nivel de la inflación, que rondaba los 35 puntos conforme las mediciones más conservadoras. Y la inflación tiene su causa originaria en el elevado gasto público. Aquí y en la China; hoy y hace cien años, a pesar de que ciertos economistas mercenarios del populismo nieguen este hecho evidentísimo y archiprobado en todo el planeta.

Ahora bien; uno de los métodos que suele utilizarse para bajar la inflación sin bajar el gasto -es decir, un método para engañar a la gente- es el de sobrevaluar el peso nacional, o, para decirlo en términos más comunes, mantener el precio del dólar bajo. De este modo, los productos importados resultan baratos frente a los productos nacionales, obligando a los productores a no subir sus precios por encima de determinado nivel para evitar así que las personas opten por comprar productos importados. Pero esos bajos precios a que son obligados los productores nacionales, finalmente producen el quiebre de las empresas al obtener éstas ingresos que no cubren sus egresos. Es lo que ocurrió con la convertibilidad de Menem-Cavallo a partir de aproximadamente el año 1997. El sistema estalla.

ANTILIBERAL

El gobierno del presidente Macri ha optado por esa misma solución, y para ello designó en el Banco Central al técnico que estaba en línea con esa visión antiliberal de la economía: Federico Sturzenegger. En lugar de bajar el gasto pagando el costo político consiguiente, procedió a encorsetar los dólares para determinar una baja no de la inflación sino de los precios, pues la inflación existe en forma contenida y a la espera del estallido para exhibir su retraso.

Como dato concreto, en diciembre pasado cuando el tipo de cambio era de $17,6 por dólar, el peso se encontraba revaluado en un 41%. Y en esos niveles de revaluación estuvo durante todo el período de Sturzenegger al frente del Central. De este modo, el déficit comercial en 2017 llegó los u$s 8.470 millones. Y en los primeros cuatro meses del 2018 ese déficit más que duplicó el registrado en igual período del 2017. Si la política cambiaria continuara en esa tendencia -aparentemente ya abortada a partir del desplazamiento de Sturzenegger-, el déficit duplicaría al correspondiente en el 2017 y alcanzaría a u$s 16.940 millones.

Esto es lo que no comprenden algunos liberales que prefieren un dólar barato (peso sobrevaluado), o que el dólar lo establezca sólo el mercado. Y tampoco lo comprenden los desarrollistas, que creen que el nivel del gasto no es determinante de la inflación siempre que sea bien administrado. Obviamente, los populistas sí comprenden el fenómeno, pero mienten para lograr sus fines totalitarios.

Respecto a quienes pregonan un tipo cambiario absolutamente libre, no alcanzan a ver que si en un período ingresa una gran masa de dólares por exportaciones del sector agropecuario, o por préstamos tomados en el exterior por el gobierno -como lo ha hecho el del presidente Macri sin cesar-, el precio interno del dólar necesariamente baja, y con ello se perjudica inexorablemente al sector productivo nacional y a las exportaciones en particular.

SUPERTASAS

El BCRA comandado por Sturzenegger se dedicó estos dos años y medio a vender dólares para mantener bajo su valor en el mercado interno. Fui crítico de esa trampa desde el primer día, y algunos liberales amigos me cuestionaron por mi postura. La corrida cambiaria desatada hace veinte días, en que el dólar trepó hasta los $ 28 o más, me han dado la razón: la trampa llegó a su fin, la inflación no pudo ser controlada, las inversiones no llegaron, y muchas empresas nacionales entraron en quiebra. Un daño absolutamente evitable, y producido por la errónea política del actual gobierno. Y ahora Macri debió recurrir al FMI ante la perspectiva de una profunda crisis económica y consiguientemente política.

Asimismo, la política de Sturzenegger fue mantener muy elevada la tasa de interés para absorber los pesos del mercado, evitar que se vayan al dólar y a la vez pretender controlar la inflación. Y en este punto es fundamental tener presente la trascendencia de la tasa de interés cuando supera a la tasa de retorno del capital. Una tasa de interés al 47% con una inflación anual estimada en el 32,85%, implica una tasa real de interés del 10% anual. Y con ello no resulta conveniente producir sino especular.

El FMI pide bajar el déficit, pero no establece el cómo. Y vuelvo a insistir en el error de esa expresión, pues se puede bajar el déficit sin bajar el gasto aumentando los impuestos. Y lo que hay que reducir es el nivel del gasto, por lo menos en cinco puntos del PBI como para empezar a generar ambiente de inversiones. 

El gobierno ha demostrado en estos dos años y medio su absoluta inoperancia en materia económica. La herencia fue nefasta, tal vez la peor en la historia nacional, pero increíblemente Macri decidió silenciarla. Ahora va a pagar los costos políticos él, y el peronismo va a cosechar los votos.

Sin inversiones de capitales no hay empresas, Sin empresas no hay producción. Sin producción no hay empleo. Sin empleo la gente no consigue mejorar sus vidas o salir de pobre. Y para generar inversiones debe existir seguridad jurídica y posibilidad de ganancias reales. Todo lo demás es chamullo para la gilada.

Recordemos las sabias palabras de George Gilder: "El gasto público no forma parte del Producto, sino del costo de producir". O bajamos el gasto sin sobrevaluar el peso, o retomamos el camino a Venezuela. Esa es la opción real.