La oportunidad perdida

A la final del Mundial le quedaban apenas siete minutos. Atrás habían quedado las oportunidades dilapidadas por Gonzalo Higuaín y Rodrigo Palacio, por el lado de la Argentina, y por Toni Kroos, André Schürrle y Mario Götze por el de Alemania. El 0-0 se antojaba inamovible y la definición por disparos desde el punto penal parecía ser la vía directa para dilucidar el nombre del campeón de Brasil 2014. Pero el pase de Schürrle cayó en poder de Götze, quien sacó un remate que viajó sin oposición hacia el fondo del arco de Sergio Romero. ¡Gol alemán! Como casi siempre desde que el fútbol es fútbol, los albicelestes habían sucumbido a manos de un rival que a esta altura es un especialista en desencadenar frustraciones argentinas.

La mirada perdida de Lionel Messi. Los ojos llorosos de todos y cada uno de los dirigidos por Alejandro Sabella. La pena del propio técnico… La imagen de la derrota era contundente. Nunca como en ese momento el Seleccionado nacional había estado tan cerca de revivir los viejos días felices de 1978 y 1986. Si hasta el destino le había hecho un guiño cómplice a los albicelestes con la humillante caída de Brasil, el dueño de casa, contra los alemanes en las semifinales por ese 7-1 que transformaba al estadio Mineirao en el cementerio de las ilusiones de una nación que soñaba con borrar aquella afrenta que Uruguay había consumado en 1950 y que la historia se había empeñado en recordar con nombre propio: El Maracanazo.

Si hasta el ingenio popular había alumbrado el "Brasil, decime qué se siente tener en casa a tu papá. Te juro que aunque pasen los años, nunca nos vamos a olvidar... Que el Diego te gambeteó, que Cani te vacunó, que estás llorando desde Italia hasta hoy. A Messi lo vas a ver, la Copa nos va a traer, Maradona es más grande que Pelé" como himno oficial de una esperanza que crecía minuto a minuto hasta hacerse gigante y llegaba en su esplendor al mismísimo Maracaná.

Pero claro, así como en 1990 con el penal de Andreas Brehme, en 2006 con el papelito de Jens Lehmann en los penales y en 2010 con la goleada sobre el equipo que conducía Diego Maradona, Alemania volvió a salirse con la suya. Gôtze venció a Romero y el título fue para las huestes de Joachim Lôw. Y después de la vergüenza brasileña, la pena fue argentina.

Si bien el certamen quedará en el recuerdo porque el elenco de Sabella arribó a la final por primera vez en 24 años, Brasil 2014 fue un terreno fértil para la irrupción de nuevas figuras, grandes partidos, enormes fracasos y polémicas sin fin.

El dueño de casa abrió el juego en el partido inaugural contra Croacia. Los verdiamarillos partían en el lote de favoritos. La presencia de Neymar le otorgaba un toque de distinción a un conjunto que poseía, contrariamente a la esencia brasileña, mejor defensa que ataque. De hecho, a los dirigidos por Luiz Felipe Scolari les faltaba un delantero que pudiera acompañar o definir las maniobras de su estrella. Los toscos Fred y Hulk no estaban a la altura de su ilustre compañero.

Los balcánicos se pusieron en ventaja con un gol en contra de Marcelo, lo que representó una curiosidad histórica, pues nunca una Copa del Mundo se había abierto con un autogol y menos marcado por un jugador del local. Neymar apareció en escena para redimir a Brasil y luego un discutible penal sancionado por el japonés Yuichi Nishimura allanó el camino hacia el triunfo.

El equipo de Felipao -el mismo técnico que había conducido a Brasil hacia su quinto título en 2002- no pudo con un México en que el arquero Guillermo Ochoa fue una barrera insuperable y puso de manifiesto que a los anfitriones no lo sobraban recursos en ataque ni fisonomía de conjunto que pudieran justificar sus expectativas, más allá de la localía.

Brasileños y mexicanos avanzaron a los octavos de final en ese Grupo A en el que los croatas les dieron ese susto inicial a los dueños de casa y luego aplastaron 4-0 con dos goles de Mario Mandzukic a un Camerún que llegó envuelto en disputas por los premios que resultaron estériles, pues los africanos no estaban en condiciones de tributarle al menos un pequeño homenaje a Roger Milla y sus estrellas del pasado. Si hasta Samuel Eto´o, su referente, apenas jugó un partido.

CAMPEON EN RETIRADA

Después de haber maravillado al planeta futbolero con la obtención de la Eurocopa en 2008 y el Mundial 2010, España confirmó su poderío al sumar a su cadena de éxitos la Euro 2012. Por eso nadie esperaba tamaño fracaso. Un gol de penal de Xabi Alonso casi sirvió como confirmación de que todo estaba en orden, pero en unos minutos todo terminó. Robin van Persie y Arjen Robben fueron imparables y Holanda sepultó al campeón reinante bajo un 5-1 tan sorprendente como estruendoso.

Otro traspié, en este caso por 2-0 contra Chile, terminó por dejar expuesta la decadencia de un equipo que pese a tener a la mayoría de sus figuras, no se parecía en nada a su mejor versión. La despedida con una victoria por 3-0 sobre Australia fue un espejismo de un elenco sin ambición ni orden.

Holanda se impuso en todos sus compromisos avalada por una llamativa contundencia en ataque. Lo escoltó Chile, que bajo las órdenes de Jorge Sampaoli aparecía como un rival de cuidado, en especial cuando la pelota pasaba por Alexis Sánchez y Arturo Vidal.

El Grupo C ofreció al seleccionado que más aplausos mereció por su propuesta: Colombia, que goleó a Grecia y a Japón y también venció a Costa de Marfil en una campaña formidable. James Rodríguez era el cerebro y el ejecutor del equipo de José Pekerman. Pero no estaba solo: Juan Guillermo Cuadrado, Pablo Armero, Carlos Sánchez, Teófilo Gutiérrez, Jackson Martínez (les hizo dos goles a los asiáticos) y el veterano Mario Yepes le conferían solidez y explosión a los cafeteros.  Inesperadamente, la segunda plaza fue para Grecia, que había dejado muchas dudas en sus primeros compromisos pero que relegó a Costa de Marfil, al derrotarla en el tercer minuto de descuento con un insólito penal sancionado por el ecuatoriano Carlos Vera y transformado en gol por Georgios Samaras.

MAS FRACASOS

Todos los Mundiales tienen su llamado grupo de la muerte. Y en el 2014 ése era el D. Inglaterra, Uruguay e Italia surgían como un trío de competidores despiadados por los dos lugares en los octavos de final. Sin embargo, se lució Costa Rica. Con un juego fresco personificado por Bryan Ruiz y amparado en las seguras manos de Keylor Navas, los ticos les ganaron a celestes y azzurri y empataron con los británicos.

Por segundo Mundial consecutivo, Italia vivió el oprobio de ser eliminada en la fase de grupos. Un opaco triunfo sobre Inglaterra tuvo un sabor agridulce para una labor que terminó de convertirse en bochorno con la agónica derrota frente a Uruguay que determinó la clasificación de las huestes de Oscar Washington Tabárez. Un gol de Diego Godín cerca del final definió un duelo que quedará en el recuerdo por la absurda mordida de Luis Suárez a Giorgio Chiellini que le valió una larga suspensión. El último lugar fue para los ingleses, que otra vez tuvieron a un decepcionante Wayne Rooney, quien completó una mediocre trayectoria mundialista con un gol en once partidos.

Tan ruidosa como la caída de italianos e ingleses fue la de Portugal en el Grupo G. Alemania lo masacró con un inapelable 4-0 en el debut y tras un opaco empate con Estados Unidos los lusitanos se fueron con un ajustado 2-1 sobre Ghana con un tanto de Cristiano Ronaldo, quien volvió a quedar en deuda en las Copas del Mundo. En su descargo puede argumentarse que no llegó en su mejor forma física, pero igual pasó por su tercer torneo sin hacerse notar.

Los alemanes trastabillaron con un empate con Ghana que le permitió a Miroslav Klose alcanzar al brasileño Ronaldo como máximo artillero histórico, con 15 tantos y recobraron el sendero triunfal contra Estados Unidos. Sin demasiado fulgor, aunque dueños de una clara identidad como equipo, los alemanes avanzaron sin contratiempos. Con la seguridad de su arquero Tim Howard y la contribución ofensiva de Clint Dempsey, los norteamericanos consiguieron el segundo puesto.

LA PULGA QUE GANA PARTIDOS

Tener a Messi es una ventaja para cualquier equipo. Y la Argentina sacó rédito de esa situación. La Pulga llevó de la mano a los albicelestes en el Grupo F, en el que la Selección quedó al tope de las posiciones con tres victorias. Todo comenzó con un trabajoso 2-1 sobre la tenaz pero limitada Bosnia-Herzegovina en el que Sabella plantó una formación muy conservadora que debió modificar al cabo del primer tiempo, debido a la prácticamente total inoperancia en ataque exhibida en ese lapso. El rosarino definió el trámite en el segundo período cortando una racha de siete presentaciones mundialistas sin festejos propios.

También sentenció el pleito contra Irán cuando el 0-0 parecía un hecho. Messi acertó sobre el final y estampó el gol que no pudo evitar el arquero Alireza Haghighi. Y finalmente les puso la firma a dos de los tres tantos en el 3-2 frente a Nigeria que catapultó a los octavos de final a un equipo albiceleste de andar desparejo y dependencia total de su capitán. A pesar de la derrota en su último partido, los africanos también dejaron atrás la ronda inicial sin demasiados méritos.

Francia lideró el Grupo E con Karim Benzema como principal arma. Suiza ocupó el segundo puesto merced a los tres goles de Xherdan Shaqiri en su último cotejo contra Honduras. Eso postergó a Ecuador, que tuvo a Enner Valencia como su jugador más destacado. Y en el Grupo H dominó Bélgica a pura victoria con puntales como Marouane Fellaini, Dries Mertens y Kevin De Bruyne, seguida por una notable Argelia. Rusia y Corea del Sur pasaron sin pena ni gloria.

Si el remate de Mauricio Pinilla hubiese ido diez centímetros más abajo y en lugar de haber impactado en el travesaño hubiera ingresado en el arco de Julio César, Chile habría dado un golpe formidable. Pero Brasil sobrevivió en los octavos de final por penales en una serie en la que el arquero detuvo dos remates y el de Gonzalo Jara se estrelló en un poste. A Neymar le tocó definir el resultado.

Dos tantos -uno de ellos un golazo- de James Rodríguez hicieron posible el triunfo de Colombia sobre un Uruguay que sin el suspendido Suárez no tenía mucho para dar. Y una zambullida en el área de Robben le permitió a Klaas Jan Huntelaar hacer que Holanda le frenara el paso a México.

Navas atajó el cuarto remate en la definición a Theofanis Gekas y así Costa de Marfil eliminó a Grecia.  Francia dio cuenta de Nigeria y a Alemania le tomó más trabajo de lo esperado vulnerar a los argelinos, cuya resistencia recién cayó en tiempo suplementario. Bélgica también necesitó una hora de juego para quebrantar la oposición del seguro arquero estadounidense Howard.

En una constante en esa instancia, la Selección argentina penó hasta los minutos finales para hacer posible el 1-0 sobre la dura Suiza con un gol de Angel Di María, luego de un preciso contraataque iniciado por Messi.

DE LA HUMILLACION A LA TRISTEZA

Un Brasil jaqueado por las protestas sociales en contra del gobierno de Dilma Rousseff se entregaba al fútbol como quitapenas. A puro sufrimiento derrotó a Colombia en un partido que le causó una herida enorme: perdió a Neymar por el resto del Mundial. Una brutal infracción de Camilo Zúñiga le provocó a la estrella verdiamarilla una fractura en la tercera vértebra lumbar. James Rodríguez descontó y se erigió en el máximo artillero, con cinco conquistas.

Los cuartos de final le dieron un éxito estratégico a Louis van Gaal, el DT de Holanda. Con el marcador 0-0 al cabo de los 120 minutos, dispuso el ingreso de Tim Krul en lugar de Jasper Cillessen y el arquero contuvo dos penales y le marcó el camino de salida a la buena Costa Rica de Navas y Ruiz.

Otro arquero, Manuel Neuer, fue la muralla que mantuvo a salvo a Alemania en su duelo con Francia; y un gol del Pipita Higuaín hizo que Argentina se librara de Bélgica. A los de Sabella no les sobró nada y empezaron a sentir el bajón de un Messi que ya no marcaba tantas diferencias como en los primeros partidos.

Y entonces paso lo inesperado. Del mismo modo en que las viejas generaciones mantuvieron durante años el 16 de julio de 1950 como la fecha de un fracaso rotundo, el 8 de julio de 2014 permanecerá para siempre como el día de un salvaje cachetazo para el orgullo futbolístico de Brasil. Dos goles de Toni Kroos, otros dos de Schûrrle, uno de Klose (llegó a 16 y quedó al tope de la lista de artilleros históricos), más los de Thomas Mûller y Sami Khedira consumaron ese 7-1 que nadie podrá olvidar. El descuento de Oscar, casi sobre el pitazo final, fue casi una burla, como si el destino estuviese decidido a que los verdiamarillos tuvieron algo que celebrar en una noche plena de tristeza.

Con el impulso anímico de ver al local puesto de rodillas y repitiendo una y otra vez aquello de “Brasil, decime qué se siente…”, la Argentina salió a la cancha para disputar la semifinal contra Holanda. Parejo, peleado en cada sector del terreno, un auténtico duelo jugado con los dientes apretados en busca nada más y nada menos que de un lugar en la final. Javier Mascherano se convirtió en el nuevo prócer del siglo XXI al impedir un gol de Robben dejando el alma en un preciso quite. Y Chiquito Romero tomó a pecho las palabras de Masche y se recibió de héroe atajando los penales de Ron Vlaar y Wesley Sneijder. Le tocó a Maximiliano Rodríguez ponerle la firma al último remate y depositar a los albicelestes en el cotejo decisivo.

Con el alma en pedazos, Brasil salió a jugar por el tercer y cuarto puesto. Pero no tuvo ni siquiera el consuelo de subirse al podio. Holanda lo venció 3-0.

En la finalísima, la Argentina buscaba repetir la gesta de 1986. Nadie deseaba pensar en lo que había pasado en el `90, 2006 o 2010. Esta vez tenía que ser diferente. Y más con Brasil reducido a la nada. Era la oportunidad para festejar en el sagrado Maracaná.

De un lado, una Alemania de firmeza notable que no dejaba dudas. Desde la seguridad de Neuer, pasando por las proyecciones de Philipp Lahm, la presencia de Mats Hummels, la creatividad de Mesut Ozil en el medio, el respaldo de Bastian Schweinsteiger y Kroos y el poder de fuego de Thomas Mûller y Klose, el equipo de Lôw se presentaba como un serio candidato.

Argentina, por su parte, había mutado a lo largo del Mundial y de un conjunto extremadamente defensivo pasó a una versión más ambiciosa que se fue reacomodando ante las lesiones de algunos jugadores como Sergio Agüero y su reemplazo por un productivo Ezequiel Lavezzi. En el fondo, la dupla Ezequiel Garay-Martín Demichelis era el complemento perfecto para el esfuerzo de Mascherano en el medio. Messi, de brillante primera ronda, había bajado su nivel pero era la carta de triunfo de una Selección que tenía un ataque debilitado por la merma física de Higuaín, que no había llegado diez puntos.  Se había lesionado Di María frente a Bélgica y contra todos los pronósticos cobró un marcado protagonismo Enzo Pérez, un factor clave para fortalecer la línea de volantes, zona que se vio favorecida por el afianzamiento de Lucas Biglia.

La Argentina cumplió un buen papel. Algunos chispazos de Messi, un penal no cobrado de Neuer a Higuaín, las jugadas no bien terminadas por el Pipita y por Palacio… Los albicelestes hacían su parte contra un rival que también se acercaba, pero sin puntería. Y cuando la chance de que Romero refrendara su recién adquirida condición de héroe estaba latente, apareció Gôtze y le dio el título a Alemania y sumió a los de Sabella en la tristeza.