"Lady Macbeth"

Un feroz drama de sumisión y dominio

"Lady Macbeth" (Reino Unido, 2017) Dirección: William Oldroyd. Guión: William Oldroyd y Alicia Birch, basada en "Lady Macbeth de Mtsensk", de Nikolai Leskov. Fotografía: Ari Wegner. Actores: Florence Pugh, Christopher Fairbank, Naomi Ackie, Paul Hilton, Cosmo Jarvis. Duración: 89 minutos. Calificación: apta para mayores de 16 años.

 


Fines del siglo XIX en una comunidad rural inglesa, solitaria, vasta, en la que convive la pareja, el suegro de Catherine, la criada y los trabajadores de la cuadra. La soledad, el frío, la intolerancia de un marido voyeurista, y luego de su suegro, confinan a la jovencita a esa casona obligada a la oscuridad y a la compañía de elegantes pero adustos muebles de estilo. La aparición de un trabajador joven que la hace conocer el sexo despierta un mundo nuevo para la joven señora.
Basada en la novela "Lady Macbeth de Mtsensk", del ruso Nikolai Leskov, luego convertida en ópera por Shostakovich, esta versión es la del director Willliam Oldroyd y Alicia Birch, ambos ingleses. Su intervención dará formas nuevas al relato en un ámbito de páramos con reminiscencias góticas y una protagonista amoral e insaciable.
Catherine es seguida fielmente y con elegancia por la cámara del director en todos los ámbitos de la casa. Sentada en los amplios sillones, apoyada contra las ventanas mirando hacia afuera, iluminada desde atrás mientras su criada negra le desenrrieda el cabello o la viste. Es la cámara en mano la que la acompaña en su salida al exterior, por las marismas tenebrosas, cuando el viento le agita la ropa y el pelo. Es la cámara de la libertad.

FUERZA Y ESTETICA
Con exquisito gusto, cada secuencia interior es una obra pictórica, donde Catherine brilla con su falda generalmente azul, entre tonos sombríos, sin sol. La singular iluminación que Vermeer daba a sus obras parece acompañar la fotografía de Ari Wegner.
Sin solución de continuidad la aparente mansedumbre de una casa hierática en su diseño empieza a contrastar con el salvajismo de algún altercado con los empleados de la cuadra o las escenas apasionadas de la dueña de casa en ausencia del marido. Así como el orden de los ambientes, la compostura de la joven señora rige el comienzo, la alteración de los elementos, las ropas tiradas en la habitación o el pelo suelto de Catherine marcan el camino del caos.
Filme en el que las explosiones pueden ocurrir en cualquier momento y son capaces de arrasar con obstáculos que tienen la forma de jóvenes, niños y viejos, "Lady Macbeth" también es capaz de implosionar.
Como en una lenta vorágine, planos generales y fijos son reemplazados por los cortos para volver, con la llegada del suegro a la casa, a las secuencias que remarcan orden y asfixia de los ambientes interiores. Si la opresión masculina se hace intolerable, el estallido de libertad y los desbordes amorales tienen tanta semejanza con aquello de lo que se escapó que dan miedo.

CON SANGRE
La señora Macbeth desatada se pintarrajea con la violencia y confunde venganza con derecho de castigo al sojuzgado racial y de clase (relaciones con la criada negra). Su libertad se mancha de sangre para siempre.
Una película feroz por momentos, con un director que conjuga fuerza y estética y que con su coguionista, la escritora Birch, activa feminista, redimensionó un drama del siglo XIX llevándolo a un plano de modernidad y activismo.
La elección de la carismática Florence Pugh (sorprendentemente semejante a Kate Winslet en "Criaturas celestiales") atrapa junto con un elenco ideal: Christopher Fairbank, el suegro escapado de un libro de Dickens; Naomi Ackie, la joven criada, Paul Hilton y Cosmo Jarvis (Sebastian).

Calificación: Muy buena