Conmueve "Verano 1993"

La realidad desde los ojos de Frida

Verano 1993 ("Estiu 1993", España, 2017). Dirección: Carla Simón. Guion: Carla Simón y Valentina Viso. Actores: Laia Artigas, Bruna Cusí, David Verdaguer, Paula Robles y Montse Sanz. Duración: 97 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años.

Frida tiene seis años y se la llevan a casa de la tía joven del campo. En una granja rodeada de bosque, con Marga y Esteve y su hijita Anna, de poco más de tres años, Frida comenzará otra vida, lejos del hogar de los abuelos y otras tías que la cobijaron un tiempo.

Todo lo vemos a través de la mirada de la niña. Los rezos ininterrumpidos, las visitas al médico, el intento de adaptarse a una nueva familia y la ausencia de los padres, que luego sabremos murieron uno tras otro. Aunque no se diga la enfermedad, ciertas palabras de los abuelos que la visitan, el terror al contagio con sangre, hace que el espectador intuya lo que pasa.
El viaje de una niña que intenta adaptarse a rostros y situaciones nuevas, los contradictorios sentimientos hacia su pequeña prima, tan llena de amor por sus padres y ella tan sola, a pesar de que también la hacen partícipe de cuotas de cariño. Frida sufre por dentro y se le ve en la mirada.
Pocas veces el desamparo fue tan bien expresado por una criatura. La escena de esperanza en la ofrenda a la Virgen de la ermita al principio, y la agresión hacia la imagen y el lugar en la segunda mitad, dan cuenta de sus deseos incumplidos.
También el espectador participa de la conflictiva situación de esa tía tan joven (muy buena actuación de Bruna Cusí), que debe lidiar con la rebeldía provocada por la angustia de la pequeña sobrina y que, para colmo, parece ser una amenaza para la educación y aún más para la persona de su propia hija, destino del amor y la envidia de Frida.

FICCION Y REALIDAD
"Verano 1993" representó a España en la competencia de los Oscar y fue premiada internacionalmente. La debutante, Carla Simón, treinta años, que en el filme lleva a la pantalla parte de su vida de huérfana de padres jóvenes muertos de sida y reubicada en casa de sus tíos, muestra un fino poder de observación que reconstruye con fidelidad la atmósfera familiar dañada por una doble muerte compleja. La directora sigue las ambiguas reacciones de una niña herida a tan corta edad y que se canalizan en pequeñas rebeldías, venganzas impensables e ingenuas mentiras (su queja como Cenicienta para provocar la compasión de otra de sus tías).
Una directora inteligente y sensible, que no cae en lugares comunes o exageraciones, y que con un elenco integrado y de primera línea construye un inolvidable cuadro que no desdeña el pintoresquismo de las fiestas del pueblo (desfile de Cabezudos en esa región catalana, la Garrotxa). Un lugar, aparte, merece la presencia de las protagonistas, Laia Artigas, de siete años, y Paula Robles. La primera, una revelación que duele con su rostro pálido de desamparo y la segunda, puro encanto y ternura.

Calificación: Muy buena