Recuerdos de Irene: flores y agua bendita

"La intimidad" (Argentina, 2017) Dirección, guión, sonido y producción: Andrés Perugini. Duración: 65 minutos. Calificación: apta para todo público.

 

El director de "La intimidad", Andrés Perugini, de treinta años, eligió a su abuela anciana, Irene, como tema de un documental sensible. Pero la evocación de doña Irene, habitante de Germania, un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, no se centra en los pocos minutos iniciales en que se la ve plena de vida, orgullosa de su jardín y recordando épocas de su juventud. El núcleo del relato es cuando, ya muerta, sus parientes se reúnen en la casa para distribuir sus cosas y dejar la propiedad para que pueda ser alquilada o vendida.
Allí conocemos más a Doña Irene, por sus pertenencias, objetos que Marta e Irene, su hija y su nuera repasan y reparten. Ahí sabemos que la anciana pensaba en el futuro no tirando ninguno de los objetos que podían servir a algunos de sus descendientes, que guardaba ropa sin usar, vajilla y hasta ropa de cama cuidadosamente bordada y conservada.
La imagen de doña Irene va surgiendo de los pequeños objetos de todos los días, de la colección de paraguas que atesoraba para vaya a saber cuántos parientes en la lucha con el temporal. Si hasta el agua bendita tenía su rinconcito con la imagen de la Virgen y ahora está sirviendo para regar las adoradas plantas de su jardín, ese que ella en vida cuidaba y recordaba al vecino para que la felicitara por su frondosidad y sus bellas flores.

LO QUE QUEDA
Con un cuidado concepto de la observación, el director destaca rincones de la casa y perfiles en contraluz, el mundo de objetos de Irene. Ante tal cantidad de pequeñas pertenencias, que Irene guardaba y su esposo tiraba, Marta e Irene piensan que esto debe ser una advertencia para limitar el sentido de posesión y para decirnos que muy poco formará parte de lo que los nos sigan conserven y que el recuerdo será lo último que se vaya en el tiempo si alguien no la olvida.
La casa de Irene queda vacía pero con su jardín que la lluvia conserva y que sirve de marco a la nueva habitante, una nena que baila y es capaz de cumplir la añoranza de doña Irene. ""En mis tiempos se bailaba sólo el 25 de mayo, como en Andalucía; ahora ustedes bailan cuando quieren"".
Un relato sencillo, bien filmado. Sin ornamentos, con la fuerza de la realidad, la contundencia del sentido común y la certeza de que, de alguna manera, el espíritu que habitó una casa, su pensamiento o quizás su deseo, persisten donde vivió para siempre.

Calificación: Buena