Fue testigo silencioso y privilegiado de la intimidad del poder presidencial tras la vuelta a la Democracia

El fotógrafo que inmortalizó la Casa Rosada

Con más de cuatro décadas de trabajo en la Casa Rosada, Víctor Hugo Buggé dialogó con La Prensa sobre su extensa trayectoria y el impacto que cada presidente dejó en las fotos que hoy son un archivo histórico de su agenda cotidiana.

Trabajar más de cuarenta años en una profesión donde se está en primera línea viviendo instantáneamente los acontecimientos que marcan a un país, no es una tarea para cualquier argentino. Pero las imágenes del fotógrafo presidencial Víctor Hugo Buggé demuestran la intimidad del poder en la Casa Rosada como nadie más la ha podido retratar. 

A través del lente de su cámara ha obtenido algunas fotos emblemáticas de las últimas presidencias democráticas y, también, de los últimos meses de la dictadura militar.
Entrar a su oficina en la Casa Rosada es atravesar un túnel del tiempo sostenido en las fotos que cuelgan de las paredes. Quizás lo que llama más la atención es el cuadro gigante enviado desde el Vaticano para agradecer la foto que Buggé le sacó al Papa Francisco durante la visita de Cristina Kirchner a Roma en 2013. La imagen de la cara del sumo Pontífice fue utilizada posteriormente para el mosaico del Papa Francisco que se encuentra hoy colocado en la galería que bordea el interior de la Basílica de San Pablo de Extramuros en Ostiense, Roma, lugar en el que se pueden ver los rostros de todos los Pontífices de la Iglesia.

"Soy hijo de los fotógrafos que sólo tenían tres placas para sacar las fotos. Soy fanático de esa fotografía porque mi viejo fue parte de esa generación que en el momento específico no tenían muchas posibilidades de repetir por la tecnología de la época. Creo que de Videla a esta parte, del blanco y negro al color, o de lo analógico a lo digital, la fotografía no cambia", dijo a La Prensa Víctor Hugo Buggé, fotógrafo presidencial que desde finales de la década de 1970 ha sabido retratar momentos históricos del país.

Pese a que en sus comienzos fue detractor de la fotografía política -no sentía que fuera los suyo- su paso por la editorial Atlántida le abrió los ojos ante el trabajo de destacados profesionales que cubrían distintas áreas periodísticas. Así, Humberto Esperanza en el boxeo; Ricardo Alfieri con el automovilismo; y Eduardo Forte en moda, entre otros, le mostraron que la fotografía tendía a segmentar sus contenidos.

"Cuando volví a la Casa Rosada sabía que quería dedicarme a la fotografía política y la abracé con pasión, como un indio, como un estilo de vida que me marcó hasta el día de hoy. Es un trabajo que genera tensión porque estas en un ciento por ciento atento para disparar el obturador. En la administración pública se puede cumplir un horario e irse. Yo hice lo contrario. Hice tres horarios seguidos, me he llegado a quedar durmiendo acá en mi oficina, casi viví acá", recordó riéndose el fotógrafo.

Luego agregó que "En la Guerra de Malvinas me quede acá sin moverme. Lo mismo que el 19 y 20 de diciembre de 2001 hasta ese fin de año cuando se fue Camaño como último presidente de la coyuntura".

ESTILOS
Cada mandatario que llegó a la Casa Rosada dejó su impronta, tanto en la política argentina como en la fotografía presidencial. De la mano de Perón y Evita se pudo visualizar cierta intimidad en el poder como nunca antes había sido retratada.
Décadas después, cuando Buggé ingresaba en la Casa Rosada, la solemnidad caracterizaba a las fotos presidenciales en la época de gobierno de facto que imperó desde 1976 hasta 1983. Pero una imagen que retrató a los tres comandantes en jefe celebrando un gol en la cancha de River sería la visión desestructurada que marcaría la vida profesional de Buggé dentro de la Casa Rosada.
"Yo era muy joven en esa época, pero esa foto que sacó un compañero me despertó una percepción distinta porque era una imagen totalmente desestructurada nada menos que del proceso. Después se produce la meseta con las fotos históricas del corte de cinta protocolar que, no las cuestiono, pero no es mi visión", enfatizó Buggé.
Entablar un vínculo sólo profesional siempre fue el basamento que caracterizó su trabajo en el transcurso de las últimas cuatro décadas. "Yo siempre trato de no hablar con los Presidentes porque no quiero que entorpezca mi trabajo. Si empieza la confianza entonces perdés la capacidad para captar los momentos. Además, hablar implica no fotografiar. Cada uno hace su trabajo y el mío es sacar fotos, nada más", recalcó el experimentado profesional.

GOBIERNOS
La llegada de la Democracia abriría un abanico de oportunidades para captar nuevos estilos en el retrato de la vida presidencial y también quedarían plasmados eventos para siempre en la memoria de Buggé. "Para mí la foto que marcó esa vuelta democrática fue la que le saqué a Alfonsin hablando desde el Cabildo a la gente. Era una foto que te transmitía todo. Fue el primer presidente que me dijo "Hijo trabaja tranquilo". La última vez que lo vi en Casa de Gobierno, cuando se le hizo el famoso busto en la explanada, ya estaba con problemas de salud pero ni bien me vio me saludo diciendo "hijo". El era así"", recordó el fotógrafo presidencial.

El traspaso entre los gobiernos del caudillo radical al riojano también fue captado por el ojo de su cámara. La intuición le decía que algo pasaba cuando vio a ambos dirigentes políticos alejarse en lo que parecía una tranquila caminata. "Me enteré después que temían que alguien los pudiera escuchar. Con la llegada de Menem pude trabajar tranquilo. Recuerdo que en una muestra reciente que hice con todas mis fotos, estaba la que lo retrataba con los Rolling Stone. Hubo alguien que dejó escrito en el libro de visitas de la exposición que Menem era el quinto Stone. Y sí, hasta diría que los superó. Los muchachos iban de colegiales al lado de él. Era la figura central y eso fue él que lo supo manejar bastante bien. Yo sabía que estaba fotografiando a una persona que seducía", recordó sonriendo Buggé que en pocos días inaugurará otra exposición fotográfica en la villa Puerta de Hierro, en la Matanza.

El recambio de presidente traería nuevos aires a la casa de Gobierno. Llegaba De La Rua y por un breve período también su estilo regiría en la Rosada. "Creo que por mucho tiempo no me entendió a mí. Pero después tuvo un gesto que me tranquilizó. Tener una relación que no funcione con un presidente, más allá de que no haya una relación de amistad, me haría mal que se fuera con un problema conmigo porque significa que no supe ser un profesional. Recuerdo que aquel último día de De la Rúa me llamó y me dijo "vení que vamos a hacer la última foto y te agradezco por todo". Me llevó a su despacho para hacer la foto del 19 de diciembre después de la renuncia y fue un detalle que me impactó positivamente", recordó Buggé.

Pese a las cortas presidencias que luego sucedieron a la renuncia del dirigente de la Alianza, con la llegada de los Kirchner comenzaría una nueva etapa en el país y su impacto directo se haría sentir rápidamente en la Casa Rosada. "Cuando le pasan los atributos a Kirchner fue comenzar otro formato donde se rompía con el protocolo. Recuerdo cuando atravesó la plaza con la multitud y que salió herido en la frente. Me había quedado junto a él y fui el único que logró una foto desde adentro ya que los demás fotógrafos de los medios se habían quedado afuera. Fue una persona que por más que no se pusiera un traje de amarillo no había que dejar de fotografiar, había que descubrirlo", reflexionó.

UNICO
La experiencia tras la cobertura de múltiples eventos presidenciales fue, quizás, lo que motivó a Buggé a intuir que el traspaso entre el gobierno de Cristina y de Macri no seguiría los pasos protocolares. Aquel 9 de diciembre de 2015, luego de varios actos y la presentación de un busto del fallecido ex presidente Kirchner, Cristina era retratada yéndose de la Casa Rosada en plena noche. Otra imagen única que transmitía un final de ciclo.

La era de Macri recién comienza a dejar su huella en la historia de la fotografía presidencial. Pero ya algunas fotos icónicas de su gestión estuvieron saliendo a la luz como la que retrató a Obama durante su gira presidencial por la Argentina. Consultado sobre su percepción sobre el futuro de la foto presidencial en el país, el especialista fue categórico. "Yo busco y preparo las fotos no con las cámara sino con la cabeza. Es estar continuamente pensando en forma de foto. Yo estoy todo el día sacando fotos y si no la sacó estoy mirando todo como si lo hiciera. En la política uso el mismo concepto. El tema no es la flecha sino el indio y su percepción que está detrás", concluyó el fotógrafo presidencial.

Luego de más de 3 mil libros sobre su historia surgió una interrogante entorno a su imagen

Rosas: un político que le huía a cualquier forma de retrato

Más de tres mil libros han sido publicados para mostrar los distintos aspectos que caracterizaron la vida de Juan Manuel de Rosas en el país, como también, durante su exilio en el Reino Unido. Tanto se ha dicho que hace poco una interrogante sobre los retratos del famoso gobernador despertó un nuevo capítulo desconocido hasta el momento.

"El interrogante sobre por qué no había una fotografía de Rosas surgió de forma fortuita. En el gobierno de Rosas se desarrolla la etapa del Daguerrotipo y los nuevos procesos fotográficos. Estaba haciendo un libro con un capítulo de unitarios y federales y para ilustrarlo quería poner un retrato de Rosas. Salí a buscar una y ocho años después terminé sacando este libro que se trata justamente de la relación en particular que tuvo con su imagen", destacó a La Prensa Carlos Vertanessian, dueño de una extensa colección dedicada a los primeros 25 años de la historia de la fotografía rioplantense, centrándose principalmente en el daguerrotipo.

Sorprendido por su hallazgo, el especialista en fotografía dedicó los siguientes años a resolver esta interrogante sobre uno de lo políticos que más influyeron en la historia del país. Y es que por más de dos décadas de gobierno y luego en el exilio el influyente político supo controlar la imagen que se proyectaba de su persona tanto a sus seguidores como a sus oponentes.

"Todo el mundo decía que era atractivo, algo que tanto sus colaboradores como oponentes sostenían. Por eso cuando ves sus cuadros colgados en la pared denotaba su autoridad como un ejemplo de primer mandatario que hoy vemos. Tenías que ser alguien para estar allí, tener un mérito. Y qué mayor mérito podía tener alguien que fuera gobernador. Así que no existiera una fotografía me pareció que la razón no respondía desde la vanidad física ni tampoco desde la vanidad del poder. Entonces ahí ví que había una contradicción fenomenal", destacó el autor del "Retrato imposible, imagen y poder en el Río de La Plata" editado por Reflejos del Plata.

En ese punto la investigación, de 357 páginas y con 400 imágenes, dio un giro inesperado en que la imagen se muestra como una herramienta de poder político."A lo largo de los capítulos uno va encontrando la demostración de que él era conciente de lo que estaba haciendo. Es decir, de aprovecharse de sus retratos idealizados, como un rey europeo o un general. Era la idealización del poder de aquella época en que se mostraba cómo quería que lo miren de abajo hacia arriba", explicó el coleccionista cuyo libro fue declarado de interés por la Academia de Bellas Artes.
Luego agregó que "Incluso Sarmiento en el Facundo le reconoce ese mérito a Rosas ya que decía que mirarlo en la pared era haber comprendido cómo explicar a un pueblo iletrado, que no había conocido al Rey, quién es el poder, el Estado y a quién seguir: Rosas".

MITO POLITICO
Entonces, en ese punto de la investigación el libro pasa a ser un tema de comunicación. ""El libro termina explicando el mito político detrás de la imágenes de Rosas. En las posteriores décadas en el mundo o en la Argentina se crearon un montón de mitos políticos pasando, por ejemplo, por la imagen de Evita y por todos los que de alguna manera ejercieron un poder, casi imaginario y sacro, en la mentalidad de la gente pero que a través de él los hizo ascender"", subrayó Vertanessian que para final de ese año está organizando una exposición con todas las obras de arte de su libro en el Museo Histórico Nacional.
La visión imperante sobre la importancia de la imagen como herramienta para educar también era recogida por Rosas. "En el libro demuestro de dónde sacó Rosas esta idea porque no es que se le ocurrió a él. La importancia de la imagen como generadora del pensamiento concentrado, la comprensión a un sólo golpe de vista", concluyó el investigador.
Luego concluyó que "Creo que hubo muchas razones para no tener esa fotografía. En una carta él dice "yo soy el que fui". Qué mayor claridad puede tener el que no quería que lo vieran de otra forma que como lo recordaban. Concibió su poder a través de su imagen, una visión que lo acompañó hasta su muerte".