Una creadora de mundos mágicos

Con la muerte de la escritora Liliana Bodoc, ocurrida el martes pasado a los 59 años, la literatura épico-fantástica argentina pierde a una de sus voces más representativas. La autora de la emblemática trilogía La saga de los confines, una de las escritoras contemporáneas más destacadas, fue elogiada por sus colegas y figuras de la cultura como una maestra, una creadora de mundos y alguien que permitía en cada nueva obra "echar un ojo al otro lado del espejo".

Dueña de una vasta producción, había forjado un sello propio dentro del género fantástico y de la literatura juvenil.

No se consideraba ella una pionera en el género, una condición que le reconocía a Angélica Gorodischer, con su Kalpa Imperial, pero los críticos entendieron que al menos marcó un hito: fue la primera que contó la conquista americana a partir de los mitos de sus pueblos originarios y en clave fantasy.
Introdujo, así, temáticas regionales en un género hasta entonces dominado por autores anglosajones.

Su escritura fue definida como "un cantar poético a los originarios de este continente, a los desposeídos, a los negros esclavos, a los innombrables y descastados de estas sociedades que desprecian la índole latinoamericana".

La editora Beatriz Actis consideró que su obra no trataba sobre "una épica individualista sino de historias fundacionales que convocan emocionalmente al lector, y lo hacen desde las acciones de un héroe que emerge de un grupo o comunidad. Son sujetos colectivos los que hacen avanzar sus historias".

Esa épica heroica, que consagrara a J.R.R. Tolkien con El señor de los anillos, hizo que se la comparara con el escritor británico, pero Bodoc no lo consideraba su maestro. "Tolkien me mostró el género puesto de nuevo a funcionar, pero mis maestros del alma son en principio poetas como Walt Whitman, Baudelaire, Verlaine o González Tuñón", respondió alguna vez en una entrevista con el periodista Máximo Soto de Ambito Financiero.

REVISAR EL PASADO

"La épica fantástica me permite revisar el pasado", dijo entonces. "Ver la conquista de América, y pensar que los pueblos originarios pudieron resistir. Me permite trabajar con lo simbólico, con lo mítico, algo que me gusta mucho (...). Y sobre todo me permite trabajar con la magia".

Precisamente como "una gran creadora de mundos mágicos" la recordó esta semana la Fundación Leer, organizadora de la Feria del Libro de Buenos Aires, mientras que María Luján Picabea, especialista en literatura para la infancia, se refirió a ella como "alguien que nos permitía en cada nueva obra echar un ojo al otro lado del espejo".

Su "imaginación infinita" fue resaltada por la Biblioteca Nacional, en tanto que Mercedes Giuffré la definió como "una de las mejores escritoras argentinas de todos los tiempos. Una gran maestra", y compartió su impresión de que "no se la reconoció como lo merecía".

Bodoc había nacido en Santa Fe el 21 julio de 1958 bajo el nombre de Liliana Chiavetta. Era hija de un militante comunista y una "mujer de la alta sociedad santafesina", como ella misma la definió. Tenía apenas 5 años cuando viajó con su familia a Mendoza y allí hizo toda su carrera: estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, ejerció como maestra, publicó sus primeros libros, recorrió escuelas con ellos y se consagró como escritora.

A los 39 años escribió su primer libro, Los días del venado (2000), primera parte de una trilogía de épica fantástica, La saga de los confines, que se convirtió rápidamente en superventas. A ese primer tomo le siguió Los días de la sombra (2002) y Los días del fuego (2004).

En la trilogía, que fue traducida a varios idiomas y le demandó siete años de trabajo, "creó un universo mágico, inspirado libremente en los mayas, los aztecas y los mapuches", resaltó la revista literaria Sudestada.

La saga transcurre en un mundo imaginario llamado Las Tierras Fértiles. El eje de la saga es la lucha de los pueblos de las Tierras Fértiles contra las huestes del perverso Misáianes, hijo de la Muerte.

En 2004, año en que finalizó la trilogía, entregó también a la imprenta el libro de cuentos infantiles Sucedió en colores.

Publicó en total catorce obras, entre ellas La mejor luna, Memorias de la canela, Amigos por el viento, El mapa imposible, El perro del peregrino, El espejo africano y Presagio de Carnaval. Algunas de ellas editadas en alemán, francés, holandés, japonés, polaco, inglés e italiano.

ACTIVIDADES

Convencida de que la palabra es una herramienta capaz de construir mundos, no sólo se dedicó a la escritura y la enseñanza -fue docente en el colegio Martín Zapala-, actuó en obras como Galeano con nosotros, que dirigió su padre, José Chiavetta, integrante del movimiento documentalista de Santa Fe.

Sus últimas grandes publicaciones fueron Memorias impuras, Tiempo de dragones y Elementales.
Acreedora de distinciones como la Mención especial de The White Ravens y el Diploma al Mérito del Premio Konex, la autora escribió sus últimos libros fuera de Mendoza, instalada en el montañoso y bucólico paisaje de El trapiche, en San Luis, donde vivía con su pareja.

La última obra publicada de Bodoc fue Elisa. La rosa inesperada, que cuenta la historia de una joven que emprende un viaje desde su Santa Fe natal hacia Tilcara, en Jujuy, en busca de nuevos horizontes, sin saber que en el camino se encontrará con maltratos, marginalidad y tristeza mezclados con personajes, mitos y leyendas del norte del país.

Bodoc, que tenía dos hijos, murió el martes durante la madrugada, a pocas horas de haber regresado de Cuba, donde participó de la Feria del Libro de La Habana y presentó el último libro que publicó con Ediciones Culturales, Mi mamá me ama. Había vuelto muy feliz, también porque sabía que la próxima Feria del Libro de Mendoza, que tendrá lugar del 24 de setiembre al 14 de octubre, estaría dedicada a ella.