Entre lo jurídico y lo político

El caso del policía Luis Chocobar ha desatado una batalla dialéctica entre el Gobierno y la oposición que no busca ninguna razón jurídica.

El caso del policía bonaerense Luis Chocobar despertó un debate en el que se mezclan lo jurídico con lo político y esa combinación en ningún caso puede arrojar buenos resultados. En los últimos tiempos vemos la tendencia de politizarlo todo entre un Gobierno que sigue con el sistema de prueba y error y una oposición desmembrada que se aferra a todo para no extinguirse. La polémica sobre el accionar del policía que mató por la espalda a un delincuente que acababa de asestarle diez puñaladas en el pecho a un turista estadounidense para robarle, generó la más variada gama de opiniones que llegaron al límite cuando el principal asesor del Gobierno, un alquimista de las encuestas, aseguró que "la mayoría de la gente quiere la pena de muerte", agregando confusión al tema y colocándolo en un extremo peligroso. 

La ministra de Seguridad apoya de forma irrestricta al agente y además fijo un cambio en la doctrina asegurando que en esta gestión, "la Policía deja de ser siempre culpable en un enfrentamiento".

Ante la visión parcial de un video en el que se ve a Chocobar disparando a un hombre que huye, el Gobierno dice que tiene la versión la completa de las imágenes y testigos que avalarían la teoría que el policía se defendió. En pocas horas y sin la película completa, el protagonista de este suceso pasó de ser un héroe a ser un asesino acusado de aplicar el gatillo fácil. En el medio queda saber con exactitud qué se considera legítima defensa y cuál es el límite para hacer de ella uso excesivo o una justificación. 

Claro que en el fragor de la batalla dialéctica entre el oficialismo y sus opositores nadie le preguntó nada al ciudadano norteamericano a quien Chocobar le salvó literalmente la vida, tal vez el hombre sea un testigo de excepción.

Está claro que ante la inseguridad, el segundo problema más acuciante para los argentinos después de la inflación, la piel de los ciudadanos tiene una especial sensibilidad y ante el miedo de sufrirla quedará a favor del policía que mató a un delincuente, sin razonar si lo hizo de forma correcta como dicen los protocolos o no. Este caso lo terminará de blanquear la Justicia si es que no vuelve a infectarse de militancia y aplica sin miramientos la filosofía jurídica de Zaffaroni lo que condenará al policía sin atenuantes. 

Poniendo este episodio como excusa, algunos referentes del justicialismo y la izquierda ya hablan de Estado gendarme, de aumento de la violencia institucional y otras definiciones que ya solo asustan a los mal informados.

Sería imprudente con los datos que hay hasta la fecha, asegurar que Chocobar actuó bien o no, pero lo más preocupante es que, como en el caso Maldonado, se especule desde lo ideológico generando confusión en la opinión pública. Si el Gobierno dice que tiene las imágenes completas que las muestre así todos quedan convencidos que la teoría que sostiene de la inocencia del policía es correcta. Si la oposición entiende que vamos a un estado represor, que junte pruebas y vaya a la justicia no a las radios o los canales de televisión, porque así es claro que sólo buscan no perder votos y lo demás no les importa. 

Luis Chocobar ya es un personaje que, condenado o absuelto de culpa y cargo, será un ícono en donde podrán reflejarse sus compañeros de armas en un sentido o en otro. Lo que no hay olvidar es que este servidor público bien podía haber seguido de largo ya que no estaba con el uniforme y nadie lo hubiera identificado, mientras el turista moría a manos de un ladrón, no es un atenuante legal, pero sí una intención de cumplir con el deber.