1763: La primera invasión inglesa al Río de la Plata

El intento se produjo el 6 de enero a la Colonia del Sacramento, en la Banda Oriental, hoy República Oriental del Uruguay. Durante el combate fue hundido el buque insignia agresor: Lord Clive.

 

El Río de la Plata fue clave para el desarrollo de la vasta región meridional de América del Sur, como se lo hiciese notar en una carta fechada el 2 de enero de 1516 el primer gran economista americano, Juan de Matienzo, al rey español Felipe II, dando origen a la ciudad de Buenos Aires.

Así lo entendió también el monarca británico Jorge III quien, en alianza con su par portugués José I, decidió tomar el control del estuario de manera que 255 años atrás, el 6 de enero de 1763, se produjo el intento de invasión a la Colonia del Sacramento, en la Banda Oriental, hoy República Oriental del Uruguay.

En 1762, en medio de la "Guerra de los Siete Años" (1756-1763), en Londres, portugueses y británicos analizaron apoderarse del control del Río de la Plata para quedarse los lusitanos con la costa oriental y los ingleses con la occidental. Esta última era clave en el camino a Europa de los metales preciosos que los colonizadores españoles enviaban desde las minas del Alto Perú, la actual Bolivia.

Colonia había sido cedida por España a Portugal en 1701 en el marco de la "Guerra de la Sucesión Española" (1700-1714), que devino en un gran conflicto bélico europeo con el territorio hispánico como escenario y durante la cual la corona de Madrid realizó diversas cesiones a los contendientes, como el Peñón de Gibraltar a los ingleses.

En 1762 los españoles, liderados por Pedro Antonio de Cevallos, futuro primer virrey del Río de la Plata, conquistaron militarmente Colonia, que quedó así nuevamente como parte del Virreinato del Perú hasta la división del mismo en 1776, año célebre por la independencia de los Estados Unidos de América y por la aparición del libro "Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones", del escocés Adam Smith.

PLAN DE OCUPACION
En el mismo 1762, los gobiernos británico y portugués -vía sus primeros ministros Thomas Pelham Holles, duque de Newcastle, y Sebastiáo José de Carvalho e Mello, marqués de Pombal, respectivamente- llevaron adelante el plan de ocupación de ambas márgenes del Río de la Plata y su zona de influencia.
Para concretar la operación militar, la Compañía Británica de las Indias Orientales organizó una suscripción de títulos por 100.000 libras esterlinas de entonces, decenas de millones actuales, para financiar la expedición.
Y para la contratación de los soldados aventureros de la expedición se imprimieron carteles que se pegaron en las calles londinenses en los que se destacaba que para los que se enrolaron habría "libertad absoluta para el saqueo".
En julio de 1762 la flota partió rumbo a Lisboa al comando del capitán Robert Mac Namara, quien en la capital portuguesa fue reconocido como jefe de la escuadra a la que, luego, se le sumaron más barcos y combatientes en Río de Janeiro.
Desde Río se organizó el avance hacia el objetivo final, aunque la decisión de ir hacia Colonia y no hacia Buenos Aires -destino inicial- o Montevideo -donde hubo escaramuzas- se adoptó durante un Consejo de Guerra ya en plena navegación: se consideró que estas dos ciudades tenían mucho más poder militar. Además, en el caso de Buenos Aires había carencia de prácticos fluviales que los guiasen hasta la costa correctamente.
Tras partir de Río de Janeiro el 20 de noviembre y ya en el Río de la Plata cerca de Montevideo, unas semanas más tarde Mac Namara se anotició de la toma de Colonia por Cevallos quien, al tanto de la presencia de la flota agresora, preparó la defensa de la zona.

ENFRENTAMIENTO BELICO
Mientras, una embarcación portuguesa enviada desde Río de Janeiro llegó con un práctico, que le sugirió a Mac Namara marchar hacia Colonia considerando que el calado de los barcos invasores era muy grande también para Montevideo.
Luego de algunas escaramuzas el 4 de enero de 1763, el 6 al mediodía los barcos iniciaron un bombardeo desde unos 400 metros de la costa y se generó un cruce bélico con los defensores durante alrededor de cuatro horas.
Se calcula que desde los barcos se lanzaron más de 3.000 disparos de metralla y balas, que provocaron la muerte de cuatro de los soldados defensores a las órdenes de Cevallos.
Como contrapartida, desde la costa se lanzaron "balas rojas" (bochas de acero calentadas al fuego), una de las cuales impactó en el buque insignia agresor, el "Lord Clive", que para entonces ya había sufrido 40 bajas.
Alrededor de las 16 se generó un enorme incendio que provocó el hundimiento de la embarcación y la muerte de otros 272 tripulantes, 62 fueron capturados por los defensores y se escaparon otros 18 al lograr llegar a otras naves que se retiraron hacia Rio de Janeiro. Algunos de los oficiales prisioneros fueron ahorcados, y el resto quedó confinado en el territorio argentino.

DESCENDIENTES Y HALLAZGO
Algunas décadas más tarde, en 1817, varios de sus descendientes, complacidos por el trato recibido en el país, dirigieron una carta al entonces gobernador de Cuyo, José Francisco de San Martín, quien preparaba su expedición libertadora, y se ofrecieron para alistarse bajo las órdenes del Libertador.
John Hefferman, W. Manahan, Timothy Lynch, John Brown, John Young, Thomas Hughes, William Carr y Daniel MacGeoghegan escribieron: "Agradecidos por la gran hospitalidad y llenos de entusiasmo por los derechos de los hombres, no podemos ver con indiferencia los riesgos que amenazan al país y estamos dispuestos a tomar las armas y dar la última gota de sangre, si fuera necesario, en su defensa".
Habían transcurrido 241 años cuando -en febrero de 2004- el argentino Rubén Collado, al frente de un equipo de buceadores, halló los restos hundidos del "Lord Clive".