Una película en las alturas y con un mensaje de esperanza

Crítica: "Los sentidos", sobre la educación en parajes remotos

"Los sentidos" (Argentina, 2016). Dirección y guión: Marcelo Burd. Fotografía y cámara: Diego Gachassin. Sonido: Fernando Vega, Hernan Gerard. Montaje: Valeria Racioppi. Diseño de Producción: Anibal Garisto. Actores: Salomon Ordoñez, Victoria Ramos, Sixta Casimiro, Florinda Nieva, Rosa Choque. Duración: 72 minutos. Calificación: Para todo público.

Un pueblo perdido en la distancia, allá en la puna salteña. Olacapato, en un valle rodeado de cerros con volcanes dormidos, y un tren fantasma del que los más chicos sólo conocen los rieles y que murió en 1990, cuando Menem era presidente. Sí, lo hicieron morir.

La escuela tiene 45 alumnos y una pareja de maestros y una cocinera que trabajan a la par. Los niños no son nada verborrágicos pero a veces tienen conversaciones con algún destello de motivación por el maestro que los incentiva recurriendo a la realidad y a la imaginación. Al tren fantasma, a lo que se esconde, a lo que puede ocurrir.

Ni el celular anda a veces, y la Internet, como puede. Antena para celular no hay. Figura en algún plano, pero no hay.

Los chicos de allá también tienen problemas en el colegio. No se llamará bullying pero por algo la chiquitita llora y la más suelta dice que no pasó nada. Y ahí talla el maestro que no habla demasiado, pero se las sabe todas.

Afuera el humo blanquecino de las máquinas. Pocos hablan de las minas aunque muchos padres viven de eso. No hay demasiadas opciones, salvo algunas chivas y ovejas quizás.

FUTURO INCIERTO

El tiempo parece no pasar y, sin embargo, todo pasa. El maestro sabe que deberá retirarse porque sus hijos, que están lejos, lo necesitan. Y la esposa lo entiende, como lo entiende la madre humilde que se acerca ante el llamado del maestro cuando su chico falta. 

El alumno se ausenta por trabajo pero el maestro le dice que venga igual, que lo va a poner al día porque si no se va a atrasar. Y la madre comprende. Pero seguro que el chico seguirá faltando, porque tiene que ayudar.

Filme con cierta inmovilidad, como su gente: hasta los chicos caminan lento. La altura es una realidad, como la falta del ocupación para el futuro, salvo las minas. Siempre el litio, la construcción, mucho adobe, y el viento, el viento que sopla fuerte.

El director Marcelo Burd sabe decir sin intervenciones extrañas lo que pasa, porque los maestros hablan, los chicos hablan, mientras la cocinera cabecea y cocina. Hay momentos que marcan: los adolescentes que se preguntan qué van a hacer después, los mas chicos y sus preguntas sobre si alguno subió alguna vez al tren, el maestro sabiendo que puede no volver pronto, y pensando qué suerte que al morochito ya no le duele la muela porque el dentista viene -como el médico- una vez por semana. Alguna vez lo van a llamar por la FM, la Güemes, pero la emisora transmite pocas veces.

Filme de sensaciones, de realidades. Con humo que circula, viento que sopla, chicos que juegan, con buen tiempo ("lindito nomás"), con mal tiempo. Los sentimientos pegan, ciertas ausencias pueden pegar aún más, y ese final con el fondo de lectura de "De la Tierra a la Luna", de Verne, y las botellas de plástico infladas a presión para que estallen en lo alto conmueven el corazón.
Sí, los chicos son futuros astronautas, sus cohetes estallan en el aire, muy cerca, pero ellos logran hacerlos estallar y se ponen contentos cuando se elevan. Una película con esperanza.

Calificación: Buena