"Siempre escribo para alguien"

Sergio Ramírez, premio Cervantes 2017, descree de los mensajes ideológicos en Literatura. El autor nicaragüense considera que la misión del oficio literario es ofrecer libros amenos que interesen a los lectores. Asegura que no siente la tentación de volver a intervenir en política.

Sergio Ramírez, flamante ganador el Premio Cervantes 2017, se apresura a aclarar que la obtención de ese galardón, considerado el Nobel de Literatura en español, "no significa una culminación de mi carrera, ni que me voy a sentar a contemplar mis propios laureles: siento que tengo mucho que decir y escribir".

Periodista, político, abogado y escritor, Ramírez (Nicaragua, 1942) se inició en la literatura a los 18 años, y supo compaginar a lo largo de su vida su faceta literaria -con más de 40 libros- con una activa vida política que lo llevó a ser vicepresidente de su país, un cargo que ejerció entre 1985 y 1990.

Esa combinación entre literatura y política quedó reflejada en varias obras, entre las que se encuentran Castigo divino (1988), Clave de Sol (1992), Un baile de máscaras (1995) y Margarita, está linda la mar (1998). Recibió otros premios a lo largo de su carrera fueron Independent Press Award (Estados Unidos 2017), Premio Laure Bataillon (Francia, 1998), Premio Internacional de Novela Alfaguara (1998) y Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (Chile, 2011). En diálogo con la agencia Télam compartió sus impresiones sobre este logro y las connotaciones que le atribuye.

-¿Qué significa para usted este reconocimiento? ¿Se lo esperaba?

-Estaba en la lista de los finalistas del premio, y por estar en una lista uno se hace algún tipo de ilusión. Para mí el premio significa un elogio a mi carrera literaria, sobre todo porque se premia una literatura poco reconocida en el mundo como la latinoamericana. Espero que con este reconocimiento puedan sumarse a esta plataforma autores de centroamérica y sobre todo jóvenes autores que son muy valiosos.

-Este es un galardón que se entrega desde 1976 y lo ganaron nombres como Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier y Carlos Fuentes. En su caso, ¿qué papel le otorga a este tipo de premios? ¿Para qué sirven?

-Creo que los premios sirven para dar energía, como una especie de combustible para alguien que, como yo, siente que tiene una carrera literaria pendiente. Esto no significa que es una culminación de mi carrera y que ahora me voy a sentar a contemplar mis propios laureles. Siento que tengo mucho que decir y escribir.

-Hace ya tiempo usted dejó la política para volcarse al mundo de las letras, una decisión disruptiva por completo. ¿Cómo revisa esa decisión? Y en sintonía con este premio: ¿qué satisfacciones le ha dado la literatura? ¿Dónde encuentra la gratificación de su oficio: en los premios, los lectores, el propio proceso literario?

-La política para mí es algo verdaderamente lejano, no me inquieta la vida política. Yo pasé por la política, pero la política no pasó por mi. No tengo tentación de volver a ella. Cuando salí de ahí volví a lo que fui siempre: escritor. Escribo, en primer lugar, porque lo veo como una necesidad personal, el placer que siento al escribir brota dentro de mí y ahí se los doy a los lectores, porque no puede haber escritura sin lectores. Escribo siempre para alguien, un lector ideal que está reflejado en la pantalla de mi computadora para el cual estoy dirigiendo lo que escribo. Sé que es un lector es exigente, que no puedo hacerle trampas o brindarle una literatura mediocre o mala porque se va a dar cuenta de inmediato. No puedo cometer incongruencias de lenguaje porque me va a abandonar. Ese es el lector al que me dirijo.

EL COMPROMISO

-En varias oportunidades escindió la figura del escritor de la del político. Sin embargo, su obra se caracteriza por tener una mixtura equilibrada de realidad y ficción. ¿Qué piensa de ese figura del escritor comprometido a la que muchas veces lo asocian? ¿Su trabajo literario tiene una misión?

-El trabajo literario en sí mismo tiene la misión de que el lector no abandone al escritor. Que el lector tenga en sus manos un libro ameno, interesante, que le diga cosas nuevas, que lo atraiga. Si eso no se consigue no habrá lectores, y por lo tanto cualquier mensaje que un escritor quiera transmitir deliberadamente se perdería. Creo que la literatura no es para transmitir mensajes ideológicos, políticos o sociales; si un lector encuentra algo de eso es por la propia lectura porque hay tantas lecturas como lectores.

El compromiso del escritor se ejerce como ciudadano. Podría ser que un escritor de ficciones no se ocupara de los asuntos públicos, pero yo sí me ocupo, en mis artículos de prensa, opiniones, en entrevistas. Siempre estoy pendiente de lo que ocurre en América latina porque me preocupa mucho lo que ocurre con sus democracias, me interesa la suerte, el futuro, la igualdad social, la discriminación y la injusticia. Todos esos temas están en mis libros de algunas manera reflejados aunque no deliberadamente; pero sí deliberadamente están en mis artículos de prensa. Siento que hay dos papeles en mí: el de escritor en mis libros y el del ciudadano en sus opiniones.