Un museo dedicado al arte del títere

Contiene la mayor colección de América latina con más de 500 piezas de todo el mundo en exhibición Emplazado en la esquina de Piedras y Estados Unidos, conserva el legado cultural de dos de las más grandes artistas argentinas de la representación con las manos, Mane Bernardo y Sarah Bianchi.

Títere, marioneta, muñeco, monigote, pelele, guiñol, fantoche. Todos nombres que refieren al juego más humano y primitivo: la sombra que se refleja en la pared de la caverna, el amor del niño por su primer objeto. Algo de eso aparece al cruzar la puerta del Museo Argentino del Títere, en la esquina de Piedras y Estados Unidos, donde se conserva y exhibe el legado de dos de las más grandes artistas de la representación con las manos, Mane Bernardo y Sarah Bianchi.

Apenas se ingresa al salón principal, se encuentra la colección internacional, con títeres de Africa, Europa, Asia y Oceanía, que Sarah y Mane fueron comprando a lo largo de los años y los viajes.

Allí se destacan las marionetas originales de la "Opera dei Pupi", un tipo de monigote siciliano de principios del siglo XIX que da origen a la tradición nacional, ya que los primeros teatros de títeres fueron fundados por los inmigrantes italianos en La Boca a comienzos del siglo XX.

En el centro, está la sala dedicada específicamente a Mane y a Sarah, aunque tiene una enorme cantidad de muñecos de otros titiriteros argentinos. Son piezas fabricadas para obras de ellas y que fueron confeccionadas en el taller ubicado en el piso superior, que era la casa de la familia Bernardo.

El recorrido se cierra con una exposición de títeres latinoamericanos, donde hay réplicas de muñecos articulados precolombinos, que representan fuerzas sobrenaturales, y toda la vasta tradición mejicana, como las figuras de esqueletos que se usan en las representaciones domésticas del Día de Todos los Muertos. En total, se exhiben más de 500 títeres, producto de intercambios y adquisiciones de las dos fundadoras.

El museo cuenta además con un pequeño teatrito, dedicado al poeta y dramaturgo andaluz Federico García Lorca, donde se hay exposiciones, charlas y funciones para niños y para adultos.

"Actualmente el museo está abierto de miércoles a domingos, de 15 a 18. Además hay funciones los fines de semana, porque Sarah siempre quiso que todo el que se dedicara al teatro de títeres tuviera siempre una sala disponible", cuenta Julio Alberto Cacciatore, sobrino de la artista y ex director de la Fundación Mane Bernardo-Sarah Bianchi.

Según Cacciatore, la figura de García Lorca -en la sala central hay cinco de sus títeres de cachiporra- fue determinante en la difusión del arte titiritero, ya que en su vista al país durante 1934 con su espectáculo de fantoches se originaron las principales tradiciones.

"Se piensa que los títeres son exclusivamente para chicos, pero Mane y Sarah siempre se encargaron de sostener lo contrario. Durante muchos años, hicieron obras de autores que escribieron específicamente para adultos, como George Bernard Shaw y García Lorca. "La Farsa de Don Cristobita" es una obra casi subida de tono, llena de malas palabras, y para la época fue muy censurada", dice Cacciatore. 

"No estoy seguro de si Mane Bernardo llegó a ver a García Lorca, pero sí lo hizo el escenógrafo y director teatral Ernesto Arancibia, que la indujo a comenzar con su carrera titiritera"", cuenta.
""Más tarde se sumó Sarah Bianchi y ambas fundaron el Teatro Libre Argentino de Títeres, con una trayectoria que siguió más de medio siglo", sostiene Cacciatore.

"Mane y Sarah fueron siempre innovadoras. En los 60, por ejemplo, ellas empezaron con la reestructuración de la representación teatral. Antes, generalmente, usaban títeres de guante y algunas marionetas, pero después comenzaron con las obras a mano desnuda, generando la magia con un simple detalle. En esta etapa también se metieron en los primeros tiempos de la televisión, en el viejo Canal 7, y en publicidad".

Otra de las tradiciones que se exhiben en el museo estuvo encabezada por el poeta y autor Javier Villafañe, que tenía un carromato, La Andariega, con el que recorría los pueblos como en la Edad Media. La tercer rama importante tiene origen en el director Ariel Bufano, ligado al Teatro San Martín. "Todos eran más o menos de la misma época y representan los grandes troncos del arte titiritero"", dice Cacciatore.

"Tanto Mane como Sarah tuvieron una enorme labor docentes y lucharon para que se reconociera el valor del género, que siempre fue visto como algo menor, para chicos", dice.

El patrimonio cultural de la colección corre peligro

El Museo Argentino del Títere se levanta en la esquina de Piedras y Estados Unidos, en la vieja casona donde nació la excepcional artista Mane Bernardo. Es un edificio de 1880 que se está viniendo abajo y que necesita urgentemente que la Ciudad lo mire, ya que adentro se conserva un increíble patrimonio cultural: toda la colección de muñecos de Mane Bernardo y Sarah Bianchi y una inmensa biblioteca especializada en el arte titiritero.

"Lamentablemente Mane no alcanzó a ver el museo instalado en su casa, aunque ya existía en su versión itinerante. Ella murió en 1991 y Sarah recién lo pudo inaugurar en el "95. Ahora tiene más de 500 marionetas y títeres que fueron comprando en sus viajes por el mundo, con sus propias obras y las donaciones de otros titiriteros", explicó Julio Alberto Cacciatore, sobrino de Sarah Bianchi.

"Mane y Sarah recorrieron el país y el mundo como titiriteras. En el año 1952, las dos se fueron de gira por Europa. Fue el primero de muchos viajes en los que empezaron a traer muñecos y obras con la idea de armar el museo. En el "63 recorrieron de costa a costa los Estados Unidos y también tuvieron mucha vinculación con México. Al mismo tiempo, Mane seguía pintando, y desarrollando una vasta obra", contó Cacciatore.

Con el objetivo de poner en valor y recuperar el legado de Sarah y Mane, la editorial Abey acaba de publicar un libro dedicado al Museo Argentino del Títere como Patrimonio Cultural de la Ciudad.

"Al museo le falta todo. El edificio es muy viejo y la instalación eléctrica tiene deficiencias, pero nadie ayuda. Hay un montón de cajas con títeres guardados y no hay lugar para exponerlos ni nadie que los clasifique -explicó la editora del libro, Mariana Vicat-. Necesitamos que alguien se de cuenta y diga que este patrimonio es de Buenos Aires, del país entero, y que hay que protegerlo, porque está en peligro".

El Museo se levantó y sobrevivió hasta hoy gracias al colosal esfuerzo se Mane y Sarah, que lo sostenían con el dinero recibido en premios y condecoraciones. Pero, al morir las fundadoras, ya no tiene fondos. "La Fundación se mantiene con aportes privados, algún dinerito que entra de las visitas guiadas y las funciones, pero no alcanza. Hay un subsidio de Proteatro, pero es sólo para la iluminación", dijo Cacciatore.

"Por ejemplo, hace falta con urgencia un bibliotecario para continuar con el inventario, porque en el piso superior hay para varios museos más. Además está la pinacoteca completa de Mane Bernardo y la biblioteca del títere", sostuvo Vicat.

"Asimismo, tenemos una muestra preparada con el Museo Itinerante, pero necesitamos que algún ministerio de alguna provincia se interese en exhibirla. Sería un gran paso en la difusión del patrimonio y la historia", dijo Vicat.