Dos seres marginales que se contaron la vida

Contigo a la distancia

Por Carlos Balmaceda
Planeta. 189 páginas

La atroz dictadura cívico militar argentina de 1976-1983 inspiró innumerables textos, películas y obras de teatro. Y también sirvió de fuente para las partes más tristes del diario íntimo de Carmen Acuña, una mujer de campo, sencilla, que escribía con mucha poesía. En ese diario, Carmen también copiaba las cartas que le enviaba su amigo, el consagrado escritor Manuel Puig, desde donde se encontrara. Puig le contaba, por ejemplo, que estaba amenazado por la Triple A y debía irse del país o le relataba su sufrimiento en Río de Janeiro.

El escritor y periodista Carlos Balmaceda reunió esos textos reales de Carmen, la abuela de su esposa, los empalmó, salvó baches y agregó algo de ficción. El dolor de ambos personajes fue reunido por Balmaceda en la flamante novela Contigo a la distancia y representan lo mejor de lo que por otro lado constituye un tierno relato sobre dos entrañables seres.

Al comienzo son dos chicos -ella mayorcita-, que se conocieron en el cine de General Villegas, un pueblo bonaerense aparentemente idílico que, en realidad, resultaba una prisión en la que se castigaba al diferente. Y, claro, Coco era gay. No iban a perdonárselo. Felizmente, con el tiempo, se transformó en uno de los autores más importantes de la historia literaria del continente, quien hizo del dolor una poderosa literatura. Eso, usar la escritura para exorcizar demonios, también lo logró Carmencita. El resultado se ve en una novela hermosa que se lee de un tirón.

Emotivo, sin golpes bajos, el texto indaga en la vida de estos dos personajes y habla de una Argentina tan pacata que parece otro país. Nos interpela como sociedad y hace reflexionar sobre los avatares de nuestra historia. Y también refleja la pasión y el empeño que ambos pusieron en vivir su vida a pleno a pesar del qué dirán.