Cambio o maquillaje

Mirador político- Macri ganó dos elecciones con el lema "cambiemos", pero a la hora de traducirlo en hechos el cambio real es poco.


Mauricio Macri ganó dos elecciones con el lema "cambiemos", pero a la hora de traducirlo en hechos el cambio real es poco. Propone viejas recetas como el aumento de impuestos al champagne y las gaseosas, la rebaja de las jubilaciones o restricciones a las indemnizaciones para reducir los costos laborales. Medidas que son simples parches, que ya fueron aplicadas más de una vez y que no dieron resultado.
La propuesta de estas reformas no obedece a errores de diagnóstico. Está largamente probado que la mayoría de los problemas de la economía parten de un déficit fiscal destructivo que acicatea la inflación y genera tanto pobreza como expectativas negativas. Hay exceso de gasto público y recetas como la del "ajuste" que el Ejecutivo diseñó pueden resultar contraproducentes.

El aumento de los impuestos internos es un buen ejemplo. Macri tuvo que retroceder con las bebidas alcohólicas por el "lobbying" de empresarios y políticos de las provincias afectadas, pero persistió con el de las bebidas cola. En este último caso el estrépito en los medios fue peor que el "cabildeo" de los bodegueros. La compañía norteamericana dejó trascender que analizaba frenar una inversión de mil millones de dólares por el perjuicio que le genera la intempestiva suba de costos. Los voceros de la multinacional (los que le venden el azúcar) advirtieron que podría también dejar de comprar frutas y jugos. Coca Cola tardó 72 horas en informar que mantendría su plan de inversiones. Descubrió que el gobierno actual puede tener fama de neoliberal, pero se vuelve un peligro cuando anda escaso de fondos.
Si Macri quiere aumentar la recaudación tiene dos caminos: subir los impuestos o hacer crecer la economía. Sin las inversiones la economía no crecerá y el aumento de la presión fiscal terminará perjudicando la recaudación.

El minué de anuncios y amenazas se produjo porque el presidente no apuntó a la principal causa del déficit que es el exceso de "empleo" estatal. La otra causa es el sistema previsional, pero el gobierno ya avisó que va cambiar el cálculo de actualización para ahorrar en el pago a los jubilados.
No hay ni habrá, en cambio, ahorro en materia de empleo público que creció exponencialmente durante la década "ganada" y es improductivo o de bajísima productividad. Entre 2001 y 2016 paso de 2,3 a 3,6% millones, esto es, 56%, El empleo estatal es un pasivo tóxico para la economía. Como no ajusta el sector público, tiene que hacerlo el privado que es el único productivo, lo que frena el crecimiento.

Los funcionarios justifican su inacción frente al gasto "político" alegando que no pueden hacer que los gobernadores peronistas lo recorten; que necesitan sus votos en el Congreso y que como máximo pueden hacer que reduzcan las tasas de ingresos brutos y sellos.

Pero podrían hacer por lo menos dos cosas: dar la batalla en la opinión pública y reducir la burocracia política propia, empezando por la Nación y siguiendo por la ciudad de Buenos Aires que gobiernan hace casi 10 años. Es comprensible la lógica política del gradualismo. Menos comprensible resulta que se venda maquillaje por cambio.