Deportivo Morón vive un sueño del que no desea despertarse

El Gallo afrontará un partido histórico contra River en busca de la final de la Copa Argentina. La epopeya de un equipo de Ascenso que se entrega a la ilusión de un triunfo improbable.

La formación del Ferrocarril Sarmiento desanda como tantas veces el camino hacia la estación de Once. Es una tarde de sábado perdida en algún almanaque de la década del ´80. Luego de dejar Castelar, con la consabida espera por el cambio de vías, el tren va llegando a la siguiente parada. Aminora la velocidad. El guarda va pasando por los vagones. "Cierren las ventanillas que desde la cancha tiran piedras". La cancha no es otra que la del Deportivo Morón, la que muchos pasajeros habían visto siempre, generalmente sin reparar en ella hasta que se producía la advertencia. Enfrentando el riesgo de recibir algún cascotazo, hay quienes se animan a depositar los ojos sobre el césped raleado que se podía distinguir desde el tren. Jugaba El Gallo. De las tribunas cubiertas de camisetas rojiblancas parte un aliento que a la distancia se antoja frenético. La pasión en estado puro. Pese a las piedras...

Muchos años después, en ese predio lindante con las vías no está más la cancha. Se mudó a la avenida Hipólito Yrigoyen, en el mismo lugar en el que en el pasado la Textil Castelar daba trabajo a cientos de obreros. El estadio Nuevo Francisco Urbano, sucesor del histórico Francisco Urbano de la esquina de Brown y La Roche, conserva la fachada de la vieja fábrica y al mismo tiempo impone su modernidad y su pretensión de futuro en permanente evolución. 

Pasado y presente de una institución que por estas horas vive un cuento de hadas. Porque Morón, un equipo con permanente ambición de triunfo en el fútbol de Ascenso, en unas horas estará cara a cara nada más y nada menos que con River, en busca del impensado sueño de ser finalista de la Copa Argentina. 

A pesar de su humilde condición de miembro de la B Nacional, el conjunto dirigido técnicamente por Walter Otta ha ido de sorpresa en sorpresa. En una campaña tan impensada como inolvidable, dejó en el camino a Patronato (victoria por 2-0), San Lorenzo (1-0), Unión (0-0 y éxito en la definición desde los doce pasos) y Olimpo (1-0). Todos rivales de Primera División. Todos superiores en los papeles. Todos víctimas de un Gallo que canta su ilusión y despierta a aquellos que se entregan a ese sueño imposible.
Rodrigo Díaz, El Rengo, con una larga carrera sobre sus piernas chuecas, aporta chispazos de su innegable categoría. Los goles los hace Javier Rossi, quien consiguió relegar a uno de los ídolos indiscutidos de Morón, Damián Akerman, que a los 37 años sigue en el plantel con la bandera de máximo artillero histórico del club. La firmeza en el fondo la aporta el capitán Emiliano Mayola. La fantasía provenía de Gerardo Martínez, un diez de fina estampa que por una fisura de riñón producto de una golpe lleva varios meses inactivo.

Ellos son los héroes de hoy, los que tomaron la posta de próceres del pasado como Miguel Angel Colombatti (exquisito volante de los ´80), Domingo Rodríguez (goleador de fines de los ´50 y principios de los ´60), Vicente Stagliano (defensor, pero en realidad un multifunción de los ´80 y ´90), Norberto Pedro Arguissain (defensor de los ´50 y ´60), Enrique Cuenca Zaldívar (lateral izquierdo de los ´90), Alejandro Semenewicz (volante y defensor de los ´60), Oscar Tomás López (atacante de los ´60), Fabián Nardozza (mediocampista central de los ´80 y ´90) y nombres más recientes como el arquero Sebastián Peratta, el defensor Hugo Campagnaro, los volantes Diego Perotti y Román Martínez y el propio Akerman.

En esas figuras se sintetiza la gloria de un Deportivo Morón que atesora como joyas el campeonato de la D en 1955, el de la C de 1959, el ascenso a Primera en 1968, el título de la C en 1980 y 1990 y el de la B Metropolitana que le permitió jugar la B Nacional este año.

Quizás el dato pasó por alto. Pero el club que nació en 1947 como Sportivo Morón y que vestía una camiseta parecida a la de River antes de convertirse en Deportivo Morón y reemplazar la banda roja cruzándole el pecho en diagonal por una franja horizontal, jugó en Primera División en 1969. Fue ave de paso en el fútbol grande, pues descendió ese mismo año con una goleada por 4-0 sobre Colón como mejor actuación. 

Este domingo, en el Estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, Morón se medirá con los millonarios persiguiendo una hazaña improbable. Sus hinchas agotaron las entradas. Perdieron antes de ver a su equipo en acción, porque el partido estaba previsto para las 17.10 pero a última hora pasó para las 20.30. La excursión hacia tierras cuyanas naufragó para muchos que se vieron burlados con la excusa de las razones organizativas, porque las obligaciones laborales les impiden el lujo de perderse un lunes de trabajo.

Deberán verlo por televisión o escucharlo por la radio. En el segundo de los casos, no sintonizarán una AM de las más conocidas. Casi seguro seguirán, como siempre, la transmisión de FM En tránsito. Ritual eterno desde hace años. 

Ya los pasajeros del Sarmiento no deben cubrirse por las piedras que llueven desde la cancha. El hogar del Gallo ahora está lejos de la vía. Pero Morón, más que nunca, se siente cerca de la gloria.