Boca y River en la cima, por peso propio y por carencias del resto

Al cabo de la 3ª fecha de la Superliga, xeneizes y millonarios ganaron todo lo que jugaron. Afianzados unos y en reconstrucción los otros, están al frente. No asoman, por ahora, rivales que puedan poner en jaque esa supremacía.

Casi como siempre en la historia del fútbol, allá arriba, en la cima de la tabla de posiciones de la Superliga, están Boca y River. Para quienes temen que los campeonatos en la Argentina sean un aburrido calco del certamen español, los fantasmas parecen haberse corporizado más rápido de lo esperado. Pero, curiosamente, este liderazgo transitorio que xeneizes y millonarios comparten al cabo de la 3» fecha del torneo no es consecuencia directa del método de competencia que hace de Barcelona y Real Madrid los habituales dueños de los festejos en la Madre Patria.

Boca es puntero porque cuenta con el plantel más rico de estas latitudes. River lo acompaña ya que, a pesar de que anda penando por los jugadores que se fueron y porque los que llegaron no les hacen sombra, se las ingenió para ganar todos sus partidos y no perderle pisada a su rival de siempre.
Fernando Gago parece haber recuperado el brillo que hizo que alguna vez el Real Madrid depositara sus ojos en él. Pablo Pérez dejó de ser el pendenciero mediocampista más predispuesto a los excesos temperamentales que a jugar. El colombiano Edwin Cardona hizo olvidar muy pronto al díscolo Ricardo Centurión. Darío Benedetto sigue siendo letal cuando queda cara a cara con los arqueros adversarios. Cristian Pavón desborda cuándo y cómo quiere por el costado derecho del ataque... 

Boca se nutre de destacados desempeños individuales que le dan vida a un equipo que colectivamente abruma por la contundencia de su propuesta. Metió más goles que nadie (8, a razón de casi 3 por partido) y sólo recibió 1. Entra Leonardo Jara y ya nadie recuerda al discutido Gino Peruzzi. Paolo Goltz llega y demuestra que no perdió nada de lo mucho y bueno que había exhibido en sus pasos por Huracán y Lanús. Wilmar Barrios se sacrifica para que Gago se luzca. Lisandro Magallán se afianzó en el fondo. Agustín Rossi da seguridad en el arco. Frank Fabra marca y se desprende por la izquierda. Apenas con un rato con la camiseta azul y oro, el uruguayo Nahitan Nández se gana los aplausos de sus hinchas...

El título obtenido el torneo pasado libró a las huestes de Guillermo Barros Schelotto de cualquier tipo de presión. Se mueven con una soltura que transforma a las victorias en una consecuencia natural de lo que pasa dentro de la cancha. No llenan los ojos con su fútbol, pero saben lo que hacen y lo hacen bien.

EN RECONSTRUCCION
El caso de River es diferente. En Núñez no existe la superpoblación de talento de un Boca que hasta se da el lujo de prescindir por seis meses de un goleador como Ramón Wanchope Abila (a préstamo en Huracán) y de confinar al banco a Cristian Espinoza, Santiago Vergini, Walter Bou, al pibe Gonzalo Maroni y al colombiano Sebastián Pérez... Sí, le sobra plantel... 

A los millonarios les faltan nada más y nada menos que Lucas Alario y Sebastián Driussi, sus máximos argumentos ofensivos de la temporada pasada. El ex delantero de Colón se fue al Bayer Leverkusen abrazado a la polémica y nadie ha llegado para ocupar un vacío imposible de llenar. 

Se incorporó Ignacio Scocco, pero su estilo se asemeja más al del hoy atacante del Zenit ruso que al de Alario. Marcelo Larrondo pasa más tiempo recuperándose de las lesiones que jugando. La contratación del colombiano Rafael Santos Borré se antoja casi una excentricidad porque su irrelevante etapa en el Villarreal español no confirmó su positiva irrupción en el Deportivo Cali de su país. Así y todo, le puso la firma a una de las conquistas en el triunfo del domingo en San Juan sobre San Martín. 

En la elección de los refuerzos quizás surja el punto más flojo de la exitosa gestión de Marcelo Gallardo. Sobran los ejemplos de incorporaciones que restaron más de lo que sumaron. Para la Superliga, el Muñeco miró más el futuro que el presente, tal vez consciente de que las divisiones inferiores de River no depararán una cosecha tan buena y por eso, además de Borré, recurrió a los uruguayos Marcelo Saracchi (19 años) y Nicolás De la Cruz (20). Javier Pinola, todavía lejos de su mejor nivel, es un defensor con el que cualquier equipo desearía contar, y Javier Lux regresó para apagar los incendios causados por la inexperiencia de Augusto Batalla, pero en el arco de River todavía no se han extinguido los focos ígneos.

La dolorosa caída en Bolivia a manos del Wilstermann por la Copa Libertadores puso a River contra las cuerdas. El técnico se vio en la obligación de cuidar lo poco que tiene para perseguir la hazaña de remontar el 0-3. Entonces les da pista a los pibes y le cumplen. Alexander Barboza, el zaguero de buena tarea en Defensa y Justicia que estuvo a punto de ser descartado por Gallardo, tiene su oportunidad, al igual que purretes como Matías Moya y Alan Picazzo, que hasta se despacha con un gol...

A River no le sobran figuras ni fútbol. Es más: su proyecto están en discusión. Gallardo no tuvo más alternativa que iniciar una etapa de reconstrucción que por ahora le alcanza para estar al frente de la Superliga. Su mente está puesta en la Libertadores, pero si los resultados le sonríen y le permiten sentir que pelea mano a mano con Boca, quizás ese proceso se encamine con menos sobresaltos.

EL RESTO, MUY LEJOS
Lejos, a años luz de xeneizes y millonarios, están los otros equipos grandes. San Lorenzo apuesta sus fichas a la Libertadores como objetivo para alejar los nubarrones que oscurecen el cielo del DT Diego Aguirre. Independiente, con vida en la Copa Sudamericana, no arranca en la Superliga. Racing tampoco termina de engranar y genera más dudas que certezas.

Los perseguidores más cercanos de los líderes son Vélez y Unión, pero difícilmente los dos vayan a permanecer mucho tiempo tan cerca del lote de vanguardia. El Fortín se concentra en sumar y sumar puntos para alimentar un promedio preocupantemente famélico, y los tatengues disfrutan de un buen arranque, pero no parecen serios aspirantes a estar en la pelea.

Banfield crece de la mano de Julio César Falcioni y con los goles de Darío Cvitanich. Huracán, con un Abila contundente, va escalando. Patronato y Belgrano merodean la zona alta de la tabla... Ninguno de ellos se avizora como una amenaza.

Entonces, más por el habitual peso propio y porque el resto no termina de definirse, que por la nueva estructura de la Superliga, Boca y River están en la cima. Y como siempre en el fútbol argentino, una puja entre esos equipos genera grandes expectativas.