Más solos que nunca

Advierten que el aislamiento social puede representar una amenaza para la salud pública, incluso mayor que la obesidad. La epidemia de soledad va en camino a hacerse crónica.

­La soledad y el aislamiento social pueden constituir una verdadera amenaza para la salud, mayor que la obesidad. Su impacto ha crecido en los últimos tiempos y continuará creciendo en los próximos años, según una investigación presentada recientemente durante la Convención Anual de la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés).­

"Estar conectados con otros socialmente es considerado una necesidad humana fundamental, crucial tanto para el bienestar como para la supervivencia. Algunos ejemplos extremos muestran que niños bajo cuidado en custodia que no tienen contacto humano no logran desarrollarse y a menudo mueren. De hecho, el aislamiento social o confinamiento en soledad se ha utilizado como una forma de castigo", explicó la doctora Julianne Holt-Lunstad, profesora de psicología en la Brigham Young University, quien advirtió que sin embargo, una creciente porción de la población norteamericana ahora vive el aislamiento a diario.­

Se estima que alrededor de 42,6 millones de adultos de más de 45 años están sufriendo soledad crónica en Estados Unidos, de acuerdo con el `Estudio de la Soledad' realizado por la ONG AARP, dedicada a las temáticas de adultos mayores.­

Asimismo, el último censo en ese país muestra que más de un cuarto de la población vive sola, más de la mitad está soltera y que las tasas de matrimonio y el número de niños por hogar disminuyó respecto del censo anterior.­

En la Argentina, un estudio del Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica publicado el año pasado reveló que alrededor de 1.200.000 adultos mayores viven solos. En tanto que datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos del gobierno porteño ya alertaban en 2012 que entre 1980 y 2010 se duplicó la cantidad de personas que viven solas en la Ciudad de Buenos Aires, en especial los jóvenes de entre 25 y 34 años (17,4%) y los mayores de 65 años (42,4%)­

"Estas tendencias sugieren que los norteamericanos están cada vez menos conectados socialmente y experimentando mayor soledad", afirmó Holt-Lunstad al presentar los resultados del estudio.­

El aislamiento social se define como la falta de contacto con otras personas, mientras que la soledad es un estado en el que se siente una distancia emocional respecto a los demás. Según esta definición, una persona puede estar en compañía de otras y aun así sentirse sola.­

En estudios anteriores, la soledad se había relacionado con un mayor riesgo de depresión, enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares.­

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NUMEROS QUE PREOCUPAN­

Para graficar la influencia del aislamiento social y la soledad sobre el riesgo de muerte prematura, la investigadora mostró los datos surgidos de dos metaanálisis.­

El primero incluyó 148 estudios, que reunieron más de 300.000 participantes, y halló que una mayor conexión social se asoció con una reducción del 50% del riesgo de muerte temprana.­

El segundo estudio, que involucró 70 estudios -con más de 3,4 millones de personas de Estados Unidos, Europa, Asia y Australia-, evaluó el impacto que el aislamiento social, la soledad o el vivir solo puede tener sobre la mortalidad.­

Los investigadores hallaron que las tres condiciones tuvieron un efecto significativo y similar sobre el riesgo de muerte prematura, equivalente o incluso mayor que el del consabido factor de riesgo de mortalidad que implica la obesidad.­

"Hay sólida evidencia de que el aislamiento social y la soledad aumentan de forma significativa el riesgo de mortalidad prematura, y la magnitud del riesgo excede el de muchas de los principales indicadores de salud", subrayó Holt-Lunstad.­

"Con el aumento del envejecimiento poblacional, el efecto de esta problemática sobre la salud pública solo puede ir en aumento. De hecho, muchas naciones alrededor del mundo sugieren que estamos enfrentando una epidemia de soledad. El desafío que enfrentamos ahora es qué podemos hacer al respecto", remarcó.­

Holt-Lunstad recomendó darle prioridad a la investigación y los recursos destinados a enfrentar esta amenaza para la salud pública tanto a nivel social como individual.­

En ese sentido, sugirió enfatizar la educación en habilidades sociales entre los niños en edad escolar y que los médicos incluyan en sus chequeos preguntas que indaguen sobre la situación de conexión social de los pacientes.­

Por otra parte, las personas deberían prepararse para el momento de la jubilación, no sólo en términos económicos sino también sociales. "Dado que muchos de los vínculos sociales están relacionados con el lugar de trabajo, sería conveniente que dentro del planeamiento comunitario se incluyan espacios sociales compartidos que fomenten el encuentro y la interacción, tales como centros recreativos o jardines comunitarios".­

Según otro estudio realizado en Reino Unido, el 59% de los adultos mayores de 52 años que reportan problemas de salud refieren sentirse solos algunas veces o a menudo, en comparación con el 21% que asegura encontrarse en perfecto estado de salud.­

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INFELIZ VEJEZ­

A menudo, al hablar de `los jubilados' el foco de la preocupación se pone en las paupérrimas condiciones económicas que el Estado prevé para este grupo etario. Y si bien este es sin dudas un determinante de la calidad de vida en esta etapa, el factor social no debe soslayarse.­

Del informe de la UCA, titulado `Personas mayores que viven solas en la Argentina actual' se desprende que 1 de cada 5 personas mayores que viven solas se siente poco o nada feliz. Además, 1 de cada 4 se encuentra sin proyectos personales, sin poder trascender el día a día. ­

Y un tercer indicador muestra también que 1 de cada 4 personas mayores está sintiéndose con frecuencia sola, sin tener a quien acudir. Es decir, con soledad social -sin convivencia- y con soledad emocional.­

"Esta soledad se expresa en distintas dimensiones. La más directa es la del 27,9% que siente sus necesidades de afecto y cariño poco o nada satisfechas", señalan los autores del trabajo local. ­

"También se observa en la carencia de algunas relaciones sociales necesarias para una buena vejez: 2 de cada 3 personas mayores que viven solas no tienen quien las ayude en tareas domésticas si llegan a necesitarlo; casi 2 de cada 3 no tienen quien les aconseje cómo resolver sus problemas personales o los informe y ayude a entender una situación; y 1 de cada 3 no cuenta con alguien que le muestre amor y afecto o que lo abrace", detallan.­