La bella frente a la bestia

POR OMAR LOPEZ MATO

Diane Arbus fue una conocida fotógrafa, de una familia acomodada de origen judío que adoptó el nombre de su marido con quien contrajo matrimonio a los 18 años. Su padre, David Nemerov, había consolidado su fortuna en el negocio de la moda y fue natural que Diane se dedicase a hacer producciones para Esquire, Vogue y Harper"s Bazaar.

Gradualmente los temas de sus retratos cambiaron del mundo fashion a la marginalidad. Gran parte de su producción se basó en retratos de outsiders, perdedores, lobos solitarios, nudistas, strippers, y travestis, un mundo ajeno a la elegancia estereotipada de modelos sofisticadas. 

Las mujeres retratadas de senos caídos entradas en rollos y años, con un trasfondo de vulgaridad -plumas, cosméticos- eran la antítesis de las modelos perfectas que retrataba junto a su marido. Otro de sus temas predilectos eran los nudistas, matrimonios añosos que se mostraban sin ropas con naturalidad y sin erotismo, como si la exhibición de esas pieles flácidas y arrugadas expusieron su derecho natural a mostrarse tal cual eran, sin artificios y así Diane los retrató.

También Diane se adentró en el mundo de los freaks, de personajes bizarros que desfilaban ante su lente con un desenfado lindante con la indiferencia. Ellos eran la otra cara de las modelos, aunque ambos lucrasen con su cuerpo, unos lo hacían para exhibir su belleza y otros su singularidad.

DESENFADO

Los enanos -midgets- o los solitarios gigantes, los hombres tatuados hasta en sus porciones más íntimas, las mujeres con barba, o los presentadores estrafalarios... ellos eran las fronteras de nuestra existencia, el side show de los circos, los personajes que no llegan al centro del escenario, pero sin embargo están allí luciendo sus defectos o excesos que la gente miraba con cierto desdén e indiferencia mientras vaciaban su bolsa de pochoclo.

Estas fotos datan de los "60, cuando recién se empezaban a vislumbrar los estragos de la talidomida, recién entonces el mundo se percata que puede generar "monstruos" en escalas industriales, en proporciones ajenas a las que el Creador había desperdigado por el mundo. Antes eran excepciones, ahora el hijo de cualquiera podría terminar exhibiéndose en los side shows...
Sin embargo, la única película que se hizo sobre la vida de Diane Arbus se basó en un episodio que nunca transcurrió, sobre un retrato que ella jamás realizó, y fue sobre Stephan Bibrowsky (en la película llamada Lionel) un hombre león, o para decirlo técnicamente, un caso de hirsutismo lanuginoso, con todo el cuerpo lleno de pelo, semejante a los que años antes luciera la célebre Julia Pastrana, cantante mexicana que a pesar de su cuerpo hirsuto, cantaba y bailaba, haciendo las delicias del público. Que haya muerto de parto y terminado embalsamada junto a su hijito (hirsuto también) para que su marido continuara lucrando a expensas de su exposición postmortem, solo demuestra los sentimientos que despertaban estas criaturas. 

En el caso de Lionel, hacía pruebas de fuerza y mantenía diálogos con su público, ya que hablaba fluidamente seis idiomas. También se decía que era un gran seductor y que muchas mujeres caían fascinadas por su pilosa hombría. Hay quien ve en Lionel la personificación de la Bestia, el príncipe encantado reducido a su prisión pilosa.

A pesar de esta particularidad, Lionel fue un hombre feliz, un caballero galante, famoso por sus aventuras amorosas, que pudo llevar una vida normal fuera del escenario, hasta que murió alrededor de 1940, año en que nacía Diane Arbus. De allí que el encuentro ficticio de la fotógrafa y el hombre león que muere ahogado en la película (Retrato de una obsesión), nada tiene que ver con la realidad. Lionel pudo superar su minusvalía y sobrellevar una vida condenada por una mínima alteración en la secuencia de sus genes. Diane, en cambio no pudo sobrellevar su sensibilidad ni su genio y murió por mano propia, por una treta artera de sus neurotransmisores. 

Todos somos esclavos de esta sucesión de carbono, oxígeno, nitrógeno y algún otro elemento.