La primera gran tragedia británica

El capitán de Corbeta (R) Armando Mayora fue uno de los pilotos integrantes de la Escuadrila de aviones Super Etendard de la Armada que hundió, con un misil Exocet, al buque inglés Sheffield. Sólo cumplimos con nuestro deber, asegura.

A fines de 1980 partieron con destino a Francia 10 pilotos de la Armada Argentina para adiestrase en los aviones Super Etendard, recién adquiridos por la Argentina. Permanecieron en Europa durante 1981 y en diciembre regresaron al país. Uno de los pilotos que integraba la Escuadrilla Super Etendard era el entonces Teniente de Fragata, Armando Mayora.

El 2 de abril de 1982, con 28 años y con una importante experiencia en los nuevos aviones se enteró del desembarco cuando se encontraba participando de un curso en la Escuela de Oficiales en Puerto Belgrano.

En diálogo con La Prensa, el hoy Capitán de Corbeta (R) Mayora, admite que fue una sorpresa para todos y que no se sabía bien el papel que podían cumplir. Los cinco aviones Super Etendard que estaban en el país aún requerían de una serie de pruebas para darles capacidad de avión de combate. Tampoco estaba operativo el sistema de los misiles Exocet. Sin embargo, a mediados de abril, "gracias a la capacidad de nuestros técnicos y del ingenio argentino -destaca Mayora- se dieron maña y pusieron los Exocet a funcionar".

- ¿Cuándo tomó conciencia de que podía entrar en combate?

- El 18 de abril cuando con la Escuadrilla Super Etendard, compuesta por los diez hombres que habíamos estado en Francia, nos trasladan a la base de Río Grande, en Tierra del Fuego, donde operamos durante todo el conflicto.

- ¿De que manera se organizaron?

- Los diez pilotos formamos cinco parejas, yo volaba con el capitán Augusto Bedecarratz. El sistema que pactamos era que la sección (la pareja de dos aviones) que despegaran para cumplir una misión, lanzaran o no los Exocet, pasaban a la cola y la siguiente misión sería para la segunda sección. Era un pacto de caballeros porque todos queríamos realizar una misión y formar parte de ese momento.

- ¿Cuándo fue la primera misión?

- El 1º de mayo se recibió la información que se había detectado la sospecha de un buque británico, se evaluó si era un potencial blanco para ser atacado con Exocet y en función de eso se tomó la decisión de hacer la misión. Colombo y Machetanz, que eran la primera sección, salieron. Cuando se encontraban reaprovisionándo de combustible en vuelo, en un KC 130 de la Fuerza Aérea, se originó una falla por lo cual debieron abortar la misión. Por lo tanto, a partir de ahí, quedamos el capitán Bedecarratz y yo como la primer pareja para cumplir la siguiente misión. El 3 estuvimos a punto de salir, hicimos todos los preparativos, nos cambiamos, subimos a los aviones, fuimos hasta la cabecera de pista, pero nos cancelaron la misión.

- ¿En esos momentos era consciente de lo que estaba viviendo?

- No, uno cuando forma parte de un hecho histórico no se da cuenta. Dormíamos tranquilos y hacíamos mucho ejercicio físico. Estar en esa situación era similar a cualquier otra, con el agregado de potenciales amenazas reales. Lo tomaba con mucha profesionalidad. Yo estaba casado y tenía a mi primer hijo de dos años que habían quedado en Bahía Blanca. El contacto era muy poco frecuente. No había mucho tiempo como para poder pensar en otra cosa que no sea la misión. Tampoco había tiempo para tener miedo. El Super Etendard es un avión muy demandante para el piloto.

- El día 4 de mayo, finalmente, se concretó la misión que provocó el hundimiento del Sheffield. ¿Qué recuerda de los momentos previos?

- El cielo estaba lleno de chubascos con muy poca visibilidad y lluvia. Nuestra mayor amenaza eran los Harrier, pero con esas condiciones climáticas era muy difícil que nos vieran. Los Super Etendard estaban pintados de azul y nosotros íbamos muy pegados al agua. Ese día temprano, una avión explorador Neptune de la Armada hizo la inteligencia de la situación y determinó la presencia de buques británicos.

Dio la voz de alerta y el comando de Aviación Naval evaluó que era un blanco para Super Etendard. A nosotros nos avisan a eso de las 7 de la mañana sobre un potencial blanco a atacar. Nos juntamos con Bedecarratz y otros integrantes de la Escuadrilla para organizar la misión. Cuando terminamos me acuerdo que lo único que hice fue sacarme el reloj, darselo al Capitán Agotegaray y decirle: "Si no vuelo se lo das a mi hijo Martín".

- ¿Cómo se desarrolló el ataque al buque inglés?

- El ataque del Sheffield se cumplió según marca el manual. A las 9 de la mañana despegamos de la base de Río Grande con Bedecarratz, fuimos al avión tanque e hicimos reaprovisionamiento en vuelo. Luego realizamos la primera aproximación y fuimos bajando la altura hasta meternos por debajo del lóbulo radar. Cuando entramos a 100 millas del lugar, donde íbamos a atacar, ya estábamos pegados al agua.

En la segunda trepada los encontramos. El vuelo siempre se realizó en completo silencio, porque ante cualquier emisión podíamos ser descubiertos. Cuando detectamos el blanco, Bedecarratz dio la orden de ataque y ahí lanzamos los Exocet. Eran exactamente las 11.04. Tras el lanzamiento giramos violentamente escapando hacia el rumbo que habíamos definido.

- ¿Cuándo se enteró que le habían dado al Sheffield?

- Nosotros, a 40 kilómetros del blanco, lo que vimos en el radar fue una "marquita electrónica", pero por la información del radar del Neptune, sabíamos perfectamente que era el Invencible o un destructor de la clase 42. Cuando aterrizamos tuvimos una reunión con todos los pilotos para informarles sobre nuestra misión. A la una y pico de la tarde, fuimos a comer algo, y a las 16, cuando estábamos en la casa de oficiales, en Río Grande, escuchamos la confirmación del Ministerio de Defensa británico de que había sido atacado el Sheffield con misiles Exocet lanzados por aviones Super Etendard.

- ¿Qué sintió en ese momento?

- Hubo satisfacción de haber cumplido adecuadamente la misión. Yo estaba un poco frustrado porque tenía la expectativa que le hubiésemos pegado al Invencible. Eramos concientes que si dejábamos fuera de combate a uno de los portaaviones, la situación estratégica de ellos cambiaría completamente. No le pegamos al portaaviones, pero si a uno de sus escoltas.

- ¿Impactaron los dos misiles?

- El comandante del buque habló de dos explosiones. La realidad es que no es importante. Badecarratz siempre hace la broma que el misil que pegó era el de él...porque él es el mas antiguo. Pero en el fondo lo mas importante es que la misión que teníamos la cumplimos y el blanco que teníamos que dejar fuera de servicio lo dejamos fuera de servicio. El Sheffield fue el primer buque británico hundido desde la Segunda Guerra Mundial. Para ellos fue un golpe importante. A partir de ese momento los portaaviones ingleses no operaron mas cerca de la costa. Se fueron cien millas al este de Malvinas limitando la autonomía de sus aviones y helicópteros.

- ¿Tenía conciencia de que podía morir?

- Uno sabía que podía morir, pero cuando uno se para frente a la bandera y jura por la Patria defenderla hasta perder la vida, es un juramento, un compromiso para que llegado ese momento se cumpla. A partir de mediados de mayo empezamos a tener perdidas y encontrarnos con gente que no volvía. Entonces ahí la cosa cambió completamente. El peor día fue el 21 de mayo cuando perdimos tres aviones y muere un amigo mío de toda la vida, el teniente Márquez. Su avión A4Q había explotado en vuelo. Antes de partir a esa misión, recuerdo que lo ví pasar con una empanada en la mano porque no había podido comer nada. Me saludó y subió al avión. Otro hecho dramático que recuerdo, ocurrió el 23 de mayo, cuando el capitán Zubizarreta, volviendo de una misión, intentó aterrizar en Río Grande y se le reventó la cubierta izquierda. El intentó eyectarse pero el A4Q que piloteaba era un avión viejo y falló. Cayó y murió delante de nosotros. La imagen que me quedó grabada para toda la vida es la formación de todos nosotros despidiéndolo y el féretro subiendo al avión Focker de la Armada. Fue muy doloroso.

- ¿Qué representa para Usted la Gesta de Malvinas?

- Yo siento mucho orgullo de lo que hicimos y recibo mucho reconocimiento y cariño. Siempre pido que eso se lo transmitan a los miembros actuales de la fuerza, porque ellos están decididos a hacer lo mismo que nosotros hicimos hace 35 años. Todo lo que hicimos fue gracias a un equipo y no hay nada individual. El que apreta el botón es el piloto pero atrás hay muchas personas. No creo que seamos héroes, en Malvinas hubo muchos casos de heroísmo. Sólo somos oficiales de la Armada que cumplimos adecuadamente con nuestro deber. Estoy convencido que hicimos lo que teníamos que hacer y lo hicimos muy eficientemente.