Los valores y la integridad de un soldado

Esteban Tries hizo el Servicio Militar en el Ejército y a los veinte años le tocó participar de la guerra. Libró varias batallas, tanto en las islas como en el continente. Hoy su misión es mantener viva la gesta y transmitir su experiencia a la sociedad

A principios de 1982, Esteban Juan Tries tenía veinte años y hacía pocos meses que había terminado de hacer el Servicio Militar Obligatorio en el Ejército, como cabo de reserva, en el Regimiento 3 de Infantería de La Tablada. Vivía en Villa Ballester junto a su familia, tenia novia, trabajaba en un negocio en Santa Fe y Pueyrredón y cursaba el ciclo básico para ingresar a la carrera de Ingeniería en la UTN.

Cuando el 2 de abril se enteró que las Malvinas habían sido recuperadas se acercó a Plaza de Mayo. Días después, mientras cenaba, escuchó por televisión la convocatoria para la reincorporación al servicio de su clase. Pese a las sensaciones encontradas nunca se imaginó que a partir de ese momento su vida iba a cambiar por completo.

En diálogo con La Prensa, relató con pasión aquellas jornadas que le tocaron vivir, con una integridad, forjada tanto en las batallas que enfrentó durante la guerra como las posteriores, que le permite en todo momento mantener el sentido del humor, una de las actitudes frente a la vida que tanto tienen que ver con la sabiduría.

"Desde que nos incorporamos al cuartel de La Tablada -rememora Tries- no se sabía nada en concreto. Recién el sábado 10 nos informaron que íbamos a las islas. No había sensación de guerra, se decía que íbamos a estar un tiempo y luego regresábamos a casa. Incluso había un clima jocoso. Recuerdo que rumbo a El Palomar, en los micros, golpeando al costado y ante la caravana humana que nos acompañaba, íbamos cantando: "Mamita, mamita, mamita no llores, nos vamos a la guerra pero vamos a volver". Hoy la analizo y era de una inconsciencia total pero esa la euforia que teníamos".

LA AVENTURA DE SOBREVIVIR

En un Boeing 737 de Aerolíneas reacondicionado sin asientos arribaron a las Malvinas el 11 de abril. Su primer destino fue cerca del Faro donde hicieron los primeros pozos de zorro. Días más tarde, se trasladaron al suroeste de Puerto Argentino; después hacia el oeste, en la base del cerro Sapper Hill, donde permanecieron hasta el 13 de junio cuando partieron rumbo al monte Tumbledown donde entraron en combate. Tries considera que los dos meses que transcurrieron hasta que combatió, el desafío primordial fue la supervivencia que como "una aventura" logró superar.

- ¿Qué recuerda de aquellas jornadas en los pozos de zorro?

- Nuestra misión era cuidarlo, limpiar el armamento e higienizarse, algo muy importante para mantenernos íntegros. Después teníamos pruebas de tiro. Durante la noche fantaseábamos con que íbamos a comer al día siguiente, que íbamos a hacer cuando regresáramos a casa y hablábamos mucho de nuestras familias y novias. No había una tensión permanente, nunca se habló del combate. A la hora de comer nos sentábamos todos juntos alrededor de unas piedras, pero cuando recibías una carta te ibas solo a un rincón. No teníamos reloj pero sabíamos cuando eran las 6 de la tarde porque todos los días a esa hora se orientaban 4 o 5 fragatas británicas en el horizonte y por las noches bombardeaban hacia distintos sectores de la isla para que perdamos la voluntad de seguir combatiendo. Pero uno se acostumbra. 

- ¿Cómo enfrentaba el frío?

- La nieve era cruel y el frío fue una de las cosas más duras. El estar mojado todo el tiempo era terrible. Cuando prendías fuego a la turba era como una braza que quedaba prendida y servía para calentarse o secar alguna ropa.

- ¿Y el tema de la comida?

- Los cilindros de comida llegaban muy vacíos y fríos. Tenían agua con algo...a veces un pedacito de cordero, arroz o fideos, pero muy débil la comida. Entonces salíamos a buscarla. Algunas veces le pedíamos al regimiento 25, otras salíamos al pueblo. Como yo era cabo de reserva, y tenía cinco soldados a mi cargo, podía moverme libremente por Puerto Argentino. Una vez, cuando el hambre ya era pesada, cazamos tres ovejas. Estaba prohibidísimo por los altos mandos pero el sargento Manuel Villegas, aún sabiendo que podían castigarlo, nos autorizó. A una, la carneamos esa misma noche, en medio de los bombardeos. No sé si estaba cruda, si comimos lana pero estaba espantosamente deliciosa.

- ¿Se apoyó en lo espiritual?

- Si, cada tanto venía el cura Piccinalli y nos daba la bendición y rezábamos. En nuestra sección había mormones, judíos, católicos, cristianos evangélicos y ateos.pero rezábamos todos juntos. Yo le puedo garantizar que cuando empezábamos a rezar el rosario -todos teníamos uno- se iba el hambre y uno entraba en calor. Yo me encontré con Dios como nunca en mi vida.

EL COMBATE

- El 13 de junio entraron en combate ¿Cómo fueron las horas previas?

- Una vez que llegamos a nuestras posiciones pusimos las piedras más grandes y pesadas para protegernos de la onda expansiva y las esquirlas que te podían matar. En el pozo, con una radio Spica nos pusimos a escuchar el partido del mundial Argentina-Bélgica. Pero esa tarde los ingleses nos tiraron con todo. En un momento saco la cabeza y veo, a unos 15 metros, a mi compañero Julio Cesar Segura corriendo de una posición a otra. De repente cae una bomba y lo veo volar por el aire. No sobrevivió, fue el primer héroe de nuestra compañía. Yo le puedo asegurar que en ese momento mi vida cambio. La fantasía cayó, había muerto uno de nuestros compañeros, ya no volveríamos los mismos.

- ¿Cuándo fue avance hacia Monte Tombledown?

- Esa misma noche a nuestro grupo compuesto por 14 soldados y liderado por el sargento Villegas, nos ordenan ir en apoyo del Regimiento 7. A mitad de camino cruzamos el arroyo Moody Brook con el agua hasta los hombros. Cuando llegamos al otro lado estábamos agotados. Había gritos, ordenes y el dialogo entre nosotros era nulo. Y ahí aparece otro líder, el teniente primero Víctor Hugo Rodríguez que con su vozarrón y a los gritos dice: "¡A lo gaucho, carrera march, Viva la Patria carajo!", y lo veo, entre la niebla y el humo, que empieza a subir solo. Era la inyección que necesitábamos y todos fuimos detrás de él.

LA BATALLA

"La peor derrota en Malvinas fue la logística", asegura Tries y lo fundamenta al recordar que cuando llegaron a su posición hubo mucha confusión porque las radios no funcionaban y nadie les había podido avisar que el Regimiento 7 ya se había replegado y que los paracaidistas británicos los estaban esperando. En pleno combate, caen heridos el soldado Ruso, a quien Tries logra hacerle un torniquete en el brazo y el sargento Villegas a quien ve, a unos 6 metros, tirado sobre la tierra con un tiro en el estómago.

- ¿Qué hizo usted?

- Lo miro a Villegas y siento que me ordena: - ¡Siga disparando!. - !Córrase!, le grito, porque quedó en el medio. -¡Tire igual que yo estoy liquidado!, me vuelve a ordenar. Y como yo no tiraba, así boca abajo como estaba, estira su brazo para agarrar el fusil y cuando lo está por tomar le tiran otro tiro en la muñeca. O sea que el inglés lo tenía en la mira. Entonces, mientras él se saca el correaje y las granadas, le gritó: - Quédese que lo vamos a buscar. -Quédense ahí, vocifera, no se levanten que nos tienen rodeados. Esperen órdenes. En ese momento levanté la vista y ví una lluvia de pelotas de fuego que caían sobre nosotros, entonces decidí, junto al soldado José Serrezuela que estaba al lado mío, ir a buscar a Villegas.

- ¿Cómo fue ese rescate?

- Dejamos los fusiles, levantamos los brazos y fuimos hasta donde estaba Villegas. Lo agarramos y lo arrastramos hasta debajo de una piedra. Le salía mucha sangre y no teníamos ni gasas, ni morfina, ni nada. Me pidió agua y le puse un poco de nieve en la boca. En ese momento me pide que le transmita a su familia, de la manera menos dolorosa, que él había caído en batalla. Y cuando empieza a hablar de su hijita Silvana de 3 años se pone a llorar y empieza a rezar un padre nuestro. Después me dice: -Yo no me pongo ni en héroe ni en boludo...estamos a 8 km del hospital, no aguanto más el dolor y el fuego que tengo en el estomago...pegáme un tiro y hacéte cargo del grupo. - Mi sargento, le contesto, no se olvide que tenemos que comer un asado. Ahí me hago cargo del grupo y ordeno replegarse. A Villegas lo cargo a la fuerza con otro soldado y, como pudimos, empezamos a caminar rumbo al hospital. Serían las 4 de la mañana del 14. En eso aparece una ambulancia, una F100, subimos, no hicimos 200 metros y por el hielo volcó. Bajamos y seguimos caminando. Cuando llegamos al hospital era un infierno de heridos. Villegas se salvó y a las horas empezaron a caer mis compañeros. En total tuvimos 27 heridos y 4 muertos. Los veía entrar sangrando, sacados y a los gritos, fue un cuadro muy duro. Luego nos enteramos de la rendición y fuimos tomados prisioneros. A algunos los eligieron para enterrar a nuestros muertos.

DESMALVINIZACION Y VALORES

Tries volvió al continente el 19 de junio en el buque británico Canberra junto a más de 4.000 soldados. Al igual que para muchos veteranos, el proceso del regreso fue durísimo. Nadie los recibió y cuando iba a buscar trabajo lo trataban de "loquito". Permaneció veinte años sin hablar sobre el drama de la guerra. Apunta al estado ausente durante 35 años pero agradece que tuvo contención familiar y el reconocimiento que la sociedad hoy le dá al veterano.

"Yo zafé...pero muchos otros no. Si el desfile del 10 de julio de 2016 lo hubiéramos tenido hace 30 años no hubiera habido tantos suicidios", advierte.

- Desde hace 15 años Ud. realiza charlas en colegios y empresas sobre su experiencia en Malvinas ¿qué valores busca transmitir?

- La importancia de confiar en la persona que tenes al lado. El trabajo en equipo y el liderazgo. La importancia de la familia, del colegio, de decir gracias, perdón o por favor. La presencia de la espiritualidad y el verdadero significado de Patria. En nuestra causa no vamos a bajar la guardia, esto va a ser hasta el final.