Para ganar Buenos Aires Macri debe llegar por lo menos al 35%
Hay optimismo en el gobierno, aunque CFK muestra en los primeros sondeos cerca del 30% de intención de voto. Randazzo le resta poco. Vidal mide bien, pero Bullrich todavía no lo capitaliza
El inicio de la campaña electoral con los candidatos ya definidos presenta un cuadro de paridad e incertidumbre entre Cambiemos y la Unidad Ciudadana de Cristina Fernández. La ex presidenta ronda el 30% de la intención de voto, mientras que el oficialismo la supera por poco margen si lo que se mide es Cambiemos versus Unidad Ciudadana. Si lo que se miden son candidatos, Esteban Bullrich contra CFK, la relación se invierte.
El hecho obedece a razones variadas. En primer lugar, la economía parece tener en la elección un peso superior al calculado inicialmente. La Casa Rosada creía que sin crisis y con las variables macro alineándose lentamente, otros temas como la inseguridad y la corrupción podían ser instalados en el primer lugar de la agenda. Esa opinión fue desautorizada por los embates desde todos los sectores del peronismo que apuntaron a las consecuencias del "ajuste".
Ante esa perspectiva la clave está ahora en que la ex presidenta se convierta en el vehículo principal del voto de los sectores más pobres del conurbano. Por el momento parece poco probable que reciba la casi totalidad del voto castigo, ya que Sergio Massa puede retener entre el 15 y 20% del peronismo y Florencio Randazzo algo más del 5%. La performance del ex ministro del Interior sigue sin mejorar y explica el "silenzio stampa" mantenido en los últimos meses y roto recién el jueves pasado con una conferencia de prensa de muy pobre repercusión.
Uno de los factores que paradójicamente juega a favor del macrismo es la estrategia electoral de los cristinistas basada en el intento de instalar un clima de caos. Para eso piqueteros violentos cortaron la 9 de Julio, pero fueron desalojados por la policía. No sólo quedaron plenamente identificados con la ex presidenta, sino que forzaron al gobierno porteño a hacer lo que el grueso de la sociedad le reclama: la represión de la barbarie callejera.
Los empleados públicos, cuyos dirigentes integran las listas de candidatos cristinistas y tienen una pésima imagen pública, amenazan con más paros, lo que también termina beneficiando al macrismo.
Jugó, asimismo, a favor del oficialismo el intento de aprovechar el suicidio de un jubilado en un local de la Anses. Algunos ex funcionarios y ex legisladores kirchneristas hasta hablaron de un "genocidio" antes de que la familia aclarara que cobraba más de 40 mil pesos, pero que atravesaba una estado de profunda depresión.
Tal vez como consecuencia de una contaminación involuntaria, los que intentan instalar un clima de caos, han logrado que la propia campaña de CFK sea caótica. Nombró una candidata a primer diputado que calificó a Amado Boudou de "perseguido político" en la misma semana en que una fiscal pidió que lo condenen a tres años de prisión por falsificar los papeles de un auto en un intento de estafa a su ex mujer en el juicio de divorcio. Después se supo que la candidata había tenido tres cargos en Economía cuando Boudou era ministro.
La ex presidenta dio de baja anteayer por falta de avales 62 listas de concejales que iban a competir en 37 distritos bonaerenses. Echó al PJ de su lado, perdió candidatos, no contará con los fondos de los que disponía cuando ejercía el poder y tampoco con control en todas las mesas de votación. Un panorama complejo que intenta compensar difundiendo por las redes visitas a un panadero que le hace medialunas o bandejas de supermercado con huesos de pollo. Un campaña errática y desnortada. Lo único coherente son las críticas al manejo de la economía, pero, más allá de su responsabilidad en el presente estado de cosas, nada la diferencia en ese terreno de Massa o de Randazzo.
En resumen, CFK se ha convertido en la principal adversaria del gobierno y su desempeño signará las PASO. Su arma más temida es la capacidad de daño. Si derrota al gobierno, lo hunde. Pero ya ha hundido antes al peronismo que puede salir cuarto en Buenos Aires. Lo que le falta, en cambio, es capacidad de construir políticamente y ve el ocaso de su carrera a pocos pasos.
